LUNES. 28
Se inaugura el Hospital Universitario de Ceuta. Una gran
obra en todos los sentidos. Un hecho esperado desde hacía ya
bastantes años y que ha colmado de satisfacción a los
ciudadanos. El acontecimiento es presidido por la ministra
de Sanidad y Política Social, Trinidad Jiménez. Cuyo
discurso es tan claro como breve y sencillo. Luego se formó
una comitiva, cuyos componentes habían sido elegidos de
antemano, para acompañar a la ministra por todo el edificio.
A los invitados, que éramos unos pocos, se nos dijo que
podíamos matar la espera tomando café y unas pastas en un
bar montado al efecto. A mí, que había ido a la inauguración
por corresponder educadamente a la invitación de la
Delegación del Gobierno, ni me apetecía desayunarme, puesto
que voy a esos sitios con mis necesidades cubiertas, ni
quedarme más tiempo que el preciso. Pero, durante ese
tiempo, pude comprobar el enorme desaire que se le hizo al
portavoz del grupo UDCE-IU, Mohamed Alí. Con quien no
se había contado para que formara parte de ese cortejo
designado para conocer las nuevas y modernas instalaciones.
En fin, que pregunté al respecto y las explicaciones que me
dieron no fueron convincentes. Así que a lo mejor me da por
hacer columna de una acción desafortunada en todos los
sentidos y que, por supuesto, no ayuda a creer en la tan
cacareada convivencia.
MARTES. 29
Tropiezo con Ahmed Idriss, diputado socialista en la
Asamblea y representante del grupo árabe del partido en la
ciudad, y nos ponemos a charlar. Más bien continuamos con la
conversación que habíamos empezado durante la inauguración
del Hospital Universitario. A Ahmed Daris, como médico de
cabecera que fue de una señora a la cual quise mucho, le
tengo aprecio. Y es que nunca olvidaré el trato que le
dispensó a la enferma. Su manera de hablarle, de animarla,
de conformarla. Después le dije que tampoco he olvidado el
comportamiento que tuvieron las personas encargadas de la
sección de cuidados paliativos. Entonces, al frente de ese
equipo, iba la doctora Fabiola. Y es cuando Ahmed me destaca
la enorme labor que vienen haciendo los componentes de
cuidados paliativos. Una labor merecedora de ser propalada.
Puesto que tratan por todos los medios de ayudar a morir
dignamente. Porque el dolor físico no admite buenas
palabras, sino hechos capaces de evitarlos. También le dimos
un repaso a la política local. Carente de importancia, eso
sí, y por ello no hago el menor comentario
MIÉRCOLES. 30
Con Francisco Pérez Hita me ha pasado a mí como con
otras muchas personas desde que tuve uso de razón. Me
explico: que hablo con ellas, una y otra vez, sé donde han
militado, que profesión tienen, a qué se dedican, y sin
embargo a la hora de la verdad me encuentro con que ni
siquiera recuerdo sus nombres. Y lo paso fatal. Ya que
cuando he querido referirme a ellas he tenido que hacerlo
mediante descripciones por encima. Pero hoy, en cuanto tuve
la oportunidad de coincidir nuevamente con Pérez Hita
tomando el aperitivo, he dicho basta de olvidos. Y me he
grabado a fuego su nombre en la memoria. Y aquí estoy
dispuesto a decirle que me cae la mar de bien. Por más que
me hayan colgado el sambenito de que yo detesto a todas las
personas que formaron parte del GIL. Y que me parece un
contertulio extraordinario. O sea, que charlar con él me
apetece mucho. Resumiendo: que es la primera vez que pongo
en blanco sobre negro cuatro letras sobre Francisco Pérez
Hita. Y espero que no sean las últimas.
JUEVES. 1
Esta semana se está notando que la plana mayor del Gobierno
local ha salido de viaje. A estas horas no sé si sus
miembros habrán regresado. El caso es que yo estoy echando
de menos su falta. Porque en los alrededores de la Casa
Grande no se forman los corrillos a la hora del aperitivo.
