Hablar de Mohamed Chaib, lo
he dicho muchas veces, y lo que te rondaré, morena, es
hacerlo de una persona crecida en la calle. La que comenzó a
patearse en cuanto tuvo uso de razón. La calle ha sido para
él su universidad. Aunque conviene resaltar que sus estudios
bases los aprovechó de manera que le han permitido ser
propietario de una estupenda instrucción.
Pero lo mejor de mi querido amigo, aquí sí que la palabra
amigo me sale limpia, clara, sin miedo a pronunciarla por el
mal uso recibido, es su deseo de aprender constantemente. El
que le ha permitido ir evolucionando sin prisas pero sin
pausas. Así ha conseguido que sea un gustazo hablar con él
de cuanto se encarte.
Lo pude comprobar una vez más, el lunes, mientras comíamos
con unos empresarios cordobeses, que en su día me fueron
presentados por mi amigo y con los que congenié desde el
primer instante. El lunes, como digo, nos sentamos a una
mesa Pepe Montes –no confundir con el nacido aquí- y
su mujer, Toñi; Luis Parrillas y Chaib.
A Luis Parrillas lo llevo tratando ya hace mucho tiempo. Y
debo decir que se ha ganado el respeto, el afecto, y la
simpatía de todos los empleados del Hotel Tryp. Su llegada
al hotel, cada semana, es celebrada por cuantos han tenido
la oportunidad de conocerle. Hasta el punto de que cuando él
está alojado en el establecimiento todos percibimos que
podemos ser mejores. Ya que su forma de ser y su alegría
contagiosa nos ponen en condiciones de desechar las
conversaciones absurdas.
Con LP llegó, hace tres o cuatro semanas, Montes la Rubia. Y
éste, además de aprovechar la ocasión, como empresario que
es, para ponerse en contacto con otros empresarios, dedicó
su estancia a empaparse de la vida de Ceuta. Y durante esos
días tuvo la oportunidad de caerse de boca por esta ciudad.
A la que no venía desde hacía un mundo.
No hace falta decir que tanto Luis Parrillas como Mohamed
Chaib hicieron de cicerone de Montes. El cual se marchó con
la idea de regresar muy pronto en compañía de su esposa a la
que no cesó de elogiarle lo que él había visto y tanto le
había gustado.
Y están en Ceuta desde la semana pasada. Y la están
disfrutando de lo lindo. Lo oí durante la comida. Con la
consiguiente satisfacción. Pues, aun no habiendo nacido
aquí, llevo viviendo en esta tierra casi treinta años. Y
cuanto oigo de bueno, acerca de ella, me complace muchísimo.
Pero nuevamente, y perdonen mi insistencia, me veo obligado
a destacar la labor que en estos casos hace Chaib. Atento
siempre a facilitar la tarea de cuantos llegan a Ceuta con
muchas dudas por desconocer la ciudad. Y pronto, lo he
comprobado una vez más, los forasteros reconocen la ayuda
que reciben por parte de un hombre que habla lo justo, que
mide sus palabras, y que no se da pote de nada. Aunque sabe
más que los ‘ratones colorados’. Lo cual, acompañado de
lealtad, sentido común y un saber estar inmejorable, le han
convertido en asesor de cuestiones sencillas. Que son, al
fin y a la postre, las más complicadas.
(Fuera de concurso. Vicente Álvarez: como sé que
tienes las hormonas femeninas revueltas, vaya el consejo:
ponte a bailar la danza del vientre. A ser posible, ante
espectadores. Y mejorarás. Seguro que sí).
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