Pese a que Ceuta está presente en sus motivos pictóricos, el
artista local Jesús de Miguel comenzó ayer a ser profeta en
su tierra con una exposición que da a conocer su última
etapa en España –vivió durante mucho tiempo en Caracas– en
el Museo de las Murallas Reales. Una retrospectiva reciente
que da una idea de su capacidad, partiendo de un aparente
hiperrealismo paisajístico, para amalgamar o variar entre
diferentes técnicas, como el expresionismo o tintes
surrealistas, pero con un simbolismo conceptual como nexo.
La exposición que cuelga de las paredes del Museo de las
Murallas Reales comprende “un periodo muy corto” en la ya
larga carrera pictórica del ceutí Jesús de Miguel, quien
aterrizó en Venezuela en 1984, donde fue miembro del grupo
de pintores del Valle de Caracas y su Escuela, exclusiva de
paisajes como una forma de estudiar la luz del trópico y la
tradición pictórica de ese país a ese respecto.
De hecho, De Miguel afirma que su “verdadera base pictórica
es totalmente americana”, esto es “aprendí a pintar en la
escuela americana con influencia española, ya que la Escuela
de Caracas fue creada por una serie de pintores españoles,
igual que el idioma”.
“Es una escuela de paisajes muy buena e interesante”,
explica el pintor ceutí, quien hace nueve años regresó a
España. Un veinte por ciento de esa producción –calculo
realizado por el propio De Miguel– se puede contemplar estos
días en el Museo de las Murallas.
No obstante, el artista nunca dejó de incluir motivos de la
ciudad autónoma en sus cuadros. “Me ha interesado siempre
mucho mostrar Ceuta a la gente que tiene una ignorancia
total por esta pequeña ciudad”, comentó De Miguel, quien
advierte que “ya hay gente que conoce Ceuta en Nueva York,
en Miami y en Milán, porque son coleccionistas con los que
tengo una estrecha relación y a quienes envío lienzos sobre
Ceuta con frecuencia”.
Respecto a su obsesión por el paisaje, De Miguel cree que
“ayuda a conocer la atmósfera y la luz, pero también se
pueden decir muchas cosas, ideas a través de ellos, pese a
lo que se pueda pensar”.
Es, de hecho, según califica su pintor, “un simbolismo del
paisaje”, huyendo de la etiqueta de surrealismo, aunque
reconoce su influencia.
“La pintura tiene que decir algo de muchas maneras”, opina
De Miguel, “mientras el arte abstracto se ha centrado en la
innovación, yo he preferido alimentarme de esas nuevas
técnicas, pero sin romper con la figuración”.
Así, este pintor que tiene repartida una importante parte de
su obra en galerías, colecciones privadas y museos a un lado
y otro del Atlántico, reconoce que sus cuadros tienden a ser
observados a cierta distancia, en una suerte de
hiperrealismo que puede contener técnicas como el
expresionismo o incluso el cubismo.
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