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Algeciras, puente esencial de
unión de los ceutíes con la península, fue escenario ayer de
la presentación de un ambicioso plan de mejora de la línea
ferroviaria que conecta la localidad gaditana con Antequera.
Las mejoras que esta inversión pública, de 176 millones de
euros para un tramo de otros tantos kilómetros, va a
conllevar traerán beneficios no sólo a los 300.000
ciudadanos campogibraltareños, sino también, tal como
destacaron los responsables de Fomento, a los ceutíes. La
duración del viaje entre Algeciras y la capital se acortará
de hecho en dos horas, pasando a 3.40 en lugar de las 5.40
actuales, lo que para los ciudadanos de Ceuta que utilizan
este medio de transporte es importantísimo dada la
acumulación del tiempo que suma ya la travesía del Estrecho.
Las ventajas no terminan no obstante ahí, porque la renovada
línea ferroviaria conectará con las del AVE ya en
funcionamiento en todo el territorio nacional y, por ende,
también con el resto de Europa. Sin embargo, y siendo todo
ello cierto, no lo es menos que las bonificaciones que sería
de justicia aplicar a este modo de transporte, igual que se
hace en el caso de las conexiones aéreas desde Málaga,
Sevilla y Jerez, parecen una reivindicación inalcanzable.
Tal como señaló ayer, preguntado por El Pueblo, el
secretario general de Transportes de Fomento, la medida no
se contempla “en este momento”. Así las cosas, y más allá de
las mejoras de las que podamos disfrutar de forma indirecta
con las inversiones que se realicen en las comarcas vecinas,
los ceutíes vamos a tener que seguir soportando al parecer
las carencias y problemas que conlleva la dependencia de
unos servicios que a pesar de su “interés público” siguen
siendo injustamente costosos para los ciudadanos españoles
de este lado del Estrecho. “Profundizar en el mecanismo de
las subvenciones al transporte”, según apuntaba el
representante de Fomento como una de las soluciones, se
antoja desde luego necesario e inaplazable si se quiere que
Ceuta se sume al tren de la igualdad con el resto de
ciudadanos españoles.
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OPINIÓN / EDITORIAL
