Atracados en el puerto de Ceuta con rumbo a ninguna parte.
Así se encuentran los doce tripulantes del Rhone varias
semanas después de que el capitán, el armador, la marina
mercante turca y su embajada en España intentaran ponerse de
acuerdo en un diálogo de sordos sobre el futuro de la
embarcación y de los hombres a bordo. Sin salario desde hace
más de tres meses, malviviendo con la ayuda de la Capitanía
General de Ceuta, la tripulación no tiene otra cosa que
hacer si no tomar té en cubierta y pasear por el centro de
la ciudad. El oficial segundo, Hussein Aslam, afirma que se
sienten presos de la incomunicación.
Amarrados a un limbo jurídico, donde se no sabe si pedir
responsabilidades al armador, el patrón, la naviera, la
marina mercante turca y así hastas media docena de posibles
intermediarios, la tripulación del Rhone continúa esperando
la llamada de los diplomáticos de su país para poder
regresar a casa y, a poder ser, habiendo percibido los
125.656 euros que se le adeuda como pago de sus salarios.
“Tenemos problemas de abastecimiento, de salud, de
comunicación entre el capitán y el armador. Sobre todo
tenemos eso, un gran problema de incomunicación”, expone en
tono preocupado el oficial segundo de la nave, Hussein Aslam,
que ha tomado el mando de la situación.
En la cubierta, sobre el hule que recubre la mesa donde se
beben a sorbos pequeños vasos de té, la tripulación soporta
bajo un sol de justicia otro día más sin ninguna noticia de
la embajada.
“Se nos hace muy difícil estar aquí sin ningún dinero para
tomar un café o cualquier otra cosa”, continua explicando
Aslam con voz desconsolada. “Muchos de nosotros vamos de vez
en cuando al centro de la ciudad, damos muchas vueltas,
vemos cómo otros bailan y se divierten, pero nosotros no
tenemos dinero”, añade.
Aslam lleva catorce meses embarcado. A lo largo de su
singladura desde Rusia, ha estado a punto de abandonar la
nao en varias ocasiones por problemas bien de averías, bien
con el pago de sus salarios. Ha sido convencido una y otra
vez para que regrese a su puesto, y ha accedido una y otra
vez, sin que el propietario del buque, Ortak Denizalit, ni
el patrón, Kaan Curtulus, hayan conseguido mandar un mensaje
nítido a una tripulación desesperada desde que quedó en
aguas de nadie.
“Los verdaderos problemas comenzaron en el Canal de La
Mancha, cuando el temporal causó desperfectos en el casco.
Mandamos un telegrama al armador para que buscara una
solución”, relata el portavoz de la tripulación. “Entonces
nos mandó que nos dirijiéramos a puerto, bien a Gibraltar,
Algeciras o Ceuta, pero en el primero no cumplíamos los
requisitos”, prosiguió narrando con detalle. “En Gibraltar
no nos permitieron atracar. Hubo nuevo cruce de telegramas y
el armador pretendía que siguiéramos hasta Turquía. Nos
sublevamos. El resto de la historia creo que ya la
conocéis”, remató.
El buque está pendiente de una inspección de la Capitanía
Marítima de Ceuta, mientras los doce tripulantes que sufren,
ya impasibles, la espera sólo aguardan a que se tome una
decisión por parte de las autoridades turcas.
Algunos miembros de la tripulación padecen problemas de
estómago y hasta de asma, después de pasar 22 días en Vyborg
sin agua para lavarse, ni medicamentos, ni los víveres más
elementales para alimentarse. Aunque todos han recibido ya
atención de las autoridades ceutíes.
|