Leído en la prensa: “Retirada en
su residencia californiana de Palm Springs, ya al final de
sus días, la mona Chita acaba de publicar sus memorias (“Yo
Chita”) rememorando anécdotas del rodaje de las películas de
Tarzán y numerosos cotilleos íntimos de su paso por
Hollywood”. A cuento de estas memorias nos acordamos de que
existen otros animales que se han hecho famosos a través del
cine (la mula Francis, los perros Rin Tin Tin, Rex, Lassie,
la ballena Moby Dick, el escualo Tirburon, el Gorila King-Kong)
y otros de “cartoon” (el ratón Mickey, el pato Donald, la
gacela Bambi, el elefante Dumbo, etc. por citar los mas
famosos). Pero a ninguno de ellos, exceptuando la mencionada
y muy estimada mona Chita, que tengamos conocimiento, le ha
dado por escribir sus memorias y, además, según comentan,
con gran éxito.
Nos hemos preguntado, también, que hubiera sido de aquel
joven si la mula Francis, fiel al soldado a quien en la
segunda guerra mundial salva al caer en combate
entreteniéndolo en el fragor de las batallas así como a sus
compañeros a los que produce hilaridad creando un ambiente
de algazara y sosiego para que, en momentos de grave
peligro, disfrutaban de las “gracias” del animal que
hablaba.
¡Qué nos podría escribir, por otro lado, la perra Lassie
relatando las vicisitudes pasadas cuando fue vendida por las
necesidades económicas de sus dueños y pese a la celosa
guardia de que era víctima consiguió escapar y volver a sus
antiguos propietarios! (ejemplo de fidelidad y lealtad que
nos ofrece en este episodio el animal). O las hazañas de las
cinco generaciones de Rin Tin Tin entreteniendo a las tropas
en la segunda guerra mundial o persiguiendo y acosando a
malhechores. ¿Y que nos dirían la ballena Moby Dick, el
Tiburón asesino o el enamorado King-Kong con referencia a la
obsesión y a la venganza?.
Así mismo los otros seres irracionales, los representados en
dibujos animados por el magistral Walt Disney, como el Ratón
Mickey o el Pato Donald (iniciadores de la saga de los “cartoons”),
nos dejaron y continúan ofreciéndonos representaciones y
aventuras, siempre intranscendentes pero, aun tratándose de
dibujos, con un fondo de ternura que han aislado del mundo
y, por ende, de sus problemas a media humanidad y con las
que pequeños y mayores hemos disfrutado. Estos no escribirán
sus memorias, como tampoco lo ha hecho, claro está, la mona
Chita utilizada por un tal James Lever, quien ha puesto en
su boca anécdotas y cotilleos íntimos de su paso por
Hollywood cuando rodaba las películas de Tarzán.
En ocasiones nos hemos preguntado, al hilo de estos
recuerdos, que si al León de la Metro se le hubiera ocurrido
narrar sus memorias, a la vista de la ingente cantidad de
películas que tiene rodadas ¿que nos hubiera deparado:
grandes amores, bondades humanas, héroes, generosidades,
violaciones, traiciones, desengaños, confabulaciones,
fraudes, simulaciones, villanos, críminales, venganzas,
xenofobias, engaños…?. O sea, todo lo que una forma u otra
se contempla, por suerte y por desgracia, en la cotidiana
vida de la raza humana y que queda plasmada en un medio
inagotable como es el cine aun cuando, como en este caso, se
utilice la “autobiografia” de un animal irracional per se,
para relatar cotilleos y otras situaciones que nos ha
querido contar su autor con “Las Memorias de Chita”.
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