Muchos ciudadanos sencillos, de
barriada y poligoneros, hemos defendido durante años una
reforma del Texto Constitucional. Y que conste que no somos
eruditos, ni grandes pensadores de esos que, en España, se
circunscriben a Fernando Sánchez Dragó, Jiménez Losantos,
Mario Conde y los profesores de filosofía de los institutos
de enseñanza secundaria.
¿Qué murmuran con gesto avieso y circunspecto? ¿Qué “es
necesario” tener una Constitución, porque da buena imagen?
Vale. De hecho, si nuestra Carta Magna dijera la verdad,
esta España sería un auténtico paraíso de derechos y de
garantías. Un lugar idílico, tipo Mundo Feliz.
Pero, para multitud, los grandes principios concentran más
mentiras que el almanaque Zaragozano. Y lo único que se
consigue con esta coyuntura es amargar y entristecer a la
ciudadanía. Y que nos volvamos un país de seres escépticos,
desilusionados y con un toque de miedosa resignación. Y,
esta reflexión viene motivada por el celebérrimo SINTEL, ese
maligno sistema de escuchas contratado en los tiempos de
Aznar, para tener controlados a todos los españoles por
parte de la policía. Y como todo se hereda menos la belleza,
ahora los populares claman y rabian contra la vulneración
flagrante del derecho a la intimidad y al secreto de las
comunicaciones que conlleva el que, aparentemente, “todos”
los ciudadanos, estemos viviendo desde entonces en un Gran
Hermano. Permanentemente escuchados y controlados. Y hay
personas a las que “eso” les molesta y les asusta. Entonces
hablan de vulneración de preceptos constitucionales y cosas
así de rimbombantes. Como si alguien fuera a hacerles puto
caso.
¿Qué que opino yo de vivir permanentemente escuchados,
espiados, seguidos y controlados? Pues a mí me parece normal
y me da lo mismo. Porque, ni creo en vulneración de Grandes
Principios, ya que no creo que “esos” Principios tengan
existencia real, ni confío en las leyes, ni me parecen
idóneas la mayoría de personas llamadas a aplicarlas, ya que
falla el sistema de elección, donde prima la memorieta, que
no la madurez y la excelencia como seres humanos con méritos
bastantes y probados como para impartir justicia. ¿Qué nos
espían? Pues qué le vamos a hacer, tampoco es para darse
golpes en el costillar en plan tragedia griega y menos para
que se quejen aquellos mendas que contrataron el servicio
SINTEL para que sirviera a sus espureos intereses y menos
aún para quienes han permitido, durante años, los circos
mediáticos-judiciales de detenciones televisadas, escarnio
en las tertulias televisivas, con tertulianos y belenes
estébanez convertidos en fiscales y blandiendo folios de
diligencias. Esa basura mediática ya se ha cargado
definitivamente ese Principio buenista y lacrimoso que es el
de la Presunción de Inocencia. En España, ni los niños de
teta creen que pueda existir más presunción que la de
culpabilidad, ni más Principio de Igualdad Constitucional
que el que le salga de las pelotas al juez de turno. No
existen ni existirán “Principios” sino “Pamplinas” mientras
que, la aplicación de ese compendio de buenos propósitos
permanezca cautivo de la voluntad y de la opinión de jueces
y de fiscales, que “interpretan” como les da la gana.
Y hay jueces y fiscales que pueden y saben interpretar
porque son, antes que nada, excelentísimas, inteligentes y
maduras personas, expertos y talentosos. ¿Ejemplos? Los de
la Sala de la Audiencia de Ceuta, el magistrado Rafael
Linares de la Sección 1ª de la Audiencia Provincial de
Málaga, puro talento, puro carisma. El juez Gonzalo Dívar de
Marbella, exquisitez jurídica a tope. El Emperador de las
resoluciones innovadoras, un auténtico legislador: Arturo
Beltrán de la Sección 5ª de la Audiencia Provincial de
Madrid. Y muchos otros portentos que iré nombrando. Y que
son bien capaces de pulverizar conductas
anticonstitucionales ¡Ay si dejaran al Fiscal Jefe de
Málaga, Antonio Morales una temporadita al frente del
Ministerio de Justicia! ¡Hay si designaran a los excelentes
Jefes de la Udyco de Ceuta o de Melilla como Ministros del
Interior!.
¡Ay ese Florentino Villabona, hoy en el Ayuntamiento de
Málaga dejando tras de sí la pena de que, la policía, haya
perdido al mejor comisario de España!.
Material humano hay. Bastante como para obligar a los “De
Arriba” a aplicar la Constitución. Pero a los Poderosos no
les interesan los excelentes, sino vigilar con SINTELES,
tener acojonados a los ciudadanos, montar circos y ordalías
con sus víctimas e institucionalizar este caos de injusticia
generalizada. ¿Miedo al SINTEL? Relativo. También tienen
ustedes oportunidad de decir por teléfono lo que opinan del
Gran Poder, “pa que se empapen”.
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