Más de un año después de que el barrio de San Antonio, en el
Monte Hacho, fuera asolado, primero por un incendio, y luego
por las graves inundaciones que provocaron las lluvias
torrenciales en la ciudad en septiembre del año pasado, los
vecinos del enclave siguen esperando las obras de emergencia
comprometidas por el Gobierno autonómico. Tanta dilación en
estos imprescindibles trabajos hace hoy de este hermoso
balcón al mar de Ceuta un paraje inseguro, de carreteras
hundidas por el agua, suelos en riesgo de desprendimiento,
edificios de grietas cada vez más profundas y vertedero de
todo tipo de residuos y enseres.
Los vecinos de San Antonio denunciaron ayer que, un año
después del incendio y las inundaciones padecidas en 2008,
el enclave se ha convertido en un barrio prácticamente
inhabitable, sostenido sobre un suelo en inminente riesgo de
derrumbe, viviendas e instalaciones eléctricas agrietadas y
escombrera del Centro de Menores.
La situación resulta más irritantes porque, a juicio de los
residentes, este barrio que corona el Monte Hacho podría
convertirse en uno de los principales polos de atracción
turística de Ceuta, pues ofrece unas vistas inmejorables de
su puerto y su helipuerto.
La asociación de vecinos San Antonio Monte Hacho se
constituyó a finales del año pasado para impulsar la
reconstrucción del barrio tras el incendio que lo azotó
primero, en agosto, y las inundaciones que terminaron de
devastarlo, después en septiembre.
La denuncia de los vecinos se interpuso el pasado diciembre
y el proceso para reclamar a la Ciudad Autónoma la
reconstrucción de la zona tomó impulso sólo un mes después,
al comenzar el año.
El presidente del ente vecinal, Ignacio Becerra, mostró a EL
PUEBLO con todo lujo de detalles las secuelas que han dejado
en la zona las calamidades naturales, cómo las grietas del
inmueble que aloja el contador de la luz se han ido
ensanchando, con gran estupor de los residentes, porque el
terreno sobre el se asienta ha ido cediendo meses tras meses
sin que el Gobierno autonómico se haya mostrado lo
suficientemente diligente para evitarlo.
“El presidente Vivas nos aseguró en julio que ya estaba en
marcha el decreto para realizar la obra de emergencia, que
se había adjudicado a Corsán. Y aquí estamos todavía
esperando”, apuntó Becerra.
Pendientes del firme
Las grietas que devoran la antigua discoteca de La Cueva,
espacio de diversión veraniega de los ceutíes y visitantes
durante tantos años, frente al cual evacua sus aguas un
maltrecho canal que está terminando de socavar el firme del
suelo, es otro de los detalles que explican la alarma de los
vecinos. “Tenemos miedo de que el suelo se venga abajo”,
apostilló su portavoz.
El consejero de Fomento, Juan Manuel Doncel, también
corroboró a los vecinos la semana pasada que las obras de
seguridad en la zona ya estaban presupuestadas.
De hecho, la empresa adjudicataria, Corsán, ya había pasado
por allí para realizar las mediciones pertinentes y aseguró
a los vecinos que los trabajos de reconstrucción comenzarían
en una semana. Han pasado meses desde entonces sin que se
haya movido ni un pilar.
Los vecinos insisten en que un barrio con tantas
posibilidades no se merece esto, después de años soportando
los cortes de un tendido eléctrico que, al no estar aún
soterrado, ha sido incapaz de resistir en determinadas
épocas del año el embate del viento.
El portavoz vecinal se detuvo en todos los déficits que
padece uno de los más bellos balcones al mar de Ceuta. Y
clamó al cielo porque en pleno siglo XXI no se dispone de
acerado, ni red de alcantarillado, ni servicio de transporte
público que suba hasta este rincón del Monte Hacho a
ciudadanos y visitantes.
La escasa limpieza del enclave es otro de los asuntos que
molestan a los vecinos. Junto al Centro de Menores situado
sobre una pequeña pendiente, los escombros, los
electrodomésticos, los muebles y un sinfín de residuos
inorgánicos sirven de cobijo y alimentos a todo tipo de
insectos en una atmósfera deletérea que parece inconcebible
al lado de un buen puñado de viviendas, el Restaurante Oasis
y, quizás lo más clamoroso, el Centro de Menores.
Sólo las bellas vistas del enclave hacen olvidar a los
residentes y trabajadores de San Antonio que se encuentran
en un terreno abandonado de la mano de Dios o, más
precisamente, de la de las autoridades autonómicas.
Los estragos del fuego y de la lluvia han tratado de ser
paliados por iniciativa de los propios vecinos en algunos
casos, que han colocado contrafuertes de cemento para que no
ceda el saliente del monte sobre el que discurre la
carretera trasera a la discoteca La Cueva, cuyo pavimento se
encuentra completamente hundido por el agua.
Los vecinos se sienten dagnificados de calamitosos fenómenos
naturales y también de “la desidia de las autoridades de la
ciudad durante mucho tiempo” que, lejos de su pretensión de
que se potencien los importantes activos turísticos con que
cuenta la barriada, han contemplado sin hacer lo suficiente
su decadencia en base a argumentos técnicos y
presupuestarios que no satisfacen a los residentes de este
bello barrio de San Antonio.
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