‘Niño de Villajovita’, Aquilino Melgar llegó a la
Dirección Provincial del Ministerio de Educación hace algo
más de un año, tras la última victoria electoral de
Zapatero. Gran aficionado a las Nuevas Tecnologías, el ex
director del IES Pablo Picasso de Mälaga tiene abandonado su
blog (http://aquilinomelgar.wordpress.com/), cuya última
entrada de marzo. En ella, como en esta entrevista, diserta
sobre el ‘efecto Pigmalión’, el que dice que las
expectativas de los padres con los hijos, los profesores con
los alumnos o los jefes con sus subordinados tienden a
cumplirse. Es, sin duda, parte del diagnóstico sobre el
fracaso escolar en Ceuta de un “ecléctico” que aspira a no
caer en los extremos, a coger lo mejor de cada rama y a dar
a cada centro la autonomía necesaria para buscar su propia
mejora. A cambio exige “responsabilidad” y “resultados”.
Pregunta.- Un año más, las clases no han empezado en la
fecha estipulada en el calendario escolar en todos los
centros. ¿Por qué?
Respuesta: Cuando llegué dije que hablar del calendario
escolar es hacerlo de algo más allá de la Semana Blanca: de
que los días lectivos lo sean efectivamente. Si tenemos
dificultades de organización comprensibles que obligan a
empezar más tarde habrá que evitarlas o acabar más tarde.
Tenemos que seguir debatiendo sobre el calendario escolar.
P.- ¿Madrid está tan lejos que hay quien puede acabar
pensando que se puede hacer lo que venga en gana?
R.- El calendario escolar marca los descansos del alumno.
Tiene que ver con el laboral docente, pero no del todo.
Parece que a los descansos del profesorado, que son
necesarios y convenientes, se quiere someter el calendario
escolar. No creo que los docentes vayan por ahí, pero a
veces puede dar esa impresión.
P.- ¿Está satisfecho con el calendario escolar pactado
para este año?
Parcialmente. Si hay realidades sociales como la Pascua
musulmana del sacrificio que llevan a que un día lectivo no
lo sea tenemos que tenerlo en cuenta. No es que yo sea
favorable o contrario a las fiestas religiosas, pero es una
realidad. Es como lo que decíamos del inicio del curso. Me
gustaría tener un debate más amplio, más abierto y sin
condiciones. Espero que el próximo año el nuevo Foro de la
Educación sirva para avanzar aún más.
P.- ¿Cuándo va a arrancar el Foro?
R.- Pronto, en cuanto se den las condiciones y se dé la
oportunidad para que la secretaria de Estado, que se
comprometió a ello, venga a inaugurarlo. Confío en que sea
muy pronto, como muy tarde a mediados de octubre.
P.- Hablaba del debate del calendario. Hay otro
permanente, el de la escolarización, en el que este año se
ha vuelto a acusar a la Dirección Provincial de escasa
firmeza política para aplicar las normas sin excepciones
R.- No se ha cedido a ninguna presión. Lo que se hace es
atender a una presión enorme.
P.- ¿Hasta dónde ha excedido los ratios de alumnos por
aula?
R.- Al límite establecido del 10% y en demasiados casos, es
verdad. Cuando se produce un reparto este tiene unos límites
porque no vamos a hacer un desaguisado enorme, pero la gente
no lo entiende. Lo que no se puede hacer es elevar la ratio
en un centro y dejar plazas en otro de la misma zona, sea
concertado o público.
P.- ¿No se ha hecho algo así con el Andrés Manjón?
R.- Puede haber más vacantes en un centro que en otro, pero
ese es el margen de elección de los padres. Los centros
deben conformarse con la realidad de su entorno y haciendo
una distribución homogénea, pero no forzada porque ello no
concluye a nada positivo. Este año los problemas se han
concentrado, en la línea de cuatro años, en Parque Ceuta. En
junio elevamos la ratio a 25 y en septiembre a 27, pero
respetando las preferencias. Es un proceso que parece
caótico, pero que es complicado y que se lleva con luz y
taquígrafos, que es lo idóneo.
