Quien fuera cónsul de Tánger, José Ramón Remacha Tejada,
abrió ayer el turno de conferencias de las XII Jornadas de
Historia de Ceuta dedicadas a la Guerra de África de
1959-60, con una ponencia en la que quiso ajustar a su valor
el tratado de Tetuán. “¿Cómo decir que fue una paz chica si
nos dura hasta ahora?”, se preguntó este doctor en Derecho
por la Universidad Complutense, quien recordó que gracias a
aquel acuerdo la ciudad pasó de los 3,5 kilómetros cuadrados
a las fronteras actuales.
Desde un punto de vista “optimista”, reconoció José Ramón
Remacha Tejada, “se puede decir que la Paz de Tetuán ha sido
una paz permanente”, afirmación que apoyó en el hecho de que
desde 1860 hasta nuestros días no ha habido incidentes
bélicos en la frontera.
Para este profesor burgalés, que ha impartido Derecho y
Relaciones Internacionales en universidades tan prestigiosas
como Cambridge o Georgetown, la victoria en la Batalla de
Uad-ras fue “un hecho grande”, como indica que las dos
famosas esculturas de los leones que decoran la entrada al
Congreso de los Diputados se hicieron con la fundición de
dos cañones del enemigo en aquel choque, “seguramente de
bronce inglés”, dijo socarronamente en relación al apoyo
material que los británicos dieron a Marruecos.
De hecho, según explicó Remacha Tejada, hubo dos potencias
que siguieron el conflicto hispano-marroquí con especial
interés: Gran Bretaña y Francia, dos países en los que ya se
había despertado el afán colonialista.
Para el ponente, que ha sido profesor en la Escuela
Diplomática, mientras que el interés de Francia se basaba en
su afán de expansión militar, el de Gran Bretaña era más
económico y comercial.
Por ello, “a Francia, que poseía Argelia, no le parecía
deseable la derrota de España, pero tampoco quería una
expansión territorial española”.
Por su parte, los ingleses buscaban defender su posición en
Gibraltar, por lo que quería “mantener buenas relaciones con
el Majcén y las tribus, por lo que veía la guerra con
preocupación y se permitió cierta ayuda a Marruecos, como
pólvora y baterías”.
Incluso, explicó Remacha Tejada, llegó a asesorar a
Marruecos en el proceso de paz y a prestar dinero.
Además de una paz duradera, el diplomático burgalés destacó
otras ventajas históricas que Ceuta sacó de aquel conflicto,
como la ampliación de sus límites hacia el oeste, pasando de
3,5 kilómetros cuadrados a los actuales 19; o el derecho a
construir fortificaciones, que se comenzó en 1860 y es el
origen de los distintos fortines que coronan el monte ceutí.
El tratado de Paz de Tetuán incluyó, no obstante, una
indemnización para Marruecos por los daños materiales y
morales, que ascendió a 100 millones de pesetas de la época,
a pagar en cuatro entregas.
Asimismo, se pactó la presencia de la orden de los Hermanos
Franciscanos en Marruecos, algo que “puede sonar extraño,
pero que no lo es tanto”, advirtió Remacha Tejada, ya que
era habitual desde la época de Carlos III.
A raíz de aquella paz se llegó también a diversas
facilidades para el comercio español en la zona, que incluía
la libertad de exportación de madera para los astilleros
españoles.
En definitiva, en su conferencia titulada La Paz de Tetuán
de 26 de abril de 1860: ni tan chica ni tan grande, el que
fuera cónsul del Ministerio de Asuntos Exteriores en Tánger
dio más argumentos a favor de la importancia, y en especial
para Ceuta, de aquel tratado firmado hace más de 150 años,
tras el cual la ciudad autónoma nunca más fue atacada por
Marruecos.
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