Cuando El Sr. Ministro de
Educación hizo una llamada a los distintos sectores de
nuestra sociedad, para poner en marcha el llamado “Pacto
Educativo”, mostré mis dudas para que se llevara a efecto,
es decir, radicalmente escéptico. Con el transcurrir del
tiempo parece ser que mi vaticinio se va a cumplir.
Dos hechos de especial relevancia han sucedido en los
últimos días, que para aquellos que creyeran en su posible
pacto educativo, sus esperanzas se vinieran abajo. El
primero de ellos, la necesaria autoridad del maestro y el
segundo, el debate sobre la posibilidad de ampliar la
enseñanza obligatoria hasta los dieciocho años.
Sobre el primero de los hechos, el Pleno del Congreso de los
Diputados rechazó el día 27 de los corrientes, una
proposición de ley del Grupo Popular para que los docentes
sean considerados “autoridad pública”. El Texto en cuestión
proponía que las agresiones contra los enseñantes pudieran
ser tipificadas como delitos de atentado con el
correspondiente agravamiento de las penas.
Pese a las declaraciones del Sr. Ministro, reiterando su
apoyo al profesorado y asegurando que el deseado “Pacto por
la Educación” progresa adecuadamente, gracias a la
“voluntad” de los diversos grupos parlamentarios.
Y no es baladí empezar a tomar medidas concretas frente a la
indisciplina y la violencia escolar que convierte en un
auténtico infierno en el día a día de muchos docentes
españoles.
Es hora de hacer frente a un problema muy grave, que se
complica todavía más, cuando los padres apoyan a sus hijos o
se convierten ellos mismos en agresores.
Las buenas palabras no son suficientes, porque el tiempo
pasa, y las circunstancias políticas hacen cada vez más
difícil suponer que llegue a producirse, en la práctica, ese
pacto que reclama con urgencia la comunidad escolar.
Al día de hoy, nadie pone freno a una agresividad verbal y
física que atemoriza a los profesores y transmite a los
adolescentes el mensaje muy negativo de que la sociedad es
vulnerable ante sus chantajes y amenazas.
Al margen de la aritmética parlamentaria, el compromiso de
unos y otros es atender estas reivindicaciones justas y
legítimas que apuntan a uno de los problemas capitales de la
enseñanza en nuestro país. Sin respeto no hay democracia
posible, y ya es hora de que la escuela transmita con todo
rigor hábitos razonables para la convivencia.
Se registraron 149 votos a favor y 189 en contra, con dos
abstenciones. Lógicamente en este grupo se encontraba el
partido en el Gobierno, que junto con CIU y otros partidos,
argumentaron que el tema de la “autoridad del profesor”,
debe ser debatido en el marco de una Pacto del Estado, por
lo que en este momento, “no tiene sentido hacer
modificaciones parciales de la LOE, representando para los
impulsadores de la Ley, una “ocasión perdida” y un negro
precedente para el Pacto de Estado.
Y el segundo, el debate sobre la posibilidad de ampliar la
enseñanza obligatoria hasta los diez años, luego hasta los
catorce, luego hasta los dieciséis, y ahora, dicen hasta los
dieciocho.
Para mi modo de ver esta ampliación, nos conduciría a un
mayor fracaso, a cosechar mayores abandonos escolares.
Conviene tener presente que la vigente Ley Orgánica de la
Educación (LOE) determina que la “enseñanza básica comprende
diez años de escolaridad y se desarrolla de forma regular
entre los seis y los dieciséis años. Y añade la citada Ley:
“Los alumnos tendrán derecho a permanecer en régimen
ordinario cursando la enseñanza básica hasta los dieciocho
años, cumplidos en el año en que finalice el curso”, en las
condiciones legalmente establecidas.
El Bachillerato se estructura como un nivel postobligatorio,
al que podrán acceder los alumnos con el título de Graduados
en Educación Secundaria Obligatoria (ESO). La LOE permite
permanecer cursando este nivel cuatro años.
La Formación profesional es también un nivel postobligatorio
integrado por ciclos formativos de Grado Medio y Superior.
Como norma general, el Medio se accede con el título de la
ESO y al superior desde el Bachillerato.
Nuestro ministro se ha “inspirado” en Portugal, que, junto a
algunos estados alemanes son los únicos donde la Enseñanza
obligatoria llega hasta la mayoría de edad. En el Reino
Unido se ampliará en 2013 y en el resto llega hasta los
14-16 años.
Pero, nuestra referencia lusitana no es como para tomarla
como espejo, ya que el abandono prematuro asciende al 56%
del alumnado. Sólo cuatro de cada diez estudiantes de
enseñanza obligatoria continúan algunos de los niveles
postobligatorios.
Algunos profesores de Educación Secundaria y Bachillerato
consideran que “hay poca motivación y es mejor potenciar la
Formación Profesional para los alumnos que no quieren
estudiar. Hasta los 16 años está bien la educación
obligatoria, pero aumentarla implicaría tener una
“guardería”. No aprovecharían el tiempo”.
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