Casi teníamos olvidado, bien es
cierto que yo no estoy a diario en este ambiente, la labor
de llevar el cristianismo a aquellas partes en las que la
Iglesia, la Católica, no había llegado antes.
Nuestra labor, no la mía precisamente, pero sí la de
nuestros pueblos, ha sido, a lo largo de los siglos, muy
dada a atraerse hacia las creencias, de la que se decía la
verdadera religión, a gentes a las que no había llegado la
voz del Señor.
Y veo, no con sorpresa, pero sí con admiración, que nuestro
obispo, digo nuestro porque yo también he nacido en el seno
de la Iglesia Católica, entre sus muchas ocupaciones, tiene
una muy especial que es la de acercarse, para atraerlos a su
“redil” a aquellos desheredados, también, de la “voz” del
Señor, a los que inicia en el Cristianismo.
El pasado jueves, a las doce y media del mediodía, monseñor
Ceballos Atienza, en la Iglesia de Santa María de África,
presidió la santa Misa en la que varios subsaharianos
recibían la Iniciación Cristiana (sacramentos del Bautismo,
Confirmación y Eucaristía).
¡¡Qué desfasado está esto!!, puede que digan algunos, que
metidos en otras razones, y aun habiendo nacido en el seno
de una familia cristiana, eso de la Religión empieza a
sonarles a música celestial, pero no del Cielo, sino de esa
otra, del vale todo.
Particularmente, me agrada esta labor y me agrada a mí que
no soy de los que recorren las iglesias a diario, pero que
quiero saber valorar una labor que muy pocos, y
especialmente obispos, porque tienen cosas de “más altura”,
vienen olvidándose de llevar a cabo.
Hace ya unos cuantos años que otro obispo, con el que tuve
una gran amistad, en Palencia, abandonó aquella diócesis que
no era de las conflictivas, ni mucho menos, y se fue a
misiones a Bolivia.
Recuerdo que el día antes de marcharse, mientras comíamos en
un restaurante de Palencia, lugar en el que ejercí en la
cátedra de Griego del Jorge Manrique, del 86 al 93, yo le
decía al señor obispo: “nos abandonas para irte a América”,
y él, además de obispo agustino, me respondió:”Aquí tenéis
más curas de los que necesitáis, yo voy a un sitio donde
hacemos falta todos los que aquí estamos sobrando”.
Intencionadamente, porque él no querría que citara su
nombre, estoy omitiendo como se llamaba. Hace tiempo que no
tengo noticias de él, pero a este obispo sencillo y
entregado totalmente a los demás, le sustituyó allí,
curiosamente un paisano mío, monseñor Blázquez, ahora en
Bilbao.
Creo que monseñor Ceballos Atienza sabrá muy bien a quien me
estoy refiriendo, y creo que también aquí, ojalá me dé la
oportunidad de valorarlo muchas veces, el obispo de Ceuta
está en una labor que, al menos yo, aprecio y valoro, en su
justa medida y no regatearé ni un solo aplauso al poner de
relieve estas acciones que, además, pasan de lo puramente
religioso y tocan, muy de lleno, en lo social, que otros
rechazan.
Un jueves, pues, de una gran actividad del obispo, que por
la tarde estuvo muy cerca de los profesores de Región
Católica en los centros de enseñanza.
Y cito, también, esto porque mis críticas, en algún momento,
al obispo Ceballos Atienza, vienen de largo, cuando nos
“quitó” del IES “Siete Colinas”, a un cura, profesor de
Religión, que estaba haciendo una gran labor en el instituto
y en la parroquia que tenía asignada. Afortunadamente en el
“Siete Colinas” hemos tenido suerte con los que le
sustituyeron a aquel.
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