Aprovechando que en Barcelona es
festividad, de la Merced por más señas patrona de la ciudad,
he aceptado una invitación de una familia muy conocida en
Catalunya para pasar dos días en su mansión de la alta
montaña.
Frío aunque el Sol alumbra como nunca; pastos en descenso
hacia el fondo del verde valle poblado por vacas de color
rojizo, como el de la tormenta de arena en Sydney
(Australia), mesa muy bien servida, diría sobrecargada, con
filetes de atún rojo a la plancha que me trae al recuerdo
aquella vieja canción de Mustafá, esa de la que una chica me
gusta más que comer con los dedos.
Hablando de atunes, no recuerdo dónde lo leí, creo que
existe una directiva para proteger a los mismos so pena de
acabar con la especie. Concretamente a los atunes rojos.
La discriminación racial está ahora en auge, comenzando con
los atunes rojos a diferencia de los ¿azules o blancos? para
terminar con la matanza de negros, piratas de Somalia, a
manos de los seguratas que los atuneros preven contratar
para evitar que esos piratas negros les secuestren.
Para defender a los barcos atuneros el ejército no lo hará,
pese a la insistencia de los patrones en que sea el Ejército
el que vele por ellos. Lo harán los que se consideran
ultraderechistas.
Para ello, un empresario cabeza visible y representativa de
la ultraderechista España 2000, prepara a 30 candidatos para
embarcar, de principio, en atuneros vascos.
Raro que sea así. Ultraderechistas defendiendo separtatistas.
Es normal que sean los de la ultraderecha los que se
dediquen a eso: sus ansías racistas se verían colmadas y su
sed de sangre, a la que tan aficionados son, se saciará a
tope con la matanza de negros con armamento militar
sofisticado.
Con esta demostración, ese empresario ultraderechista
-recordemos que fue quién invitó al francés Le Pen a visitar
España- nos deja un retrato vivo que representa con toda su
crudeza lo que es la ultraderecha: una organización que
pretexta defender a España matando a todos los demás que no
comulguen con sus ideales patrióticos.
Esa misma idiosincrasia la poseen los banqueros, escribo los
banqueros no los que trabajan para los bancos, de todo el
mundo. La ultraderecha financiera es bien patente en
cualquier rincón del mundo donde mueven el dinero con una
facilidad pasmosa que les lleva a creerse que son los amos,
con derecho a imponerse al gobierno, aunque ese Gobierno
lleve el rótulo de los Estados Unidos impreso en la frente.
No me extrañaría que contrataran pistoleros para acabar con
ese peligro latente que les ha salido como un forúnculo
anal: Obama. La historia puede repetirse, recordemos a John
F. Kennedy, del cual para mí sigue siendo válida la
hipótesis de que fue asesinado por los banqueros y sus
adláteres empresarios.
No quisiera ser agorero, pero vaticino demasiados problemas
internacionales para el país si esos seguratas comienzan a
usar sus armas en matanzas discriminatorias. Con espantarlos
sería suficiente pero, conociendo el percal, los tiros no
irán al aire.
Para mí siempre son y serán, quienes porten armas, vulgares
asesinos sin distinguir su raza ni credo. Ni aunque se
vistan con uniformes “gloriosos”, legales o no.
No me chocan las palabras del ultraderechista empresario que
se encargará de la custodia de los atuneros al afirmar:
“Asociar ideología a una empresa es un ejercicio gratuito de
irresponsabilidad”. No me chocan porque suelen ser, por
desgracia, auténticas cortinas de humo con las que ocultan
la financiación de grupos o células ultraderechistas… ¿de
donde sale el dinero de la financiación?
Encima tiene que ser valenciano. Comunidad donde moran
mayoría de conservadores y vivero declarado de
ultraderechistas prepotentes.
El repunte xenófobo, fascista y nazi está ahí. Como volvamos
a las andadas de tiempos pretéritos estaremos servidos.
En fin, aprovecharé mi estancia en la alta montaña para
desintoxicarme de todo.
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