Uno de los méritos más destacados y que han llevado a
Patarroyo a ser el merecedor del Premio Convivencia en su
undécima edición fue su negativa a ceder la patente de la
vacuna contra la malaria a las multinacionales farmaceúticas,
entre otros logros.
Manuel Elkin Patarroyo se graduó en 1970 por la Universidad
Nacional de Colombia y un año después obtuvo su doctorado en
Medicina y Cirugía. En la misma fecha, se casó con la
pediatra María Cristina Gutiérrez, con quien tuvo tres
hijos, de los cuales dos han seguido los pasos de su
antecesor. Desde pequeño, Patarroyo sintió admiración por
Luis Pasteur, la inmunología y la virología, de modo que su
carrera profesional se orientó a la investigación en
diversos centros nacionales y extranjeros, en particular
estadounidenses y suecos.
En la Universidad Nacional fundó el Instituto de Inmunología
del Hospital San Juan de Dios, en el cual ha adelantado
investigaciones sobre lupus, marcadores genéticos, leucemia,
susceptibilidad genética de la fiebre reumática,
tuberculosis y lepra.
En 1983, su equipo de trabajo inició los trabajos sobre la
malaria alcanzando grandes logros, la obtención en 1984 de
una vacuna sintética (SPf 66) que se ha ido perfeccionando y
ha mostrado siempre resultados contundentes. No obstante,
desde el extranjero y dentro del país incluso, la envidia de
otros investigadores, la acción de las multinacionales
farmacéuticas y las importante sumas en juego entorpecieron
la labor científica. En un acto de generosidad, Patarroyo
donó la vacuna, en nombre de Colombia, a la Organización
Mundial de la Salud (OMS) en mayo de 1993. Un año más tarde,
le fue concedido el premio Príncipe de Asturias de
Investigación Científica y Técnica. El antídoto fue avalado
por la OMS en 1995 tras determinarse su grado de eficacia en
África y Asia .
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