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OPINIÓN - VIERNES, 30 DE OCTUBRE DE 2009

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

Maquiavelismo de poca monta

Por Ascorce, Septem Nostra, Seo-Ceuta y Avisce


Las asociaciones firmantes de la candidatura para optar al premio “Petardo Acústico 2009” estamos sorprendidos por la reacción del Gobierno de la Ciudad, una vez que se ha hecho público su concesión por parte de la organización convocante. A esta última, la asociación de juristas contra el ruido, tenemos que hacerle llegar nuestro agradecimiento por aceptar nuestra propuesta, ya que sospechamos que los premiados, -el Gobierno de la Ciudad de Ceuta-, no lo van a llamar para darles las gracias. Y es que, por mucho que presumamos de sentirnos andaluces, a algunos le falta sentido del humor. Tampoco andan muy sobrados de cintura política y capacidad para asumir las críticas. Nada de extrañar teniendo en cuenta su continua política de acallar y domesticar a la sociedad civil ceutí. A nosotros, que formamos parte de la sociedad más activa, se nos puede acusar de muchas cosas, pero desde luego gozamos de una plena independencia en nuestras declaraciones y acciones.

La Consejera de Medio Ambiente y portavoz del gobierno de la Ciudad ha declarado que no entiende la postura de las asociaciones que hemos suscrito el documento de candidatura para el premio “Petardo Acústico 2009”. Se lo vamos a intentar explicar en las líneas que siguen. En primer lugar, decirle que el premio sí es para ella y para todo su gobierno, y no para el conjunto de los ciudadanos de Ceuta que bastante tienen con sufrir su deficiente gestión en materia de lucha contra la contaminación acústica. De hecho el premio se denomina “Premio Petardo acústico a la peores prácticas de gestión contra el ruido”. Una gestión que depende directamente de la Sra. Bel como responsable de la Consejería de Medio Ambiente, tal y como le ha tenido que recodar el propio Defensor del Pueblo. Otra cosa es que haya, como las hay, otras áreas de gobierno implicadas (Gobernación, Fomento, Salud Pública, Festejos, Turismo, etc…)., sin embargo, a ella le corresponde la responsabilidad de combatir el problema del ruido en Ceuta. Una situación que no es nueva, ya que viene siendo denunciada de manera reiterada por muchos ceutíes.

La contaminación acústica en Ceuta, por mucho que le pese al gobierno de la Ciudad, es un problema que hace tiempo ha traspasado las fronteras de nuestra ciudad. Sin ir más lejos, el Instituto Nacional de Estadística, un organismo oficial de acreditada solvencia y prestigio, viene colocando a Ceuta a la cabeza de las ciudades más ruidosas de España, que es lo mismo que decir del mundo, por ser nuestro país el segundo más ruidoso del planeta. También recoge el dato de que la administración local ceutí es la que menos hace por combatir este grave problema medioambiental y de salud pública. ¿Que ha hecho este gobierno ante la magnitud del problema?. Pues poco o nada. Sirva, como ejemplo, que en el mes de febrero del año 2007, el Pleno de la Asamblea aprobó por unanimidad una propuesta del grupo socialista para que se redactara de modo urgente un mapa del ruido, así como que se abordara la adaptación de la ordenanza municipal del ruido a la ley estatal del 2003. Desde entonces han pasado cerca de tres años y todavía ni se ha adjudicado la redacción del mapa del ruido ni contamos con la prometida revisión de la ordenanza municipal. Deben estar demasiado ocupados en colocar esculturas y flores o en proyectar puentes entre muelles.

El gobierno de la Ciudad ha atesorado suficientes méritos para obtener este galardón. Por mucho que se empeñen en intentar confundir a la opinión pública, la gestión en materia de ruido y, en general, en el área medioambiental es pésima. Se les debería caer la cara de vergüenza de ofenderse por un gesto sin mayor trascendencia de las asociaciones ecologistas, cuando han permitido que durante un año y medio la unidad de sonometría de la Policía Local no haya podido realizar mediciones de ruido válidas por carecer de un calibrador, o han dejado desatendido este servicio parte del verano por estar todo el personal de esta unidad de vacaciones. No se trata de denuncias sin fundamentos, si no que se lo pregunten a las familias que se han visto obligadas a acudir a los tribunales para hacer valer sus derechos ante la impotencia de ver como sus familiares iban perdiendo la salud por culpa de la pasividad de la administración en el cumplimiento de la legislación contra el ruido. A este respecto, y ya que la Consejera nos echa en cara que las asociaciones ecologistas no les presentamos proyectos, les vamos a dar uno muy sencillo que se titula: “HAGAN CUMPLIR LAS ORDENANZAS Y LEYES MEDIOAMBIENTALES”.

