Nunca he entendido, ni voy a
entender, si hay algo que funciona bien, lo hay hecho quien
lo haya hecho, hay que cambiarlo por el simple hecho de
cambiarlo, porque ahora los que mandamos somos nosotros y lo
que ustedes hicieron, a pesar de estar bien, no nos
interesa. Y pasa lo que pasa, nunca segundas partes fueron
buenas. Y de estar una cosa bien hecha, por esos cambios,
pasa a estar mal hecha. Aquí, todos los que llegan al poder,
deberían aplicarse lo del chiste: “Virgencita, déjame como
estoy”.
Por muchas vueltas que le den, por mucho que lo intenten, y
mira que lo han intentado, el sistema educativo español deja
mucho que desear. Hoy preguntarle, con el actual sistema
educativo, a un chaval dónde nace el Miño, cuál es su
recorrido, dónde desemboca y cuáles son sus afluentes, es
una perdida de tiempo porque no tiene ni idea, Y cómo ese
ejemplo podríamos poner cualquiera de otra asignatura. Y ni
te cuento, serrana del alma, si le quitamos las calculadoras
lo que sucedería con los problemas de matemáticas. No hay un
dios que se sepa la tabla de multiplicar, sin la dichosa
calculadora.
En vez de crear un nuevo sistema educativo que está
llevando, entre otras cosas, cada día al mayor fracaso
escolar, ¿no hubiese sido mejor, coger lo bueno que tenía el
sistema educativo de antes, donde los niños sabían historia,
geografía y la tabla de multiplicar sin necesidad de
calculadora y haberlo tratadote mejorar, apartando aquellas
asignaturas, que por razones obvias, hoy no tendrían razón
de ser, en el Estado democrático en el que vivimos?. Oiga,
amigo guarida, sólo pregunto. Doctores tiene la iglesia,
como decía aquel.
A pesar del enorme fracaso escolar que se está dando se
piensa, no se si mal o bien pensado, alargar la edad escolar
hasta los dieciocho años. Si esto llega a buen puerto y la
edad escolar es hasta los dieciochos años, no le rindo las
ganancias a los maestros que se las ven y se las desean para
mantener el orden con chavales de diez y doce años, cuando
se encuentren en sus aulas a chavales de dieciocho años. Eso
va a ser la “repera” para los profesores.
Unos profesores que al contario de tiempos pasados, no
tienen autoridad alguna. Antes se es tenía un respeto y, por
qué no decirlo, un gran cariño hacia nuestros maestros. Hoy,
con la pérdida del principio de autoridad, no sólo en las
escuelas sino en todo, el maestro se ve impotente no sólo
para educar al niño sino, simplemente, para conseguir poner
orden en su clase. Y en este sentido, son algunos los
maestros que tienen su parte de culpa. Aquellos que por un
“progresismo” mal entendido, dijeron a sus alumnos que eran
colegas y, de esa forma, que le hablasen de igual a igual.
Que error, que gran error, que diría De La Cierva.
Aunque, indiscutiblemente, eso de poner la edad escolar
hasta los dieciocho años, tiene su ventaja, no se vayan a
acreer. Presenta la oportunidad del que al estar
escolarizado hasta esa edad, no aumentara la lista del paro,
al menos en esos dos años en los que van a tener que ir a la
escuela. El problema es que, cuando cumplan esa edad, el
paro aumentará de golpe mucho más.
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