Y posiblemente para que la DGT
esté un poco más a salvo de ella, en su economía, este mismo
organismo acaba de gastarse, digámoslo en sus propias
palabras, “ha invertido tres millones de euros en la
adquisición de 43 nuevos radares para las carreteras”.
Lo que digo, la DGT se ha convertido en una oficina de
recaudación, no sé si ahora, también, con subida del IVA, en
vez de controlar en condiciones el tráfico de nuestras
carreteras, especialmente los días de grandes movimientos.
Aquí, lo primero es sacar dinero, y como, además, mienten a
cada instante, toda esa parafernalia nos la envuelven en
“papel de celofán”, haciendo unos recuentos, a su manera, de
accidentes, siempre a la baja, cada vez que quieren
justificar lo injustificable, por estar sangrando a quienes
tienen que circular porque se están ganando el pan, día a
día, al volante de un taxi, de un autobús o de un camión de
transportes.
Tengo ganas de que en algún momento, desde ese organismo
especulador con las denuncias en carretera, especialmente,
salga un día a escena, con su presidente a la cabeza y nos
digan que gracias a sus gestiones, por conocer perfectamente
todas las rutas de España, han quitado las docenas de puntos
negros que hay en nuestras carreteras, todavía.
Eso, hasta estos momentos, no lo he visto y muchos de los
puntos negros de hace 8, 10, 12 años siguen ahí, eso sí,
todo hay que decirlo, ahora para asustar, o meter miedo, lo
que sí vemos en algunas carreteras son algunos paneles,
anunciándonos que estamos entrando en zona de frecuentes
accidentes.
Con eso y con colocar unos radares más ya se cubre la
papeleta, mientras que esos tres millones de euros, o sea
500 millones de las antiguas pesetas, servirían para
eliminar algunos de esos puntos.
Se nos dice que los nuevos radares han sido adquiridos junto
a las cabinas, para sus instalaciones en las márgenes de las
vías y a los flashes necesarios para fotografiar a los
coches que se pasen de los límites de velocidad.
Con esto, nos estamos encontrando con la instalación, por
parte de la DGT de una modalidad nueva de caza “a la espera”
del que viene más deprisa, algo así como aquella modalidad
usada por muchos cazadores, apostados a la entrada de alguna
senda, aguardando a que entren por allí las piezas.
En estos momentos, según los datos oficiales, en las
carreteras españolas están instalados 524 puntos de
verificación de velocidad fijos, además de unos 240
vehículos equipados con un radar de los que dispone tráfico
para la detección de infracciones en movimiento.
Lo que decíamos antes, lo primero la sanción, luego la
recaudación, si pagas en el acto con una rebaja tan sabrosa
como la que encuentras al ir a comprar en las secciones de
oportunidades, y si hay un sitio ideal para sacar dinero, en
carretera abierta cercana a un pequeño pueblo, allí te vas a
encontrar el coche equipado con el radar, para mejor “pillar
la presa” antes de llegar a la guarida.
Es una vergüenza, y más todavía que se jacten de esas
adquisiciones y esos costes. Lo único que falta por saber es
a quien se han encargado esos radares, o qué marca han
comprado.
Esta noticia no aparece ahora por casualidad, es, más bien,
la preparación de la campaña del miedo, que anualmente se da
a través de los paneles en autopistas, antes de fin de año,
citando el número de muertos del año anterior.
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