Cuatro años después de las avalanchas de inmigrantes de
2005, Melilla está viviendo un periodo de cierta
tranquilidad en lo que a presión migratoria se refiere,
aunque eso no ha llevado a bajar la guardia, ya que, con sus
altibajos, la inmigración es un fenómeno que no cesa. A este
respecto comentar que la mejora del vallado perimetral, con
la incorporación de un tercer obstáculo conocido como sirga
tridimensional, el refuerzo del dispositivo policial y la
colaboración marroquí son los tres elementos que han hecho
posible poner fin a los asaltos masivos que se estaban
produciendo de forma continuada.-
Así lo ha asegurado en una entrevista con Efe el delegado
del Gobierno en Melilla, Gregorio Escobar, quien ha
resaltado que en todo el año 2009 no se ha producido ningún
intento masivo de entrada en fuerza. El principal testimonio
del descenso de la presión migratoria se encuentra en el
Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), que acoge
a 400 personas, cifra que incluso se encuentra por debajo de
su capacidad y que nada tiene que ver con los más de 1.200
internos que llegó a tener y que obligó a la instalación de
tiendas de campaña.
Sin embargo, tras el blindaje del perímetro fronterizo con
la sirga tridimensional, un obstáculo “menos agresivo”
innovado por España y por el que incluso Estados Unidos ha
mostrado interés, las mafias han buscado nuevas fórmulas de
intento de entrada de inmigrantes, siendo la más corriente
la del doble fondo en un coche.
Tampoco en esa vía se ha bajado la guardia, lo que ha hecho
posible que en este año se hayan desarticulado dos redes
dedicadas al tráfico de personas, la más importante de ellas
en una intervención conocida como “Operación Gaviota” y que
se saldó con una docena de detenciones y 30 intervenciones
de vehículos, recuerda Escobar.
Ello obliga a que, según el delegado del Gobierno, en una
frontera que registra entre 30.000 y 40.000 pasos diarios,
se siga manteniendo el “mismo nivel de alerta” para intentar
evitar que se produzca un beneficio de la situación que
viven determinadas personas.
Sin embargo, si hay un elemento clave para haber podido
frenar los asaltos al vallado fronterizo, ése es la
colaboración que presta Marruecos.
A lo largo de los más de diez kilómetros de perímetro, tanto
Guardia Civil, que ha visto reforzada su plantilla, como
policías marroquíes desarrollan una vigilancia constante, a
lo que se suma la labor que la Policía Nacional desarrolla
en los puestos fronterizos.
“Hay un trabajo conjunto para evitar que pueda haber un
acercamiento desde el lado de Marruecos a nuestra valla”, ha
resaltado Escobar.
El control del flujo migratorio es una prioridad del
Gobierno, consciente de la exigencia que tiene para España
ser una de las puertas de entrada a Europa, aunque también
constituye una prioridad la atención que debe prestarse a
aquellas personas que, una vez dentro, requieren una
cobertura asistencial.
En este contexto, el CETI de Melilla constituye un centro
modélico que ha superado todas las inspecciones que se han
realizado por parte de la Unión Europea.
En el mismo, los inmigrantes no sólo reciben manutención y
vestimenta, sino que también cuentan con asistencia
sanitaria y formación a través de actividades.
“Siempre hay dos vertientes en la política migratoria. Una
es el control de fronteras, que es ineludible y que España,
como frontera sur de Europa, es una responsabilidad que
tiene, pero al mismo tiempo hay que dar un tratamiento
adecuado y de máxima calidad a las personas que se
encuentran en nuestro territorio”, apostilla Escobar.
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