Los bomberos sofocaron en la mañana de ayer un fuego
originado en la cocina de la residencia de la Juventud y que
obligó al desalojo del edificio para evitar el intenso humo
y el peligro latente cuando a las 09’00 hora de la mañana un
empleado alertó del siniestro. Un estudiante había dejado
encendida una freidora, lo que originó finalmente que el
propio calor del aceite o un cortocircuito derivado por esta
causa pudiera haber desembocado en llamas y descontrol de la
situación. Los alimnos fueron llamando a las puertas de
todas las habitaciones para desalojar con prontitud el
edificio mientras se daba aviso a los bomberos.
Un fuego originado en la cocina común de la residencia de la
Juventud, en la tercera planta, al parecer porque un
residente se dejó una freidora encendida, provocó la
actuación del Servicio de Extinción de Incendios de la
Ciudad que, en una rápida actuación coordinada logró con
exito controlar a tiempo y aislar el foco de ignición
evitando la extensión del siniestro a las habitaciones
anexas. Como consecuencia de ello, tanto la cocina como el
pequeño comedor unido a ella han quedado inservibles.
Pocos minutos después de las 9 de la mañana un trabajador de
la Residencia alertó a la recepción de que estaba saliendo
humo de la cocina. Un humo cada vez más denso, hasta el
punto de que, inmediatamente al comprobar la magnitud que
tomaba, se llamó al Cuerpo de Bomberos que actuó
excepcionalmente, para controlar y extinguir un fuego que
tomaba intensidad y que tenía como foco la cocina
(destruida) afectando también al espacio unido a ella que
servía como pequeño comedor.
En tanto llegaban los servicios de Extinción, uno de los
jóvenes estudiantes tuvo el acierto de bajar los plomos y
dar la voz de alarma, pero antes, Sheila -una joven de
Marbella de 20 años- que iba a recoger una llave de la
lavendería se había percatado del incendio y gritó
desesperadamente. “¡Fuera, todos fuera... hay fuego!.
Rápidamente, según versión de éstos, fueron llamando puerta
a puerta para desalojar con prontitud el edificio. Los
residentes bajaron por las escaleras tal y como se
levantaron de sus camas y permanecieron en pijama en la
plaza Rafael Gibert mientras los bomberos se ocupaban de
solventar un siniestro preocupante.
Casi todas las puertas de las habitaciones de la residencia
ubicada en la planta tercera (la del siniestro) permanecían
abiertas menos dos que tuvieron que ser derribadas por los
bomberos para comprobar la inexistencia de residentes en su
interior.
Los bomberos habían acudido a los pocos minutos del aviso.
Se movilizó todo el turno de guardia. 11 bomberos que
acudieron en dos camiones, un vehículo ligero y un camión
escalera que no tuvo que ser finalmente empleado.
Según el jefe del servicio de Extinción las operaciones para
controlar, apagar y verificar la inexistencia de peligro
para el retorno de los jóvenes residentes, duraron unos
cuarenta y cinco minutos. Operación que culminó con la
ventilación de los espacios afectados por el humo con el
empleo del ‘Tempe’ (un ventilador de gran potencia).
Desalojo controlado
Más de 40 jóvenes fueron desalojados de sus habitaciones
impidiéndosele bajar por el ascensor.
El director de la Residencia, Francisco Bernal, ha
manifestado que, pese a todo, los daños materiales “no han
de ser muy elevados dado que la cocina calcinada es muy
sencilla”. Una vez restablecida cierta normalidad tras los
acontecimientos, en torno al mediodía, “ya funcionaban la
nevera y los congeladores”.
Sin embargo, “al menos hoy tendrán que comer fuera y esos
gastos correrán de nuestra parte”, especifió Bernal.
Los chavales comieron en el McDonald’s tras vivir esta
particular experiencia.
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