Veo en las imagenes de un programa
de televisión, un niño pegandole una hostia a la madre , la
escena la repiten unas pocas de veces, la mujer queda
traspuesta, inmovil por lo que le está ocurriendo y
queriendo entrar a razones con el hijo, el hijo armando el
pollo como un poseso y la madre intentando dialogar con el y
no hay manera humana de meterlo en vereda. Las comodidades,
la falta de ilusión por conseguir algo con ansias y metas, y
por no escucharlo y tenerlo contento da pie a estas
historias. Hace 25 años, había una pelicula que causaba
furor entre la juventud, era Curso 1984, de la que se armaba
en el Instituto hasta que llega un profesor que tiene que
hacer el harakiri con los niñatos del colegio, niños
consentidos que se ve la escena que el niñato no se
levantaba a abrir la puerta, porque le dice a la madre que
estaba viendo la tele.... En ese año 1984 yo tenia 17 años
recien cumplidos y me martilleaba la frase de los mayores
como “la juventud de hoy no vale nada” y fijense que no
hacia ni los diez años de morir El Caudillo Franco, con todo
eso que conllevaba de la dictadura, elementos melenudos
subversivos, la amnistia internacional y la legalización del
PCE. Si en ese tiempo que teniamos todavía el chip de Franco
y el cambio por el cambio de Felipe Gonzalez, solo llevaba
dos años de legislatura, lo que ha cambiado la sociedad, con
las tasas de paro, inmigración, delincuencia urbana, bandas
islamistas, grupos radicales, enfermedades de nuevo cuño y
una tercera Guerra Mundial encubierta. Antes los jovenes no
teniamos depresión, ni ansiedad, ni stress, ni baja
sicológica, había campitos de futbol, portones en el
Poligono para darse el lote, montones de bazares para
currar, y por la tarde ir a ver al Ceuta, una hamburguesa en
el boquete y al regreso una miloja en la Pasteleria
Argentina, la jarra de cerveza se le subía al sentido a Jose
Javier el catalino, acuñando la célebre frase, nos pasamos
llegamos a las once y no veas que colocón... toda una proeza
para nosotros en la época. De los tiempos de antes, la
educación te la daba el profesor o sea el maestro escuela,
el cura parroco y el comandante de Puesto de la Guardia
Civil... si deciamos en casa , el maestro me ha pegado,
tenías ración doble, por aquello que decía tu padre, algo
habrás hecho y toma con la correa, si se iba al colegio a
pedir expliciaciones, y sacaban la carpeta de tus ejercicios
y exámenes, ya tenías el pelotón de fusilamiento en casa.
Sobre todo que padres, profesores y alumnos eran
prácticamente una familia.
Por qué la frase de vete a un Barco de Guerra..., en casa yo
me saqué el “folio” documento de la Marina Mercante, para
alistarme a la Armada y que me tocase un barco, cuando había
“zapatiesta” en casa y los hermanos nos acostabamos todos
calentitos y bien zurrados, nos arengaba mi padre diciendo
“irse a un barco de guerra”, y sabreis valorar lo que es
vuestra casa, vuestra familia, vuestros padres, hace 28 años
está frase me dolió más que otras veces porque la bronca fué
por tontear con la hija de la vecinita..., yo siempre tan
torero... y lo del barco de guerra me retumbó el alma. Más
de un joven que abofeteara a la madre como el de la tele, a
un barco de guerra, al Golfo Persico, a defender los
atuneros, a la gran China, y recoger la frase como yo mismo,
que la juventud de hoy no vale ná.
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