Uno, cuando habla de la Asociación
Deportiva Ceuta, sólo es para pedirles a los directivos que
procuren por todos los medios acostumbrarse a las críticas.
Y, de paso, recomendarles, aunque sepa que no me van a hacer
el menor caso, que dejen de hacer comparanzas con tiempos
pasados. Por una razón muy principal: porque puede cegarles
el brillo adquirido por un presidente que lo hizo de
maravilla otrora, y durante varias temporadas. Y eso, además
de fastidiar, encoge el ánimo, distrae lo suyo y propicia la
dispersión más absoluta. Amén de que suele causar también
una tristeza infinita: la que yo veo en Felipe Escane,
por ejemplo. Lo cual redunda en contra del equipo.
Pocas veces he escrito yo sobre berenjenales tácticos,
alineaciones y cuestiones físicas o técnicas del equipo
entrenado por Carlos Orúe. Ni mucho menos me he
dedicado a echarle en cara al presidente de la Ciudad las
subvenciones que éste concede al equipo. Y no lo he hecho,
entre otros motivos, porque entiendo que antes hay que
exigirle a la Federación de Fútbol de Ceuta que haga una
auditoría, para que sepamos que se ha venido haciendo con
los dineros, incluidos el de las subvenciones locales, desde
los tiempos de Maricastaña.
Pero nadie habla de esta situación. Y es que
Antonio-García Gaona dice que está dispuesto a morir
antes que dañar la imagen de quien, según sus palabras, fue
como un padre para él. Un padre que nunca distinguió entre
los dineros pertenecientes al organismo y los que él ganaba
por otros conductos. Es decir, que el hombre se hacía un lío
insuperable en ese menester.
A Juan Vivas se le ha acusado, recientemente, de
despilfarrar los dineros públicos a fin de atender las
necesidades del primer equipo local, mientras desatiende
otros pagos. Ahora mismo se me viene a la memoria, quizá
porque el acontecimiento fue hace nada y menos, las facturas
correspondientes a la boda de un señorito de provincias, que
éste sigue considerando de interés general para Ceuta. Como
también consideró en su día de interés general la
celebración del aniversario de una antigualla, y el señorito
de la boda puso la mano en el sitio de costumbre.
Las acusaciones a Juan Vivas van destinadas a ver si éste se
aflige, y pasa a la condición de aflojado. Vamos, que para
evitar que se siga metiendo con él el de pelo jabonero que
hace los dibujitos en la antigualla, es condición
indispensable aflojar la pasta gansa gastada por el señorito
en un día que él considera debe estar en los anales de la
tierra.
Aunque mucho me temo que, dado que quien escribe ha
levantado la liebre, aun a costa de poner al señorito fuera
de sí, los dineros que esperaba recibir en recompensa por
celebrar aquí tan magno acontecimiento, le tardarán en
llegar. O tendrán que hacerlo a través de una agencia
secreta: de esas que han ganado reputación en los países del
Este.
En fin, que no seré yo quien critique las subvenciones que
pueda recibir la Asociación Deportiva Ceuta. Lo que sí haré,
cuando lo crea conveniente, es pedirle las cuentas a García-Gaona
y recordarle a Escane que poner cara de velatorio y mirar
hacia atrás con ira, por sistema, no es recomendable en
ningún sentido.
(Fuera de concurso: Vicente Álvarez, como te veo
resabiado y falto de casta, seguiré haciéndote faenas de
aliño)
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