Es lo que parece primar en el
Obispado de Ceuta, cuidando y preocupándose de los fieles de
su diócesis y tratando de, desde lo que ellos pueden,
proteger la salud de esos fieles, entre los que debo
encontrarme, aunque sólo sea por cuestión de residencia.
Desde hace varios años, aunque a intervalos demasiado
espaciados, he seguido y he plasmado por escrito lo que
pensaba, por sus actuaciones, de nuestro obispo,
especialmente cuando en una ocasión nos privó de un gran
sacerdote que impartía la docencia en el IES “Siete
Colinas”.
Recuerdo que en aquella ocasión, un buen cura tuvo que hacer
las maletas y marcharse a la península, muy cerca de Cádiz,
mientras la parroquia que él atendía muy bien y el instituto
en el que era un buen profesor tuvieron que esperar a que
llegara el sustituto, que, a decir verdad, en el instituto
hubo suerte, en la parroquia no lo sé, por no haber
frecuentado, desde entonces, demasiado dicha parroquia.
La atención del señor obispo de Cádiz y Ceuta, antes de
Ciudad Rodrigo, en aquella decisión no nos agradó y así lo
manifestamos.
Pues bien, ahora el Obispado aconseja no besar las imágenes
por la gripe A, no lo entiendo, y no lo entiendo, porque veo
que con esta recomendación volvemos a inculcar el miedo, tal
como lo vienen haciendo otros organismos, ante una situación
“pandémica” que, afortunadamente, hasta hoy no se está
portando tan mal como para satanizarla dentro de las
iglesias.
No voy a entrar ahora en si esos abrazos, caso de Santiago,
en Galicia, o besos, como por ejemplo, en la adoración del
Niño en Año Nuevo, son algo que entren en el campo de la
sensatez o no, por cuestiones de salud o por cuestiones de
racionalidad, pero lo que me parece una hipocresía rayana en
la demencia es que ahora, precisamente aprovechando una
publicidad de intimidación, aparezca el Obispado con esa
cantinela.
Con actitudes así, desde nuestro Obispado, se acaba, por
fin, dando la razón a quienes tildan de meras fórmulas, sin
otro sentido, a ciertos ritos eclesiales que eran como una
cortina de humo a través de la que no se veía más allá algo
racional.
Cuando dice el Obispado “que el rito de la paz, que es
potestativo, se puede suprimir o recomendar otro gesto que
no implique el contacto físico entre los fieles”, nos están
poniendo de manifiesto que cualquier parte es desechable o
cambiable en las normas que hemos venido utilizando como
válidas.
Lo que sí es cierto es que no quieren cargar con ninguna
responsabilidad, hasta el punto de que el Obispado indica
que “donde sea posible se suprima el agua bendita de las
pilas de entrada a los templos”. Aquí la pregunta sería ¿Qué
es eso de donde sea posible?. Pero lo soluciona con un
“respetando siempre el modo como cada fiel desee recibir al
Señor”.
¡¡Qué poco tacto y menos tino han tenido!! Y me duele, de
verdad, decirlo así, pero quieren, por un lado sumarse a la
propaganda demagógica y “ a escondidas” hablan de recibir al
Señor.
No lo entiendo y más de un fiel de los de asistencia diaria
a templos y demás, puede estar dudando sobre qué es lo
primero, si acercarse a ese Señor del que siempre hablaron,
como la meta suprema o protegerse, no vaya a ser que al
acercarse le contagien la gripe A.
Han vuelto a errar, de momento sin H.
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