P.- ¿Alguna familia ha llevado ya su resolución a los
juzgados?
R.- Sí.
P.- ¿Prevé que volverán a quitarle la razón a la
Comisión?
R.- Espero que no. Estamos dándole argumentos a la Abogacía
del Estado para que no se den situaciones desagradables como
que un acto de escolarización que nosotros consideramos que
es ajustado a Derecho se revoque cautelarmente y, me lo dice
la experiencia, al cabo de uno o dos años, la Justicia acabe
dándole la razón a la Administración. En ese momento habrá
voces que digan que como ya está escolarizado dejemos al
alumno allí, pero igual que nosotros acatamos la resolución
cautelar aplicaremos la sentencia definitiva. Judicializar
esta cuestión en exceso, más allá de cuando se detecten
errores administrativos puntuales, es contraproducente.
P.- ¿Por qué el Ministerio no fija su postura con el uso
del velo?
R.- Con el tema del velo, como con otros paralelos
relacionados con las normas de convivencia, tengo una
premisa fundamental: no hacer un problema de lo que no lo
está siendo. El velo no lo está siendo. Puede haber cierta
contradicción entre las normas de uniformidad de un centro y
una decisión que se pueda entender como razonable, admitida
y no impuesta por parte de una chica. Ahora bien, cuando uno
toma un acto de corrección como la pérdida de asistencia a
clase, la más alta, hay que valorar los pros y los contras,
y a mí me parece que el derecho a la Educación prima para
propiciar una solución que pueda ir, por ejemplo, por
ajustar a todos al mismo color. Yo sólo he tenido un caso y
así lo intentamos hacer ver para obtener una solución
interna entre la familia y el centro sin crear un problema
mayor.
P.- Problemas y quejas parecen crear también los
contratados del Plan de Empleo a las direcciones de algunos
centros. ¿Está claro ya de quién depende ese personal?
R.- De quien los contrata, de la Delegación del Gobierno. En
los centros tenemos tres colectivos de distinto origen cuyo
encaje causa ciertos problemas de coordinación: el del
ámbito educativo, el del convenio con la Ciudad y el de los
Planes de Empleo. Sobre estos últimos hemos dado la
posibilidad a los centros de que establezcan un coordinador
de enlace con la Dirección.
P.- Los centros piden una Jefatura de Estudios adjunta
R.- Eso no puede salir mientras el Reglamento de
Organización y Funcionamiento de centros, que es ciertamente
anticuado, no se modifique, algo que espero que se haga este
año. Entretanto creo que el 95% de los centros usarán la vía
de ese coordinador. Además vamos a tener una reunión con la
UPD para definir funciones y para mejorar la distribución y
coordinación de todo el personal disponible.
P.- ¿Por qué parece que nadie quiere ser director en
Ceuta?
R.- La Dirección, y lo dice quien ha pasado años en esa
tarea, es ingrata y motivadora al mismo tiempo para quien
tiene inquietudes por cambiar la escuela y la sociedad a
través de la Educación. No obstante, es verdad que el
colectivo docente no tiene la consideración social que
debería tener, y eso se acrecienta con los directivos.
Debemos ser capaces de incentivar esa responsabilidad
económicamente o en la carrera profesional. Todos tenemos
que apoyar más a quienes hacen esa tarea complicada y el mío
lo tienen seguro. El año pasado pasé por todos los centros y
este quiero hacerlo de otra forma, no sólo yendo a preguntar
sino también a exigir y a que me exijan, a dar soluciones, a
pedir compromiso y a ofrecer alternativas. La enseñanza se
tiene que mover cada vez más por planteamientos de objetivos
y de autonomía, pero también de responsabilidad.
R.- Hay un trabajo reciente sobre el fracaso escolar que
concluye que “existe un acomodamiento” en el profesorado
ceutí. ¿Qué piensa?
