A Pablo Guerra y Antonio Gutiérrez, los dos socios que
regentan el Pub Ático, se les ha agotado la paciencia y ayer
decidieron denunciar públicamente el presunto acoso policial
de un grupo de la Unidad de Intervención Rápida (UIR), que
cada vez que trabajan en el Poblado Marinero, cada 15 días,
según relatan los dueños del local, “buscan la manera de
encontrar algún detalle para cerrar el pub”. Lo último,
explican, ha sido llevarse el maletín de cd’s del DJ o
grabar en el local a los trabajadores y clientes incluso
desde detrás de la barra.
Una situación que, según explica Pablo Guerra, se reproduce
cada 15 días desde el altercado del mes de julio en que
trataron de cerrar el local y detuvieron a sus padres,
cruzándose posteriormente denuncias por abuso de autoridad y
atentado a la autoridad.
Ahora, quincenalmente, el mismo grupo de la UIR, señala
Guerra, “nos obliga a permitir el acceso a todo el mundo que
está en la cola aunque les digamos que el aforo está
completo, lo que incide en la seguridad del pub”.
Sin embargo, no es eso lo que más irrita a los dueños del
Ático, que aseguran que más de diez policías acceden al
local y “nos graban a nosotros y a los trabajadores de una
forma intimidatoria mientras hablan con nosotros, con la
cámara a un palmo de la cara”.
Antonio Gutiérrez lamenta también que se dediquen a grabar a
los clientes, que “alucinan cuando están tomando una copa y
se encuentran a un agente de la UIR grabándole en su tiempo
de ocio”.
Además de acceder a cualquier rincón del local –los agentes
llegan a meterse al otro lado de la barra–, lo último, dicen
los dos empresarios, ha sido requisar el maletín de cd’s al
DJ.
“Puede existir un favoritismo en el Poblado Marinero”,
señala Guerra, ya que no tiene constancia de que otros
locales vivan esta situación de supuesto acoso policial.
“La Policía Local no está para que actúe dentro de los
locales”, recuerda Gutiérrez, “sino para dar un servicio de
seguridad”, al tiempo que valora la labor del resto de
grupos de la UIR, con “los que tenemos una buena relación de
colaboración”.
“Nosotros no somos delincuentes”, se queja amargamente,
“llevamos ocho años en el Poblado Marinero y damos empleo a
una treintena de trabajadores”, empleados que asimismo se
quejan de la acción policial, ya que se sienten intimidados,
especialmente los porteros, “a quienes se amenaza con ser
detenidos”.
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