La resignación ante la elevada densidad de población de Ceuta ha sido el argumento esgrimido por la Consejera de Medioambiente ante los medios de comunicación para que los ciudadanos se sometan al ruido como si se tratara de una nueva deidad inevitable que invoca el desarrollo económico y el progreso social. Uno no puede menos que quedarse perplejo cuando escucha estas declaraciones de la portavoz de un gobierno que han incluido en su planes urbanísticos la construcción de cerca de 8.000 viviendas nuevas, 1.139 de segunda residencia en el Monte Hacho. Fíjense si están preocupados por la alta densidad de población que su objetivo es aumentarla hasta el infinito con tal de saciar el apetito de las empresas constructoras. Mientras otros territorios vienen desde hace mucho tiempo trabajando en equilibrar el crecimiento poblacional con la capacidad de carga del sistema ecológico, nuestras autoridades no son capaces de ir más allá de la constatación de una realidad que amenaza la sostenibilidad de un espacio geográfico muy singular y la calidad de vida de sus habitantes. Por cierto, un hecho que ha sido puesto de manifiesto en reiteradas ocasiones por los firmantes de este comunicado.

Hemos dejado para el final la contestación a una de las declaraciones más desafortunadas de la Sra. Bel. Nuestra polivalente Consejera de Medio Ambiente dice no entender que los representantes de varias asociaciones de Ceuta propongan un premio que afecta a la imagen de la ciudad y que, por el contrario, critiquen cuando Ceuta obtiene un reconocimiento del tipo de las banderas azules o la escoba de plata. La explicación es muy sencilla: nosotros intentamos movernos en el terreno de la verdad y no en el del cinismo. Criticamos y criticaremos siempre los premios falaces, comprados de manera directa o indirecta, que sólo sirven a sus limitados intereses propagandísticos y electoralistas. En relación con este último punto ya advertía el Maquiavelo de Joly sobre algo que “podría poner en peligro mi fortuna: eso ocurriría el día en que se reconociera en todas partes que mi política no es franca”. Los remedios para evitar tal cosa, según Joly, citado por J.M.Naredo, eran: en primer lugar, “cuidar bien las apariencias”; y en segundo lugar, “formar a mi alrededor una escuela de políticos de gran fuerza relativa…Maquiavelos de poca monta, que obrarán con astucia, simularán, mentirán con imperturbable sangre fría; así la verdad no podrá abrirse ya paso en ninguna parte”. Tome nota el Sr. Vivas.

Sentimos comunicar a la Sra. Bel y al gobierno en el cual ejerce de portavoz, -labor que ya hemos dicho en muchas ocasiones le hace distraer su atención de una consejería tal complicada como la de Medio Ambiente-, que no vamos a ser cómplices en el sostenimiento del mundo irreal que han creado a partir de un discurso alejado de la verdad. La solución a los problemas de Ceuta vendrá de la mano de la superación de nuestra desmedida tendencia a ocultar las carencias de una ciudad que tiene el triste record de encabezar las peores estadísticas en sostenibilidad económica, ecológica y social.

Y por último, Sra. Bel, no venga a darnos lecciones de ceutismo, pues quienes formamos parte de las asociaciones firmantes de este comunicado merecemos, al menos, el respeto de un gobierno que dice representar a todos, cuando además desempeñamos una labor social totalmente desinteresada en pro de la sostenibilidad de una tierra a la que amamos tanto como para arriesgarnos a ser victimas de la ira de los que dicen ser representantes de la voluntad popular y sufrir la incomprensión general de una ciudadanía laxa en la defensa de sus derechos.
 

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