Una “Enmedia de Transición”,
dirigida a la Mesa del Parlamento Vasco, por dos grupos
parlamentarios, con el objetivo de conseguir más ayudas
económicas para paliar los destrozos producidos en
diferentes municipios vascos por una fuerte tormenta de
granizo, caída este verano, ha sido objeto de asombro por
parte de la opinión pública.
En la citada “Enmienda” se aprecian dos faltas graves de
ortografía: “aprovar” e “hinundaciones” y un “entormo” por
entorno, hechos gravísimos procediendo, además, de una
institución como es un Parlamento.
Al final, el debate se produjo y la “llamativa Enmienda” fue
rechazada, pero por falta de consistencia en su contenido, y
no por su censurable disparate ortográfico, en línea de una
deficiente escolarización primaria.
¿Por qué estas “patadas” a nuestro idioma? Las
incorrecciones ortográficas observadas no forman parte de
aquellas palabras consideradas como de alta dificultad, que
sí son dignas de aparecer en el “Miranda Podadera”. Son
vocablos muy elementales. Quizás tuviera la culpa lo de la
“inmersión lingüística”.
Pero, conviene tener presente el siguiente análisis: Antes
de llegar al Parlamento, ¿por cuántas personas pasó el
documento? Se sobreentiende que, en primer lugar, el
funcionario que lo elaboró; en segundo lugar, los dos
parlamentarios que firman la Enmienda. Mayor despropósito no
se puede producir. Estos dos últimos, se supone que,
confiando en el “buen hacer” del funcionario, ni siquiera se
molestaron en leerlo, por lo tanto, a los tres “hipotéticos”
culpables del desaguisado, habrían que enviarlos a una
escuela de Enseñanza Primaria. ¡Así, en este país, funciona
todo! ¡Y pudiera darse el caso de la inexistencia de un
libro de estilo, revelador de la pulcritud idiomática
exigida a los redactores, lo cual también es muy grave!
Con la citada “enmienda” me encontraba, cuando en un
divulgativo y didáctico programa de televisión, -cosa rara
en nuestras televisiones- se referían a las incorrecciones
ortográficas cometidas en determinados anuncios
publicitarios, producidos en la Comunidad de Madrid. ¿Es
posible que en el Ayuntamiento o Autonomía no se dieran
cuenta de la siguiente falta de Ortografía?, indicando que
se trabaja mucho por la ciudad, en: ¡Estamos trabajando por
“tú” ciudad!
Conviene echar mano, al menos, de nuestros libros de texto
de Gramática, que nos dicen: “Algunos monosílabos llevan
tilde para diferenciar la naturaleza gramatical de dos
homófonos –igualdad al oído- que se da entre palabras de
distinto significado, por lo tanto, igualdad sólo fonética.
En el ya citado “Miranda Podadera” que era calificado como
“Un tesoro para el alumno” y “El mejor auxiliar del
Maestro”, se encontraban frases sobre la acentuación o no,
de palabras homófonas, como éstas: a) Tú no adviertes que tu
proposición no es ventajosa para mí; b) Quién asegura que
este gabán es de éste; c) El té lo compras donde te dije
ayer…
Pero, siguiendo con el tema, errores gramaticales, no hace
falta salir de nuestra ciudad para encontrar en numerosos
rótulos faltas de ortografía, referidas al mal uso de la
tilde. Por ejemplo, los vehículos distintos de la empresa
responsable de la limpieza de nuestra ciudad llevan un
rótulo muy significativo, por el cual nos sentimos invitados
a que nuestra ciudad esté siempre muy limpia, dependiendo de
nosotros mismos. El rótulo en cuestión, lógicamente muy
visible, figura así: “Tan limpia como “tu” quieras”, que
escrito así se observa que al no llevar “tu” acento, se ha
cometido una falta de ortografía, ya que “tu” en este caso
es pronombre. ¡Acentuación diacrítica!
Utilicé la misma denuncia hace cinco años. Creo que el
dichoso rótulo sigue igual. A veces viendo uno de los
camiones parados he sentido la tentación de, aunque con un
rotulador, ponérselo yo. Otras veces he recurrido a algún
empleado para que lo hiciera él, o bien lo comunicara en la
empresa. No sé si a estas alturas habrán solucionado el
problema, porque yo ya ni los miro. ¡Y no quiero mencionar
las responsabilidades de las personas que están
comprometidas! Así, que nadie me hizo caso.
Otra falta de ortografía es no aplicar con rigor la tilde a
las mayúsculas, siempre que les correspondan. La muy
difundida idea de que no deben llevarlas, es falsa. Es tan
obligatorio como las minúsculas. Lo que ha sucedido es que
la regulación anterior a 1974 de la RAE consideraba opcional
colocar la tilde o no, pero desde la citada fecha,
mayúsculas y minúsculas se rigen por las mismas normas.
Conviene recordar para todos aquellos de mi generación, que
en nuestros escritos los monosílabos los acentuábamos todos.
No había que dejar sin tilde a palabras como: fue, fui, dio,
vio… y cuando las omitíamos nos ocurría lo esperado: el
golpe magistral con palmeta, de la que eran los docentes
unos magníficos especialistas…
El tema sobre la acentuación ha sido siempre objeto de
debate. Recuerdo el que sostuve con un compañero de la
infancia, que según él, en este campo había evolucionado
mucho. Defendía mi amigo que según recientes normas de la
Academia Española, la no colocación de acentos no eran
faltas de ortografía, que para ciertos fines eran evaluadas
como media falta. Asombrado quedé, aclarando mi amigo, que
al menos esa consideración las tenían para cierto tipo de
oposiciones. ¡Eso ya es otra cosa! Pero admitamos que el
problema no es baladí, y en este de la ortografía está la
categoría cultural de un pueblo, aunque en los momentos
actuales, considerada la escuela como productora de enormes
fracasos, esto no tiene importancia.
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