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OPINIÓN - LUNES, 28 DE SEPTIEMBRE DE 2009

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

“Don Mario, de aquí se sale”
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Para los ciudadanos medianamente libres y medianamente inteligentes, la existencia de un lider no resulta fundamental. No. No es “absolutamente” indispensable. De hecho, los españoles hemos sobrevivido años y años sin lideres y aquí estamos, apañándonos como Dios nos da a entender.

No obstante, la existencia de un lider, de un modelo de conducta, de un punto de referencia humano e intelectual, de una sublimación de nuestro ego y que, a las cualidades añada la de ser capaz de gestionar un poder legítimamente otorgado, “esa” situación, debe ser auténtico privilegio.

Personalizaré el tema contando una llamada de mi hijo de veinticuatro años, hace un par de días. Ni él ni los de su generación han tenido la fortuna de notar y sentir como un hombre emana carisma. Tal vez por eso mi hijo Beltrán tenía lágrimas en la voz, confirmando mi creencia de que, el asistir a la presentación del libro de las memorias de Mario Conde, escuchar a ese hombre curtido en las cárceles y golpeado por la injusticia más vil, constituiría un antes y un después en su realidad.

Y acerté. Un puñado de anécdotas del acto, más de setecientas personas apiñándose en el salón, los apellidos más ilustres, las mentes más preclaras, los excelentes. Muchos jóvenes y mi hijo, que para algo hizo Comunicación, en la parte trasera junto a unos cámaras con rastas que se burlaron con placer del tipo que presentó el acto, cachondeo inenarrable. Hasta que Mario Conde, con las manos vacías, sin chuletas ni apuntes, comenzó a hablar. Y a contar una historia de superación personal, la cárcel, a la que fue arrojado ignominiosamente por un puñado de miserables marionetas de los políticos, entendida como gran oportunidad de crecimiento y evolución. El recuerdo de la primera noche entre rejas, con la angustia atroz de la privación de libertad, cuando aquel preso le deslizó un pastelillo con esas palabras de consuelo que constituirían a partir de aquellos oscuros instantes una referencia emocional “Don Mario, de aquí se sale”.

Todos pensaban lo mismo que en aquel entonces pensamos “¿Cómo un hombre, ejemplo de toda una generación de jóvenes que quiere ser “Mario Conde” , un hombre surgido de la excelencia y del estudio, no millonario por cuna, sino hijo de boticario, “se atreve” a anunciar un posible paso a la política opacando de inmediato las grises figuras de Felipe y de Aznar?” Hubiera
arrasado. De ahí que le destrozaran. Normal. Los políticos estaban defendiendo su pan y su diván. ¿De que coño iban a comer si los españoles les mandaban directamente a la mierda? ¿O es que eran grandes notarios, neurocirujanos de prestigio o catedráticos de postín capaces de mantener un status al abandonar el politiquerío?. Lógico, apañaron un tema y le metieron en la cárcel, como escarmiento particular y advertencia general de que, España estaba repartida y que no cabían más en el pesebre.

Mario recordó uno a uno, con nombres y apellidos a sus compañeros de prisión y salió la palestra aquella vivencia feroz de haber estado nueve meses sin querer acceder al permiso penitenciario al que tenía derecho por ley para que, los políticos no represaliaran al director de la cárcel, por haber aplicado la ley y haberle permitido disfrutar de los beneficios que le correspondían. Y el antiguo director de Alcalá Meco se echó a llorar. El hombre, el inmenso ser humano continuó hablando, recordando al fiscal Bermejo, más tarde encumbrado a Ministro gastoso y que salió por la puerta de atrás, el fiscal, su inquisidor particular. “Siento no tener los brazos lo suficientemente grandes para abrazaros a todos” El recuerdo de la preciosa Lourdes y el salón sorbiendo lágrimas y los cámaras de las rastas sonándose los mocos “¡Coño, que tío!” “¡Joder, que campeón!”.

Y los jóvenes presentes, huérfanos de lideres y de puntos de referencia desde la cuna, comprendieron allí lo que tantos comprendimos muchos años atrás, que en la Moral de la Mediocridad no hay lugar para los héroes y que demasiada luz deslumbra. Aunque a los mamarrachos que nos han venido gobernando se les podía deslumbrar con la colilla de un canuto a medio consumir. Mario Conde reconoció “hoy no tenemos lideres, pero nos tenemos a nosotros”. Y nosotros, los españoles dignos, honestos y con vergüenza, parimos de entre nuestras filas a Marios Condes, muchos serán neutralizados y eliminados, pero tal vez, algún día, como Mario lo ha hecho, el lider pueda sobrevivir.

Aunque tan solo sea para que a un chico de veintipocos años se le pare el corazón unos instantes para luego afirmar con ilusión ¿Me han entendido? ¡Con ilusión! “Yo quiero ser como Mario Conde, aunque tenga que pasarlas putas y me den una noche un pastelillo, yo quiero ser como él”. Como madre española, gracias Mario. De corazón.
 

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