Y en un lugar que, desde hace unos
cuantos años, tiene nombre, aunque muchos, especialmente
alejados de estas tierras, no sepan donde se encuentra, la
Isla del Perejil.
Tardará algún tiempo en saberse el número de muertos que ha
habido en ese naufragio de “otra patera de la muerte”, y
otra vez estamos en lo mismo, por cuanto el hambre, las
persecuciones, la vista puesta en Europa, el deseo de
encontrar el Edén, es lo que hace que muchas gentes, ¿De
donde?, inicien su marcha, rumbo a lo deseado, aunque sea
desconocido y esa marcha termine en tragedia.
¿Cómo se puede cortar esto?. No somos expertos en la
materia, posiblemente ni siquiera haya auténticos expertos
sobre la cuestión, pero si las relaciones internacionales
sirvieran para algo más que para pronunciar frases que
sirvan de titular a los medios de comunicación, otra sería
la situación en estos momentos, en los territorios donde la
hambruna y la carencia de derechos humanos van cogidos de la
mano. Ahí, en esos territorios, hay quien piensa que es
preferible arriesgar incluso la vida, antes que estar
muriendo poco a poco.
La mañana del sábado no podía comenzar con una noticia más
desagradable:” Ha naufragado una embarcación junto a la Isla
del Perejil, en aguas de Marruecos”. Era el primer
aldabonazo de la tragedia, al que se irían sucediendo otros,
cada vez más alarmantes:” Esta embarcación podría estar
ocupada por unas sesenta personas”. Mal panorama se
presentaba, especialmente cuando al pasar las horas no se
daban más que noticias pesimistas:” De momento han muerto
ocho inmigrantes”.
La pregunta en esos momentos era si es que se habían
rescatado los otros cincuenta y dos supervivientes, pero
nada de eso había, entonces no se había rescatado, todavía,
a nadie.
Un paso que vino a atenuar lo anterior era la posibilidad de
haber localizado, luego rescatado, a once supervivientes.
Era lo único agradable, dentro de tanta desgracia.
En la búsqueda de supervivientes y rescate de cadáveres
participaron dotaciones de la Guardia Civil, Salvamento
Marítimo y Cruz Roja de Ceuta.
Los intentos de lograr lo mejor, dentro de lo posible, han
existido, pero ese problema, que tantos años hace que se
viene dando, no hay quien pueda frenarlo, al menos desde
aquí, si es que desde los países de origen no se ponen todos
los medios para que esas “aventuras” dejen de practicarse,
con lo que se eliminarían las desgracias de este tipo.
Aunque la patera se hundió en aguas de Marruecos, fue un
helicóptero de la Guardia Civil quien la localizó en los
instantes en que se hundía.
Aquí las dificultades han sido siempre grandes y en esta
ocasión no iba a ser diferente. Al parecer, los propios
inmigrantes habían dado el aviso de su situación, desde un
teléfono móvil. Esa llamada de socorro era en torno a las
siete y media de la mañana, pero la localización de la
patera no se producía hasta dos horas más tarde.
Estamos en la época en la que, un año más, afloran estas
llegadas, cada vez más masivas, cada vez más frecuentes y
por ello más peligrosas. El último recate de una patera en
Ceuta se produjo el pasado día 4, de este mismo mes de
septiembre. A partir de aquí, ciertos territorios que
producen tantos emigrantes / inmigrantes debieran ser
controlados de verdad.
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