Después de unos días de merecido
descanso vuelvo a casa con la esperanza de que, todos
aquellos tontos con balcón a la calle, barbacoa y piscina de
plástico en sus terrazas, debido a los calores que hemos
soportado hayan experimentado alguna mejoría en sus
alicaídas neuronas cerebrales. Se que los milagros no se dan
así como así, pero la esperanza es lo último que se pierde.
Pues nada, que no hay forma de que mejoren, siguen igual de
tontos. Además, para que me dejen en buen lugar, a mi
llegada he descubierto que hay un doble de José Luis Moreno
y otro de su muñeco Macario. Este le mete la mano por
detrás, y el muñeco obedece todas sus órdenes, moviendo la
boca y largando cuanto le ordena el doble de José Luis
Moreno. Es más, hasta me recuerda aquella casa discográfica,
“La Voz de su amo”. O sea, para aclararnos todo sigue igual,
nada ha cambiado entre los tontos del pueblo que, además, se
las dan de listos.
Lo primero que me encuentro, en el buzón de correos, es un
panfleto explicándonos los peligros que nos acechan en
cuanto tengamos la nueva cárcel donde Ceuta, por tal motivo,
se va a convertir en un presidio a igual que en la época de
mis abuelos, donde los presos andaban por las calles,
arrastrando sus pesadas bolas, y se te ofrecían para
blanquear las casas por pocas monedas.
Decir que no se quién ha sido, con toda probabilidad de
acertar, el autor de semejante panfleto, sería un insulto a
mi pobre inteligencia cosa que, por supuesto, no me puedo
permitir a estas alturas de mi vida.
En él, como no podía ser de otra forma, se ataca en primera
línea al delegado del Gobierno y al presidente de la Ciudad.
Razón de más para no dudar, ni una décima de segundo, la
autoría de ese pedazo de panfleto en el que se nos dice
todos los peligros que nos vendrán encima con la puesta en
marcha de la nueva cárcel. Oiga, peligro que nos moco de
pavo, aunque estemos cerca de las navidades.
Violadores en cualquier esquina de nuestra tierra. Asesinos
en serie a la puerta de nuestras casas, esperando la salida
de cualquiera de sus moradores para darle matarile. Y no te
cuento nada más, serrana del alma mía, de los enormes
peligros que nos acechan porque vas a hacer las maletas y
salir corriendo, hasta llegar, por muy poco, a Australia.
Por supuesto, nada se dice de los cuatrocientos puestos de
trabajo que va a generar la nueva cárcel. Eso no entra en
los cálculos de todos los tontos en serie porque, según
estas inteligencias superdotadas lo que menos necesita,
nuestra tierra, son puestos de trabajo. ¡Ele el arte y las
papas con bacalao!.
Decía Forest Gun: “Mí madre dice que los tontos son los que
dicen tonterías”. ¡Que razón tenía su madre!. Estos siguen
siendo iguales de tontos y diciendo las mismas tonterías. A
lo mejor, un siglo de estos, les da por cambiar lo
repetitivo que son y nos aportan algo nuevo. Cosa bastante
difícil porque sus neuronas patinan más que un cuatro
pedales. ¡Pobres tontos que, además, se creen unas lumbreras
de sabiduría. Adiós, Forest.
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