R.- Yo no puedo ser tan atrevido. Ese trabajo es lo que es.
El ‘efecto Pigmalión’
P.- ¿Y qué es?
R.- El resultado de una encuesta de actitudes en la que se
mezclan componentes informativos, emotivos y reactivos.
Extrapolar de ahí que falta motivación me parece muy
atrevido. Yo repito siempre que para afrontar cada día la
tarea educativa hay que estar motivado. Pobre del que no lo
esté. Hay un estudio internacional que tiene otra entidad,
el Informe Talis, que viene a decir que las expectativas del
profesorado son trascendentales en un doble sentido: sobre
los alumnos, porque si son positivas estos van a rendir
mejor, el ‘efecto Pigmalión’, y sobre uno mismo, en el mismo
sentido.
P.- ¿No o tiene la sensación de que las expectativas del
docente sobre el alumnado en Ceuta son muy bajas?
R.- Percibo que en ciertos momentos eso no está influyendo
positivamente.
P.- ¿En algunos colegios más que en otros? ¿Sobre algunos
alumnos más que sobre otros?
R.- Posiblemente, y esto me gustaría que no se tomara como
una crítica, sino como una reflexión. Estoy convencido de
que mejorar la visión de la capacidad que tenemos para
cambiar las cosas y de la capacidad de los demás para rendir
al final se va a traducir en una mejora para todos. Pensemos
que los que creemos que responderán peor lo van a hacer
mejor y que nosotros también vamos a tener más éxito.
P.- Ya tenemos un factor para explicar en parte el
fracaso escolar local. Después de un año aquí, ¿cuáles más
ha encontrado?
R.- Hay un primer elemento clarísimo que es que no somos
comparables con ninguna otra comunidad. El otro día nos lo
dijo el ministro y me agradó escuchárselo porque yo opino lo
mismo.
P.- ¿Por qué incomparables?
R.- Porque sociológicamente somos distintos, por densidad de
población, por diversidad de culturas, por ser
fronterizos... No se trata de escurrir el bulto, pero los
parámetros de comparación no son válidos. Debemos mirarnos a
nosotros mismos para mejorar porque sí, sin comparanos con
nadie, la situación es mala.
P.- Entonces su respuesta deberá adaptarse a esta
sociedad
R.- Claro. Lo que pasa es que es difícil porque la realidad
no es fácil. El sistema educativo, es una realidad compleja
y sistémica. Tiene un montón de componentes
interrelacionados: cualquier factor que se cambie o se deje
de cambiar influye o mantiene el resto. El paradigma
agrícola no nos sirve. Tenemos que ir a soluciones más
complejas y una de ellas, creo, tiene que ser que la
comunidad educativa no sea un ente teórico y abstracto, sino
un elemento con intereses, relaciones e intervenciones
comunitarias. Es un recorrido amplio en el que pequeñas
acciones irán produciendo pequeños cambios en el tiempo. Yo
aspiro a hacer cosas que den resultados, aunque sea cuando
yo ya no esté. Lo que no me gustaría es que quien venga
detrás tenga que empezar el proceso de cero.
“Las cosas no son blancas o negras”
P.- ¿Cómo lo va a hacer, por la vía ortodoxa de poner
carteles en las aulas que digan que ‘el castellano es la
única lengua oficial’ o con alguna propuesta más heterodoxa
como las que plantean otros expertos?
R.- Yo soy ecléctico. Las cosas no son ni blancas ni negras,
y más en esta ciudad. En medio hay mucho campo de actuación
para no ser dogmático ni minimalista ni maximalista. Vamos a
coger lo mejor y a aplicarlo, a quitarnos complejos, a no
rasgarnos las vestiduras y a poner en marcha pequeñas
experiencias piloto. A mí en mis primeros días me cogió un
debate hasta cierto punto estéril como era la denominación
de un curso [‘El español como nueva Lengua en Ceuta’], y a
lo que hay que ir es a la esencia de las propuestas, a lo
que se pretende con ellas.