En los que siempre, cómo no, se suele cazar algún comentario
sabroso. Semejante situación de vacío, me hace recurrir a la
imaginación para sacar estas páginas adelantes. En las que
me veo obligado a contar solamente escenas locales. Las
páginas, eso sí, son muy agradecidas. Lo admiten todo: lo
político, lo social, lo deportivo, y cualesquiera anécdotas.
Estos días, lo confieso sin pudor, lo he dedicado a contar
ciertas cosas en la calle sin tapujos que valgan. Cosas que,
por los dichosos prejuicios, no se publican. Pero quienes
escribimos en periódicos sabemos que el empleo del ‘boca a
boca’, es decir, el contacto directo con los lectores,
ofrece unas ventajas estupendas. De modo que hoy he hecho mi
recorrido por lugares habituales y he largado a
conveniencia. La primera visita fue para ‘La Pérgola’
–magnífico restaurante-. Donde me cundió la cháchara con
Miguel Ángel Vallejo, durante casi una hora (por cierto,
la lumbalgia de Miguel Ángel había cedido. Así que lo
celebré copa en alto). Durante esa hora nos reímos cuando
tocaba y nos pusimos serios cuando nos dio la gana. Luego me
di una vuelta por el Hotel Tryp. A fin de darles las gracias
a los empleados por las atenciones que habían tenido conmigo
el día anterior. Buenos profesionales hay en el Tryp. Y
finalicé mi recorrido en ‘La Dehesa’: otro restaurante
destacado de esta ciudad. Resumiendo: que al final me di
trazas suficientes para darle vida a la miscelánea semanal.
Que la disfruten...
VIERNES. 2
Una vez más vuelvo a tener la oportunidad de conversar con
José Fernández Chacón en un acto público. En esta
ocasión, se trata de la celebración del patrón de la Policía
Nacional: El día de los Ángeles Custodios. Y aprovechamos la
copa de vino español que se sirve en los salones del Hotel
Ulises para hablar y de paso reírnos un poco. Al delegado
del Gobierno, entre otros asesores, lo acompaña Jesús
Padillo: director Provincial de Fomento. Y, aunque tengo
la completa certeza de que hace ya tiempo me lo presentó
Fernández Chacón, la verdad es que con Padillo me pasaba
tres cuartos de lo mismo que con Francisco Pérez Hita.
Es decir, que en cuanto llegaba a casa se me había olvidado
su nombre y su cargo. Hasta que hoy consigo hacerle
justicia, no sólo acordándome de su nombre y de su cargo,
sino también volviendo a destacar, porque así lo he hecho
también en una columna, su enorme sentido del humor, su
llaneza, y la naturalidad con que se ofrece a los demás. Una
forma de ser, la de Padillo, director Provincial de
Fomentos, que me complace airear.
SÁBADO. 3
Les voy a hablar, porque el día es propicio para ello, de
Vicente Álvarez. Sí, hombre, el que hace dibujitos en un
medio local y que destacó sobremanera cuando el GIL llegó a
la ciudad para acabar con la presidencia de Jesús Fortes.
Lo primero que hizo el bueno de Vicente es presentarse ante
Antonio Sampietro para decirle que él era el hombre que
más atributos tenía en Ceuta. Y Sampietro, un poco cortado,
reaccionó de la siguiente manera: “Le creo, Vicente, le
creo; pero haga el favor de prepararme un boceto en el cual
pueda yo hacerme a la idea de cómo es la liebre que dice
usted tener por órgano viril”. Y, tras varios dibujos al
respecto, eligieron el miembro que había de adornar a la
‘pavana’ para que ésta luciera cual símbolo del poder que
los ‘gilistas’ habían obtenido en Ceuta. Pero, al poco
tiempo, a la ‘pavana’ le falló la circulación sanguínea y su
cosa quedó yerma e imposibilitada para funcionar. Verdad es
que trataron por todos los medios de reanimarla. De
inyectarle savia nueva. Mas ni siquiera los estímulos
adecuados lograron que el falo de la ‘pavana’ funcionara. De
modo que la ‘pavana’ sin erecciones que ofrecer, se puso al
servicio de Juan Vivas. Y a su edad, pues está en la flor de
la vida, produce tristeza el verla emasculada. Qué será de
ella, nos preguntamos muchas personas, cuando sea
septuagenaria. ¿Verdad, Vicente Álvarez?
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