Es miércoles europeo y le toca
jugar al Real Madrid frente al Milán. Por lo que me levanto
con los bríos que me proporciona saber que por la noche
asistiré al partido sentado en butaca de primera fila de mi
salita de estar. No hace falta decirles que soy merengue
hasta las cachas pero que sigo sin meterme el dedo en la
boca.
Acudo al edificio donde tiene la sede este periódico para
cambiar impresiones con el gerente: Ángel Muñoz. Y,
tras charlar sobre ciertos asuntos de interés laboral,
acabamos hablando de lo opinado por mí en relación con los
problemas del equipo entrenado por Manuel Pellegrini.
Problemas que conté por encima y que vuelvo a recordar por
si usted no los leyó o quizá los haya olvidado. El Madrid no
debió prescindir de Heinze: jugador experto, zurdo,
aguerrido y adaptable a lateral y zaguero central. Por lo
que su banda izquierda carece de contundencia y ha de usar
centrales diestros que flaquean en los cruces a la
siniestra. Tampoco me corté lo más mínimo a la hora de
enjuiciar el tremendo error de colocar a Lass, varios
metros por delante de Xabi Alonso. Ya que éste,
mimado por la prensa, defiende poco y mal. Mientras los
defensas madridistas echan de menos las ayudas y coberturas
del jugador francés. De Casillas, en esta ocasión, no
hablé. Porque jamás he cambiado la opinión que tengo de él
como guardameta.
Finalizada mi visita a las instalaciones de ‘El Pueblo de
Ceuta’, me incorporé a la tertulia del Hotel Tryp. Y allí
tuve la oportunidad de conocer a dos ejecutivos
pertenecientes a la empresa Rockwool: Antonio y
Víctor. Por cierto, Antonio habló de fútbol con unos
conocimientos sólo al alcance de grandes aficionados. Y
hablando de fútbol estábamos cuando la plantilla de la
Asociación Deportiva Ceuta hizo su entrada en el hotel,
acompañada de los directivos y de todo el personal de la
entidad, para tener una comida de hermandad. Es decir, para
que los jugadores, derrotados en Murcia, no cayeran en
estado depresivo. Se esperaba también la llegada de Juan
Vivas a la cuchipanda. Pero éste decidió delegar en el
consejero de Fomento, Juan Manuel Doncel.
Con Antonio y Víctor me fui a comer al ‘Refectorio’. Y allí
hallé a Moisés Chocrón, rodeado de amigos y
departiendo con su proverbial simpatía. A Moisés, a quien
conozco desde que era un niño, le faltó tiempo para
levantarse y venir a saludarme. Luego, en la despedida, y
ante la presencia de Manolo Mur, me recordó la mucha
ley que sus padres me tienen.
También me dio tiempo a pegar la hebra con Miguel Ángel
Vallejo. Que en su día libre acostumbra a darse el
consiguiente homenaje acompañado por sus hijos. Y es que el
hombre que rige los destinos de ‘La pérgola’ es lector de
este espacio y acostumbra siempre a ser muy crítico con mis
comentarios. Lo cual es bueno. Así evita que uno se duerma
en los laureles. Y con Vallejo estaba cuando me di cuenta de
que enfrente tenía a Jesús Padillo: director
provincial de Fomentos. Y, claro, nos saludamos con fuerte
apretón de mano.
Así que, entre unas cosas y otras, llegué a mi casa poco
tiempo antes de que comenzara el partido Madrid-Milán. Y
nunca he sentido más tristeza por tener que asumir mis
aciertos opinando de los errores del conjunto blanco.
Pato la lió por la derecha, izquierda del equipo local;
Xabi Alonso naufragó y Lass no pudo nunca
proteger a los defensas. Y Casillas fue Casillas... ¡Qué
disgusto!...
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