Cree que están desvalorados, que las autoridades
políticas no saben hasta qué punto su colaboración es
imprescindible ya que cuando fallan las comunicaciones “los
que estamos somos los radioficionados”, e incluso se
enfrentan a una gran barrera como puede ser el que tengan
que estar autorizados para instalar sus antenas, base de
todas sus funciones. El presidente de la Unión de
Radioaficionados de España (URE), Diego Trujillo, confiesa
que sus seguidores son auténticos amantes de la radio al
servicio de los ciudadanos, por ello, a pesar de los cambios
tecnológicos, la esencia de la radio pervive. Para Trujillo,
Ceuta es un paraíso que “tiene un gran tirón entre los
radioaficionados”.
Pregunta.- La Unión de Radioaficionados de España cumple 60
años, ¿ha ido a la par de los cambios sociales y
tecnológicos?
Respuesta.- Por supuesto, sobre todo, las tecnologías. Se
empezó construyendo uno mismo los equipos, con sus propias
antenas, y ahora está todo inventado, se compra. Las antenas
son más direccionales, ha llegado internet, la telefonía
móvil. Antes era raro no ver a alguien con un walkie y ahora
lo único que ves son móviles. Los que verdaderamente aman la
radio son los que se han quedado.
P.- A pesar de todo, ¿la esencia radiofónica sigue siendo
la misma?
R.- Sí porque los radioaficionados son investigadores
naturales y embajadores de su tierra, y los adelantos
tecnológicos han salido antes del radioaficionado. El chat,
la videoconferencia, lo hacemos nosotros desde hace tiempo
con la ATV, la televisión de barrido lento. Pero claro, los
ingenieros japoneses hacen auténticas maravillas.
P.- ¿A qué problema responde actualmente la radioafición?
R.- El desconocimientos de las autoridades locales sobre la
labor que cumple el radioaficionado aunque Ceuta es una
excepción. Algunos sólo se acuerdan de nosotros cuando
truena y nosotros estamos en tiempos de paz, guerra o
catástrofe; cuando fallan todas las comunicaciones, los que
estamos somos los radioaficionados, y Ceuta es pionera en
este campo, coordinadora de la red de Protección Civil.
P.- De los 23 congresos anuales que lleváis celebrados,
dos se han desarrollado en Ceuta, ¿existe predilección?
R.- Son los asistentes los que deciden y siempre votan la
ciudad autónoma por el trato que nos dan, el ambiente
extraordinario, los extraordinarios obsequios que se dan a
los congresistas e incluso ponentes americanos son los que
se proponían. Ceuta tiene un gran tirón dentro de la
radioafición, es un paraíso.
P.- ¿Recuerda algún momento clave en el que los
radioaficionados hayan sido el salvavidas de un conflicto?
R.- Cuando explotó el barco y los tanques de la refinería en
Algeciras, entre 1986 y 1988. Los medios de comunicación se
colapsaron y para que hubiera coordinación entre los
hospitales, las autoridades y los cuerpos de seguridad, nos
llamaron a nosotros y cada radioaficionado se encargó de una
labor.
P.- Entonces pasamos de la radioafición como un sistema
de comunicación a una herramienta social...
R.- Por supuesto, además por ley estamos obligados a
ponernos a disposición del Estado. Lo que ocurre es que no
nos valoran cuando vivimos el día a día y estamos al
corriente de todo. En algunos sitios incluso me han llegado
a preguntar si todavía existimos.
P.- ¿Cual es vuestra mayor amenaza?
R.- Nos enfrentamos a un grave problema como es la
autorización para colocar antenas y un radioaficionado sin
ella, es como un jardinero sin flor. Hay ayuntamientos que,
al querer legislar sobre las antenas de telefonía o de
impacto visual, quieren meter en el mismo saco a los
radioaficionados, cuando lo nuestro es altruista.
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