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OPINIÓN - JUEVES, 8 DE OCTUBRE DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Zambras taurinas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Muchas personas me han preguntado a quién me refería cuando, hace nada, escribí unas líneas sobre un político que guardaba debajo de la cama de matrimonio una maleta llena de... objetos valiosos. Y a todas les he respondido de la misma manera. Piensen ustedes... Que no es tan difícil dar con él. Porque, como comprenderán, no voy a ser tan lerdo como para propalar su nombre. Ni siquiera haciendo uso del “boca a boca”.

Muchas personas han querido saber las razones que tengo para no darle al pico acerca de unas escenas que presencié durante una época en la que un tío que se creía el rey del mundo andaba gimiendo por los rincones. Y contesto lo siguiente: porque este periódico no está para tales menesteres.

Pero siempre hay alguien que suele responderme: usa internet por tu cuenta y riesgo y nos deleita aclarándonos ciertos pasajes vividos por ti. Porque a tu edad, y sabiendo como eres, más de uno acabaría metiendo el rabo entre las piernas.

Tampoco lo creo conveniente. Puesto que hay personas a las que les tengo ley y lo último que haría es preocuparles. No olvidemos que Ceuta es una ciudad donde prima la endogamia y cuanto se diga tiene efecto dominó. Amén de que en las ciudades pequeñas todo se exagera y los prejuicios cristalizan con una dureza extraordinaria.

Tampoco han faltado los que se han interesado por los motivos que he tenido para, de un tiempo a esta parte, hacerle el artículo a Pedro Gordillo, cuando toca o lo creo de recibo. Y no he tenido el menor inconveniente en contestar: cuando Gordillo anduvo bajo cuidados médicos, y restableciéndose en su casa, muchos fueron los que empezaron a segarle la hierba bajo los pies. Podría dar nombres y apellidos de cuantos se apuntaron a la operación de hundirle. Todos ellos tenían una consigna: es el momento de acabar con él. Ahora o nunca.

Fue entonces, conociendo además a las personas que dirigían la operación de acoso y derribo contra Gordillo, cuando decidí sentarme con el editor de este medio para decirle que desde ese momento el vicepresidente de la Ciudad y presidente del partido tendría, por mi modesta parte, ayuda en situaciones concretas. Sobre todo en las que se emplearan ataques desmedidos contra su persona, por los que pensaban y hasta celebraban ya, que sus arrerruchos acabarían por menguarle la salud. Impidiéndole, cómo no, su vuelta al tajo. Y, caso de que así no sucediera, se meterían con él para acelerarle y mandarle nuevamente al hule del dolor.

Debo decir, cuanto antes, que el editor, cada día menos dado a tomar decisiones drásticas, en ningún sentido, entendió mi postura y me dejó hacer al respecto. Las consecuencias no se hicieron esperar. A Gordillo se le tachó de maletero durante una visita institucional. Intentaron mofarse de él. Sin caer en la cuenta de que Ceuta quedaba en la prensa murciana a la altura del betún. Aunque el hecho sirvió para que se retratara uno de los varios urdidores de la operación contra Gordillo. No, Vicente Álvarez es un chiquilicuatre. Una criatura, además, desconsolada por padecer de vejez prematura.

(Fuera de concurso. Voy a parafrasear a Quevedo. Vicente Álvarez: eres un marido en ocho cuerpos, como una obra o un armario, es decir, un marido y siete amantes de la que tú sabes. Mis saludos).
 

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