La onomatopeya denota una risilla
aviesa. Como la del perro Pulgoso. Je, je, je… Por favor,
ríanse conmigo de los derechos y garantías que, con tanta
pulcritud y buen tono, aparecen en nuestro texto
constitucional. Eso sí y en honor a la verdad, tener una
Constitución rebosante de derechos resulta “muy” elegante.
Luego, la aplicación de “esos” Altos Principios es cuestión
más peliaguda y bastante más incómoda e inoportuna.
Y lo digo refiriéndome al caso Gurtel, donde, por la prensa,
nos hemos podido enterar de las trascripciones de las
conversaciones telefónicas e incluso asistir, con un espasmo
de horror, al hecho siniestro de que, los imputados, tenían
intervenidas las comunicaciones con sus abogados. ¡Tomen
garantías!.
El que ya, hasta los letrados, desconfíen de los locutorios
por si la policía está gravando con la aquiescencia de un
juez, es algo que produce escalofríos. Lógico el poner en
cuarentena los derechos constitucionales cuando se trata de
delitos de terrorismo o que afecten a la seguridad del
Estado. Vulneración de los derechos más elementales cuando
no se investiga terrorismo ni se va a salvar vidas, sino que
se investigan trajines y no hay más fin que joder al
adversario político. Pero ¿Ustedes se extrañan de este
estado de cosas? Pues si lo hacen es que son unos obtusos. O
unos crédulos. O padecen algún tipo de minusvalía mental que
les hace merecedores de uno de esos subsidios a los que, el
pueblo llano, llama “paguillas”.
Yo estoy libre de pecado. Porque, la larga experiencia me ha
hecho, no incrédula, sino realista, así que puedo tirar la
primera piedra que no es tal , sino un salivazo dirigido
certeramente a quienes hoy ponen el grito en el cielo por la
publicación de datos y fechas de un procedimiento, escuchas
incluidas y estrategias de abogados demostradas. Dicen que,
los Gurteles, elegían a letrados bien relacionados. Normal
en un Estado Dedocrático que es aquel en el que se señala
con el dedo, no la excelencia, sino el amiguismo, “la mano”
y “los contactos”. Todo funciona así. Y así ha sido siempre
aceptado, ya dice nuestro sabio refranero lo de que “el que
no tiene padrinos no se bautiza” y se capitaliza más el
alardear de que se tiene a un colega juez, o fiscal, o a uno
con muchas “influencias” que el ir con el conocimiento, la
rectitud y la voluntad como único activo a ofertar al
cliente. Así las “influencias” valen en esta moral de
ladillas mucho más que la inteligencia. Hay los antivalores
que hay y no nos vamos a sulfurar porque liberamos la
hormona del estrés y se nos tuercen las moléculas y puede
entrarnos un “repente”.
Je, je, je… Cara de “repente” se les ha puesto a los peperos
con lo que ellos deben denominar internamente “escandalazo”
y externamente “proceso inquisitorial” o alguna mandanga
afín. Sin razón. ¿O es que los Gurteles han ocupado horas y
horas es las más vulgares tertulias del corazón televisivo
como aquellas en las que crucificaban públicamente a los
“malayos”? ¿Clamaban los del PP por las garantías
constitucionales cuando salían los malayos esposados de
casas y despachos, cuando mandaban detener a las hijas para
machacar a los padres y cuando repartían equitativamente las
grabaciones de las casas de los “presuntos inocentes” (es
coña) y vendían las fotos de sus fichas policiales a
revistas y televisiones? No. No clamaban. La peliteñida
alcaldesa de Marbella sigue alardeando de que ha sido “ella”
que no la Justicia, la que mantiene al ex alcalde Juan
Antonio Roca en la cárcel. ¿Por “influencias”?. Otra. Cuando
presentamos más de un millón de firmas pidiendo el indulto
para el héroe General Rodríguez Galindo, el hombre que ha
desarticulado más comandos de ETA y en cuya biografía,
último párrafo de la última hoja aparecemos mi marido, el
viejo pintor y yo, cuando España entera asistía horrorizada
a la soledad y a la enfermedad del soldado, tirado como un
perro en Ocaña, Aznar se cerró en bandas y no quiso
indultar. ¡Jódase General!. Vale. Y ahora los del PP, tan
terribles en sus venganzas, se ven con más pregones que la
Semana Santa y tienen que tragar quina. Y no lamentarse, por
aquello de la festividad de San Martín y porque son
afortunados en el fondo. Al menos Belén Esteban no es la
cronista oficial televisiva del Gurtel como lo fuera el
“Aquí hay tomate” de la Malaya.
Y todos estos lodos son bienvenidos si nos llevan a la
convicción de que hay que reformar la Constitución y exigir
que diga la verdad. ¿Derecho al secreto de las
comunicaciones? ¿Derecho al honor y a la intimidad? ¿Derecho
a la presunción de inocencia?. Je, je, je…
Y Belén Esteban como cronista de la Gurtel. Y fotos de las
fichas policiales de los trajinosos al revisteo, pa que nos
empapemos. Y a ver cuando coño detienen a los hijos y las
hijas de los imputados, que eso desmoraliza mucho. Je, je,
je…
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