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La celebración, ayer, del día de
los Ángeles Custodios, sirvió a las autoridades que
acudieron al acto, singularmente al delegado del Gobierno y
al jefe superior del Cuerpo Nacional de Policía, el
celebrante y celebrado, José Luis Torres, exponer su
clarividente visión de cómo debe entenderse la seguridad
pública en nuestros días tal y como la entienden desde sus
puestos de responsabilidad en el ámbito de la Administración
General del Estado. Chacón y Torres dejaron claro que, como
en cualquier otro ámbito de la vida que quiera gestionarse
con la debida diligencia, el de la seguridad no puede
abstraerse de la evolución del resto de la sociedad que lo
rodea. Y nuestra sociedad ha cambiado de una forma, dijo
literalmente con acierto el titular de la institución de la
Plaza de los Reyes, “brusca y acelerada” a todos los
niveles: los sistemas económicos y de producción, los
procesos educativos, del mercado de trabajo, de las
relaciones comerciales e incluso las personales... El
delegado puso un énfasis especial en el campo de las Nuevas
Tecnologías y la Sociedad de la Información, un espacio
gracias al cual están mejorando las condiciones de vida de
muchas personas, especialmente las que viven en la parte más
desarrollada del planeta, abriendo a su vez una sima más
profunda con los demás. En cualquier caso, y como todo tiene
una parte buena y otra mala, este escenario “global” también
ha propiciado una mutación en el concepto de seguridad: las
necesidades de las personas han variado y la obligación de
los Gobiernos es garantizar la máxima de seguridad posible a
los ciudadanos frente a los riesgos y amenazas “disminuyendo
los daños que puedan sufrir evitando situaciones de
violencia antes de que ocurran” para que los ciudadanos “se
sientan seguros y confiados”. Eso implica dotar a los
Cuerpos y Fuerzas de Seguridad de los agentes y los medios
tradicionales suficientes para seguir garantizando la
tranquilidad del ciudadano en el medio físico de siempre,
pero también para asegurarla en el espacio virtual y en
cuantos abra el desarrollo humano.
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OPINIÓN / EDITORIAL
