Los viajes que el Presidente del
Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero realiza a los EEUU
aportan, en todas las ocasiones, datos “reveladores” sobre
la verdadera situación económica en nuestro país. Sí en el
primero de ellos anunciaba contundentemente, que nuestro
país se encontraba en la “champions League” de la economía
mundial ahora, confirma, que la recesión en nuestro país
será menor que en otros países europeos contradiciendo las
informaciones ofrecidas por diferentes organizaciones y
organismos internacionales. .
Mientras la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico alertaba que nuestro país sería el último de todos
los que conforman la Unión Europea en salir de la crisis,
nuestro mediático Presidente afirmaba en la revista Newsweek,
que bastaba salir a la calle para comprobar como nuestro
país no se hundía estrepitosamente cuando, la realidad le
contradice brutalmente mostrando, como las tarteras que se
calientan en los microondas de las oficinas han vuelto a las
pocas obras que, fuera del Plan E, tienen actividad y empleo
mientras, los cuatro millones de parados contabilizados
hasta el momento experimentan una crisis insoportable.
Por tanto, resulta más que evidente que nuestro Presidente
pierde prestigio internacional al mismo ritmo que pierde
credibilidad ante el electorado de izquierdas, que observa
alarmado las últimas decisiones adoptadas por el Ejecutivo
socialista, que supondrán un aumento espectacular en las
cargas impositivas en los próximos meses que afectarán, en
mayor medida, a las clases trabajadoras a pesar, de los
continuos ataques contra el tejido empresarial a quienes
culpan, en estos momentos, de nuestra lamentable situación
financiera.
En definitiva, los españoles no merecemos un Presidente que
dilapide públicamente nuestra credibilidad internacional
tergiversando burdamente nuestra realidad socio económica.
Una realidad basada en los datos proporcionados por
importantes organismos nacionales e internacionales que nos
han situado en las últimas posiciones mientras, nuestros
dirigentes se empeñan en responsabilizar a los empresarios
de todos nuestros problemas mientras, las centrales
sindicales mayoritarias guardan silencio sepulcral en los
peores momentos en la destrucción de empleo de nuestra corta
historia democrática.
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