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sociedad - DOMINGO, 4 DE OCTUBRE DE 2009


homenaje a san francisco. fidel raso.

solidaridad
 

Cruz Blanca recuerda las proezas de un patrón que “abrazaba la pobreza”

Los Hermanos Franciscanos junto a fieles,
enfermos y voluntarios rinden homenaje a tres trabajadoras por su entrega y dedicación a la entidad benéfica así como a sus beneficiarios
 

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Fieles, trabajadores, enfermos y religiosos rindieron tributo ayer a la figura de San Francisco de Asís, patrón y fundador de la orden franciscana y de la entidad benéfica Cruz Blanca. Durante la eucaristía oficiada por el deán de la Catedral ceutí se hizo referencia a las proezas de dicha figura como un ser humano que abandonó los bienes fraternales para abrazar la pobreza, imitada esta en su entrega y dedicación por tres trabajadoras de la institución que ayer fueron homenajeadas antes de dar su último adiós a los que durante años han sido una segunda familia.

“La alegría de San Francisco de Asís nos convoca para recordar las proezas de un ser que renunció a los bienes fraternos para abrazar la pobreza y predicar el alma de Dios”. Con estas palabras de admiración y devoción inició el padre Aureliano la eucaristía celebrada en la parroquia de San Ildefonso, en El Príncipe, con motivo de la conmemoración del fundador de Cruz Blanca.

Más de un centenar de personas entre los Hermanos Franciscanos, fieles, enfermos, trabajadores y voluntarios de la entidad benéfica se congregaron ayer en una ceremonia humilde a la par de emotiva en la que faltó la condecoración de tres trabajadoras que dieron su último adiós a la dedicación y entrega hacia los más necesitados. La celebración fue oficiada por el deán de la Catedral ceutí aunque en ella participaron varios feligreses que llevaron ofrendas al altar y pidieron por la paz y la armonía en la familia de Cruz Blanca, nunca lejana al evangelio y siempre próxima a los más vulnerables.

Durante toda la eucaristía, varias lecturas de la palabra de Dios evocaron las hazañas de San Francisco de Asís haciendo que todos los feligreses tuviesen una figura cercana a imitar y seguir en el camino de la vida.

“Francisco de Asís era un joven mundano de cierto renombre en su ciudad. En 1202 fue encarcelado por unos meses a causa de su participación en un altercado entre las ciudades de Asís y Perugia. Tras este lance, aquejado por una enfermedad e insatisfecho con el tipo de vida que llevaba, decidió entregarse al apostolado y servir a los pobres. En 1206 renunció públicamente a los bienes de su padre y vivió a partir de entonces como un ermitaño. Predicó la pobreza como un valor y propuso un modo de vida sencillo basado en los ideales de los evangelios. El papa Inocencio III aprobó su modelo de vida religiosa, le concedió permiso para predicar y lo ordenó diácono. Con el tiempo, el número de sus adeptos fue aumentando y Francisco comenzó a formar una orden religiosa, la de los franciscanos”, contextualizaron las lecturas.

Tras el oficio religioso, Francisca Márquez, Josefa Andrade y Ana Isabel Martín recibieron de Cruz Blanca unas hermosas rosas rojas que acompañadas por una placa de reconocimiento por su labor, despertaron la emoción de los asistentes al acto. “Me he jubilado por enfermedad, no porque me tocase. Llevaba seis años en Cruz Blanca como auxiliar de ayuda a domicilio y enfermería y he conocido a bastantes compañeras. Sé que echaré mucho de menos a los abuelos”, confesaba Ana Isabel Martín, muy emocionada tras ser reconocida públicamente por todos sus usuarios, familiares y amigos.

No menos conmovida se encontraba Francisca Márquez, conocida por todos como Paquita después de quince años de dedicación a la entidad humanitaria. “Mi labor aquí ha sido muy buena, ayudando a los mayores y a las familias de la calle. Te cuentan sus historias, los escuchas y es gratificante pasar las horas con ellos”, reconoció la ceutí.

La última en recibir las sinceras palabras de los Hermanos Franciscanos por su labor desarrollada en la casa del Príncipe fue Josefa Andrade, trabajadora de Cruz Blanca durante trece años. “Quiero dar las gracias a esta entidad por haberme permitido trabajar en un lugar que me encanta y que voy a extrañar. He tenido la suerte de conocer y encontrar amigas estupendas y el hecho de asistir a las familias en sus domicilios y ayudar a los que lo necesitan en un solo rato de charla es satisfactorio y para mí, una devoción que he tenido que dejar por enfermedad”, valoró la ceutí.

Y con sencillas y sensibles palabras el acto religioso concluyó con una jornada de convivencia en la casa de la gran comunidad de Cruz Blanca.
 

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