P.- Este año se va a cambiar el nombre del curso. ¿Es una
decisión suya?
R.- No. Seguramente sus responsables han optado por no crear
polémicas estériles sin dejar de dar herramientas ni de
introducir mecanismos de exploración de soluciones. No creo
en las propuestas únicas ni en nada que no necesite de
complementos. No volvamos a caer en el error de que todo
vale para todo. En cada momento hay soluciones distintas y
hay que tener la capacidad de probar, de no cerrarse, de
tener altura de miras y de no rasgarse las vestiduras. Nadie
va a ceder nada por mejorar las condiciones de vida y
formación de los ciudadanos. Cada zona necesita unos
recursos. Sí al apoyo, sí a una escolarización normalizada
en un centro y en su entorno. Lo que hay que hacer es ver
cómo la comunidad resuelve sus problemas con los
profesionales que se ponen a su servicio.
P.- Dar ordenadores y pizarras digitales a un grupo de
chicos de quinto de Primaria que, al menos en parte, según
reconocen sus profesores, todavía tiene muchas dificultades
para hablar y escribir en español no puede parecer algo un
tanto incoherente
R.- No porque esos instrumentos van a ayudarles a dominar
también ese recurso. Introducir las Nuevas Tecnologías en el
proceso de aprendizaje de forma integrada, como el libro,
implica que no se trata de un recurso puntual, sino de
meterlas en su mochila digital para cambiar el paradigma
educativo. Las posibilidades de esos recursos son enormes y
en el ámbito lingüístico creo que también. Hay que crear la
comunidad de aprendizaje. Iniciamos un camino que va más
allá de la presentación y la foto. Esto será un punto de
inflexión.
P.- Pero mientras se destinan recursos a comprar
ordenadores sigue sin haber colegios y las aulas se
masifican, como decía antes
R.- Estamos trabajando también en ello. En Loma Colmenar
tenemos terreno disponible que los técnicos del Ministerio
analizarán esta misma semana para un centro de Primaria para
empezar a elaborar un proyecto y tener un plazo de
ejecución. En Parque Ceuta lo que hay son buenas intenciones
y una gran demanda por nuestra parte, pero debemos esperar a
que lleguen a buen puerto las conversaciones de la Ciudad
con Defensa para proyectar un centro de Primaria y otro de
Secundaria.
P.- Su ministro visitará Melilla muy pronto, precisamente
para inaugurar un centro. ¿Le veremos también por aquí?
R.- Tiene la intención de hacerlo inmediatamente después si
lo permite su agenda. Si no, lo hará la secretaria de Estado
Eva Almunia.
P.- ¿Tener a la Junta Docente enfrentada le facilita el
trabajo?
R.- Mi relación con la Junta ha sido cordial. Hemos
trabajado mucho y bien con ella, pero también con los
sindicatos individualmente. Su situación, que yo respeto, no
tiene por qué influir en nuestra relación con el
profesorado.
P.- ¿Usted está por considerar al profesor como autoridad
pública?
R.- El concepto de autoridad no va tanto vinculada a la
aplicación de medidas correctivas, sino en la concepción que
la familia, el alumnado y la sociedad tienen del profesorado
y en la que el docente se da ante ellos. La autoridad es
difícil ganarla y no se logra por decreto. Lo que yo
recomiendo al profesor es que no la pierda. Sé que trabajan
por ganarla, pero cuando queremos que algunos problemas nos
los resuelvan otros hacemos una dejación que revierte
precisamente en una pérdida de autoridad. Cualquier
funcionario es, en sus atribuciones profesionales, una
autoridad pública. Que ahora la Comunidad de Madrid quiera
ponerlo en una Orden no es más que un brindis al sol. Lo que
tenemos que hacer es no quitarle autoridad al docente, y
ello compete a la Administración y a la sociedad.
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