La noticia de la dimisión
(diríamos cese forzado por la presidencia de la Ciudad) del
principal mandatario del Partido Popular, viene a confirmar
aún más, si cabe, las desagradables vicisitudes por las que
viene atravesando este Partido a nivel nacional que ahora
nos ofrece otra situación (lo que faltaba) para cambiar el
modelo. Ya no se trata de prevaricaciónes, malversaciones,
tráficos de influencias, abusos de confianza, etc. No, se
trata de una nueva actuación delictiva que no sabemos como
se contemplará en el Código Penal, aunque no es nada
ejemplarizante para los ciudadanos ni mucho menos para los
afiliados y simpatizantes de un Partido que fundamos, y me
incluyo porque participamos en ello (quizás hoy disponga del
número uno de los afiliados en Ceuta, de los que provienen
de la Unión del Pueblo Español que fundaran, entre otros,
Licinio de la Fuente y Manuel Fraga y de Acción por Ceuta,)
sin haber pertenecido a la Unión de Centro Democrático,
Fuerza Nueva, Partido Democrático Popular (quienes
traicionaron a Fraga), etc. como la mayoría de los que hoy
forman parte del censo de afiliados de dicho Partido
Popular. A lo acontecido con destacados dirigentes del
Partido Popular, caso Gürtell y el desafío que a la
presidencia de la entidad viene presentando el ex-Consejero
de la Comunidad Valenciana Ricardo Costa, los
enfrentamientos en la Comunidad por la disputa de la
presidencia de Caja Madrid entre Ruiz Gallardón, Esperanza
Aguirre y el mismo Mariano Rajoy, las declaraciones de
Manuel Cobo al diario El País contra la presidenta de la
Comunidad, a lo que se une los siete alcaldes del Partido
Popular sujetos a expedientes judiciales por distintas
causas delictivas (principalmente por lograr modificaciones
de los planes de ordenación urbana, cobro de comisiones,
fraudes a la Hacienda Pública, fraudes a las subvenciones de
la Unión Europea, exacciones ilegales, tráfico de
influencias,etc.) se une hoy un nuevo escándalo que sacude
al Partido Popular que se le ha dado por denominar, muy
benévolamente decimos nosotros, ”prácticas del
Vicepresidente” cuestión para la que no ha hecho falta
apoderarse, con ánimo de lucro, de cosa ajena, ni empleada
violencia, intimidación o fuerza sobre las personas o cosas.
Esta dimisión, según informa nuestro diario de hoy (ayer
para el lector) se produce, “por razones personales” aún
cuando por conducto oficial se atribuye a “comportamientos
comprometedores en su despacho oficial”, lo que produce un
nuevo caso, que sepamos, no dado con anterioridad en el
ámbito nacional, si acaso comparable al que produjo en 1998
el cese del presidente de los EE.UU. Wiliam J. Clinton
(comportamiento físico impropio con la becaria Mónica
Lewinsky ) y es que en Ceuta, señores, somos originales
hasta para eso.
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