En un sencillo y emotivo traslado hasta el cementerio, junto
los amigos más cercanos y familiares, se despidió a
Fructuoso Miaja quien descansa ya en el camposanto de Santa
Catalina. Sin muchos alardes y con la sobriedad que siempre
caracterizó a la impronta del que fue uno de los grandes
alcaldes de Ceuta, se completó el vital ritual humano.
Estuvieron los que tenían que estar. Quizá se echara en
falta algún que otro miembro de esa familia socialista que
trató siempre ‘Frutos’ de mantener unida en esos tiempos en
los que el PSOE de Ceuta se ganaba las simpatías de la
ciudadanía en su generalidad. Pero en realidad, allí estaban
fasmiliares y amigos, los buenos, los que siempre se
enorgullecieron de luchar por una sociedad más justa y
equilibrada sin el elitismo moderno, aburrido y asqueante
que hoy en día prolifera con más exceso de lo que realmente
la sociedad necesita y soporta.
Me ha dado tristeza personal la pérdida de un hombre, que
tantas veces he entrevistado -en la radio, en la televisión-
al que he admirado por su sempiterna sencillez, y al que
saludaba cuando me lo cruzaba -ya retirado- por la calle con
su boina calada disfrutando de la Ceuta avanzada y vital que
él veía en sus últimas caminatas...
Pasan los años, pero qué pena da cuando la apisonadora del
tiempo te va quitando a los buenos. ¡Cuánta sabiduría
atesoraba! y qué pocas veces se aprovecha la experiencia de
quienes pueden dar excepcionales consejos en una sociedad
donde a los mayores se les aparca y ya está.
Él fue humilde e íntegro siempre, hasta el final. Ingresó
por petición propia en la Residencia municipal. Se le había
ido ya su esposa y su bregadora hermana María.
Ayer se despidió al hombre honesto de verdad, cercano y leal
que nos dejó a muchos ese aspecto de abuelo bondadoso, de
vuelta de tantas cosas...
El hecho de haber echado los dientes en esos plenos
antiguos, de verdadera pasión y compromiso con las ideas, me
ha infundido un fuerte respeto a aquellas figuras (unas más
que otras) que me mostraron el camino del amor a mi tierra
con todas sus peculiaridades, defectos y virtudes. Pero
fueron hombres y mujeres que como don Fructuoso (no muchos
esa es la verdad) me impregnaron el modo de vivir esta
profesión de contar las cosas que ocurren en Ceuta, a veces
con exceso de pasión, pero siempre desde la lealtad al
oficio y al pueblo donde nací. Lo que es un orgullo y un
honor por ser la tierra en la que nacieron hombres y mujeres
de la excepcional calidad de Fructuoso Miaja.
Descanse en paz.
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