Su última operación de envergadura se desarrollo en aguas
cercanas al islote del Perejil, cuando la tripulación avistó
un patera con inmigrantes y otras tantas personas flotando
sobre el agua con la ayuda de diferentes artilugios.
Desde 1993, el patrullero P-114 es el auténtico vigía de las
aguas de soberanía española que rodean a Ceuta. Es el único
patrullero permanente con que cuenta la plaza española en el
norte de África, pero se cumplen treinta años de su entrega
a la Armada y la Comandancia Naval de Ceuta no ha querido
pasar por alto tan emblemático aniversario.
El P-114 inició sus labores de vigilancia marítima en
Almería, hasta que hace quince años empezó a fondear de
manera permanente en aguas del litoral ceutí. La tripulación
de esta embarcación, con 15,9 metros de eslora y 4,36 de
manga, está compuesta por nueve personas, y su comandante es
desde hace un año el teniente de navío Javier Tomás Morales.
“Desde luego el patrullero está limitado por sus
características, pero está capacitado para hacer su trabajo.
Además está muy bien mantenido por la Armada, que hace un
gran esfuerzo para mantener operativa su flota con los
presupuestos con los que cuenta”, explicó el comandante del
barco.
“El trabajo” del P-114 es patrullar las aguas costeras que
van desde la frontera del Tarajal hasta la de Benzú y El
Perejil. Su tripulación se mantiene ojo avizor frente a la
astucia de los narcotraficantes o la llegada de inmigración
irregular, además de asumir funciones en materia de apoyo a
la flota pesquera y vigilancia del tráfico de mercancías y
marino en general.
El patrullero también ejerció un activo papel cuando brotó
el conflicto con Marruecos acerca de la sobería de la Isla
del Perejil.
“Las limitaciones” a las que se refería el comandante se
refieren a la navegación cuando la mar se sitúa por encima
de las posibilidades de maniobrar del barco. En todo caso,
tiene capacidad para custodiar toda la zona aledaña a la
ciudad autónoma mediante salidas aleatorias para evitar que
su actuación sea fácilmente descifrable por quienes intentan
delinquir en las costas ceutíes.
Un regalo de destino
Una vez en la cubierta, se accede a través de un pequeño
habitáculo hasta el puente de mando. Escaleras abajo se
alojan dos austeros camarotes, uno para el comandante con el
típico baño de yate. Otro para la marinería donde duerme
alguna vez el tripulante que se queda de guardia.
Las patrullas del P-114 por aguas de Ceuta no suelen durar
más de cuatro horas salvo que tenga que dirigirse a Tarifa o
Algeciras. “Es un destino muy relajado, aunque el patrullero
requiere de un mantenimiento constante porque el salitre
corroe bastante el casco de poliéster y fibra de vidrio”,
apunta el marinero Andrés Gerardo Macrina.
Y, sobre todo, precisan mucha atención los dos motores
propulsores Baudouin-Interdiesel, una cualidad que facilita
la maniobrabilidad de la pequeña nave.
En la proa, la ametralladora Browning 12,7 m/m. no ha debido
ser, afortunadamente, utilizada jamás. Y lo mismo cabe decir
del resto del armamento que porta el patrullero. Una lancha
neumática para situaciones de emergencia o acercamientos a
la costa en aguas de fondos rocosos, junto con la cubierta
superior, desde la que también se puede manejar el puente de
mando, completan la dotación y la fisonomía del histórico
patrullero.
“Desde el panel de mando se controla principalmente los
motoros, sus revoluciones, la temperatura del agua y el
aceite”, explicó a EL PUEBLO el marinero Macrina. Otros
elementos que se controlan desde el puente son las luces de
navegación, el fondeo o la alarma. Por último, el sondeador
avisa a la embarcación si se está aproximando demasiado a la
costa y a fondos rocosos, pues la nave cala a metro y medio
de profundidad.
“Sólo disponemos de 75 metros de ancla para fondear. Es
decir, que no podemos hacerlo en aguas excesivamente
profundas”, prosiguió Macrina.
El buque fue construido en Arenas de Mar (Barcelona) por la
empresa ARESA en el año 1979 y entregado a la Armada el 26
de octubre del mismo año. La autonomía es de unas 420 millas
a velocidad de crucero.
Como ya se ha apuntado, para auxilio en las misiones
encomendadas a estos patrulleros de vigilancia costera se
dispone de una embarcación neumática, que está provista de
un motor fueraborda de 20 caballos, que se arría e iza por
medio de dos pescantes instalados en popa.
El P-114 cumple, por tanto, con honor y eficacia sus treinta
años de vida y sus quince en aguas de Ceuta, con una
tripulación que otea desde la cubierta el horizonte marítimo
de la ciudad autónoma y hace posible que los trabajadores de
la mar puedan desarrollar su labor con el menor riesgo
posible, las mafias que trafican con personas y drogas se
sientan menos cómodas a la hora de perpetrar sus fechorías y
los ciudadanos ceutíes se encuentren seguros frente a una
eventual amenaza externa.
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