No sabía yo que había caballas de
pura cepa y además fuera de toda sospecha. Por haber
batallado sin desmayo por defender la españolidad de Ceuta.
No sabía yo que la autenticidad de esas personas se debe a
que están dotadas de los caracteres que corresponde a una
clase. A una clase especial que teme verse contaminada por
lo que ellos llaman, cuando están en la intimidad, gentuza
venida de afuera. Pero lo que menos me podía imaginar yo es
que ‘los caballas’ de pura cepa se distinguen por pertenecer
al Partido Socialista del Pueblo de Ceuta.
Así lo ha proclamado este jueves, en uno de sus escritos, el
muchacho que, de poco tiempo a esta parte, viene dando
lecciones de españolismo y a su vez de cómo debe ser la
convivencia entre personas de distintas razas y credos.
El muchacho, Juan Luis Aróstegui, ha tardado en
cambiar de opinión. De modo que le reconocemos su atisbo de
inteligencia por haberse desprendido de ese lastre que le ha
hecho despotricar muchos años contra los musulmanes
–acusaciones de Mohamed Haddú ‘Musa’-. Y, si la
memoria no me falla, también tuvo una etapa donde cautivado
por la personalidad de El Che Guevara trataba de
imitarlo en todos los aspectos y hasta creo que pude leer en
la prensa de los años ochenta cuestiones relacionadas con
las injusticias de los colonizadores españoles.
Insisto: sigo pensando que el cambiar de opinión es un signo
de inteligencia. Y bienvenido sea, pues, el cambio que se ha
producido en el secretario de Política Municipal del PSPC.
Lo malo del asunto es que si todos ‘los caballas’ de pura
cepa están en su partido, como él propala, en Ceuta apenas
habrá personas que puedan presumir de estar dotadas de las
características que corresponde a esa clase especial de la
que él se siente arquetipo.
Porque no me negarán ustedes que los militantes del PSPC,
tirando por arriba, podrían caber todos en un autocar y me
atrevería a decir que incluso sobrarían plazas. Lo cual,
unido a que JLA carece de tirón popular y la gente seguirá
sin votarle, dan como resultado derrotas estrepitosas de
quien continúa sin asumir que es un fracasado de la
política.
Y ese fracaso, lo he repetido hasta la saciedad, lo ha
convertido en un tipo obsesionado con la idea de conseguir
un escaño de concejal a cualquier precio. Aunque sea a costa
de trajinarse la voluntad de Mohamed Alí, en momentos
donde éste parece más aturdido que nunca. Porque, de no ser
así, sería imposible que el todavía líder de la UDCE se
hubiera atrevido a dejarse mangonear por Aróstegui. Como
viene sucediendo.
En cambio, Aróstegui presume de que sus actuaciones no están
encaminadas a ver si, de una vez por todas, vuelve a ser
concejal para hacerse notar en los plenos como si fuera un
Churchill redivivo. De manera que nos anticipa que,
como está acostumbrado a perder, lo único que desea
fervientemente es conseguir un escaño para hacer realidad
una política, su política, encaminada a seguir defendiendo
la españolidad de Ceuta sin excluir a los musulmanes de
semejante empresa.
He aquí a un muchacho con más cara que espaldas. A un
muchacho que no sólo se proclama arquetipo de una clase de
caballas de pura cepa, sino que además tacha a los demás de
estar contra los musulmanes españoles. ¿Por qué será?...
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