Nuestra ilusión se volvió a
quebrar, se quedó en sólo eso, en ilusión, tras cuatro años
más de buen trabajo y con unas instalaciones casi
concluidas.
El día 2 de octubre del 2009 puede ser para Brasil,
concretamente para Río de Janeiro, el día más feliz, tal
como se mostraba en el semblante de su propio presidente
Lula da Silva.
Lula lloró de emoción, otros, los primeros los de la
expedición de Chicago, los de la de Tokio y, finalmente, los
de España se tragaron las lágrimas y se volvieron a casa, de
vacío.
Lo primero que hay que empezar a preguntarse es si la
concesión de la organización de unos Juegos Olímpicos se
hace de una manera limpia y atendiendo a lo que hay en
realidad, o si estamos empezando a hablar de globalización,
para que cualquiera pueda acceder a ello, aunque no esté
preparado para esos menesteres.
Si ya extrañó que la FIFA concediera la organización de un
Mundial a Sudáfrica, con unas instalaciones, peor que
mediocres, y una total carencia de plazas hoteleras, no nos
debe extrañar que, ahora, el COI haya decidido que sea Río
de Janeiro el que organice las Olimpiadas del año 2016,
cuando otras aspirantes, especialmente Madrid, tenían ya las
instalaciones, prácticamente, ultimadas.
Lo político, sin embargo, aquí no parece que haya aportado
nada y muy especialmente se ha visto cuando Chicago, a pesar
de haber contado con el mismísimo Obama, fue eliminada la
primera. A continuación cayó Tokio y en el mano a mano entre
Madrid y Río de Janeiro fueron los brasileños los que
lograron “el oro”. “La plata” fue para España, pero aquí un
segundo puesto es casi un fracaso.
Ahora mismo, no sé si Madrid volverá a repetir, pero lo
cierto es que, aunque se ha quedado sin Juegos Olímpicos, la
capital de España se ha transformado con este proyecto y hoy
es mucho más cómoda y moderna que hace tan sólo diez años.
No se perdió todo.
Si Obama fue el primer perdedor, el que tampoco logró un
éxito fue Juan Antonio Samaranch, quien en su alocución,
mitad despedida, mitad súplica, a sus 89 años, no fue
atendido por los miembros del COI que se decantaron por la
candidatura brasileña.
Dicen que en la primera votación, cuando fue excluida
Chicago, España había logrado 28 votos, la que más y Río de
Janeiro 26, pero a partir de aquí los votos americanos
primero y los orientales después se decantaron por Río de
Janeiro y a Madrid tan sólo llegaron otros cuatro más.
Al final, pues, “derrota por goleada” 66 – 32, a pesar de
que, desde todos los ángulos se ha comentado que la
organización de Madrid era la que más convencía, porque
tenía las instalaciones casi concluidas ya, mientras al otro
lado del Atlético, según su presidente, hasta el 2016
tendrán que dormir menos los brasileños, porque hay que
trabajar mucho, de ahora en adelante. ¿...?.
¿Ha llegado la hora de los que parecía que habían estado
olvidados?. Eso parece, porque en todo el bloque
suramericano jamás hubo unos Juegos Olímpicos, con lo que
nada debiera extrañarnos que para próximas convocatorias,
igual que en fútbol Sudáfrica, podrían solicitar unos Juegos
Olímpicos cualquiera de los países que están “exportando sin
papeles”, y el COI, como si de una ONG del deporte se
tratara, sería capaz de concedérselos.
Si la samba es distintivo brasileño, hasta de aquí a casi
siete años tendremos, todos los días, samba en la mismísima
sopa. Tener buenas instalaciones no sé, pero el “jolgorio”
allí está garantizado.
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