Hoy, lunes 12 de octubre, es el
día en el que se conmemora la efeméride histórica del
Descubrimiento de América por Cristóbal Colón, la Fiesta
Nacional de España o el Día de la Hispanidad por ello, he
decidido escoger esta fecha para compartir mis reflexiones
en relación a otro hecho histórico para nuestra ciudad,
enmarcado en marzo de 1995, fecha en la que las Cortes
Generales aprobaron el proyecto presentado de Estatuto de
Ciudad Autónoma de Ceuta, desde ese día, nuestra ciudad ha
gozado de su propio régimen de autogobierno por decisión
mayoritaria de los ceutíes. Un Estatuto, que nos ha
permitido participar legítimamente en todos los foros
autonómicos existentes, gestionar directamente algunos
impuestos especiales cedidos por la Administración General
del Estado así como, recibir los diferentes fondos de
compensación interterritorial que nos ha permitido alcanzar
los mejores años de nuestra corta historia democrática.
Un Estatuto, que junto al de la Ciudad hermana de Melilla,
completaron el sistema autonómico recogido en la
Constitución Española de 1978 para posteriormente, a partir
del año 2004, iniciarse un profundo proceso de actualización
de algunos de los ya existentes, que introdujeron mejoras
importantes, que les ha beneficiado en muchos aspectos
destacando entre todos ellos, el de la financiación
autonómica a través de, una serie de conceptos entre los que
debemos destacar el denominado “deuda histórica”.
Por tanto, quizás sea el momento propicio para iniciar los
trabajos de Reforma de nuestro Estatuto, actualizándolo y
equiparándolo a los de las autonomías, que ya han sido
aprobados por las Cortes Generales al objeto, de no quedar
descolgados del actual marco autonómico, introduciendo las
mejoras necesarias. Debo recordar, que este proceso recogido
por la Constitución Española señala tácitamente la necesidad
de alcanzar un acuerdo por la mayoría absoluta de todos los
miembros de la Asamblea y su posterior aprobación por las
Cortes Generales.
No obstante, el inicio de cualquier trabajo debería ser, sin
ninguna duda, alcanzar el máximo rango, el de Comunidad
Autónoma lo que subsanaría perfectamente, la diferenciación
actual existente entre comunidades autónomas y ciudades
autónomas, que tanto nos ha perjudicado a lo largo de
nuestra corta historia democrática al posibilitar la
reiteración en las peticiones ilegitimas de soberanía
provenientes del país vecino, que serían acalladas
inmediatamente. Por tanto, es momento de integrar voluntades
en torno a este objetivo concreto en beneficio de la
ciudadanía en general sin distinción de credos religiosos.
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