Con o sin papeles. Esta es la clasificación administrativa
que resume el drama de los inmigrantes que cada día tratan
de superar la barrera de las fronteras. Muchos de los que
mueren en el intento, como ha ocurrido por última vez este
mismo fin de semana en aguas muy próximas a Ceuta, dejan
familias rotas a uno y otro lado del Estrecho, que a menudo
sigue separando sin solución de sus seres queridos también a
quienes logran alcanzar suelo europeo.
Justo la semana antes de producirse la tragedia de la patera
hundida junto a la isla de Perejil, decenas de estos ‘sin
papeles’ que, tras conseguir superar las fronteras
terrestres o marítimas, quedan atrapados en un limbo
jurídico, se manifestaban por las calles de Ceuta en demanda
de una solución a los más de dos años que llevan acogidos en
el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). En la
mayoría de los casos, al no admitírseles las peticiones de
asilo, su destino último será la devolución a sus países de
origen. Este es el miedo que atenaza a Yaundé, cuyo caso es
un ejemplo que seguro se ha repetido estos días, pues entre
los muertos de la última patera había al menos una mujer
embarazada, como lo estaba su mujer cuando llegó a Ceuta.
Yaundé, que prefiere no identificarse con su nombre
verdadero, vendió sus pertenencias en Nigeria para
desplazarse con su esposa a Tánger, donde según su relato
permanecieron varios meses estudiando la forma de pasar a
territorio español a través de la frontera ceutí. Ella lo
logró y él no, por eso no pudo asistir al nacimiento de su
hijo. De hecho, para cuando pudo atravesar la frontera,
madre e hijo habían conseguido ya el permiso de residencia
en la península. Ahora viven en Barcelona y su mujer ha
venido a verle en varias ocasiones. Espera un reagrupamiento
familiar que, por si fuera poco, se ha puesto aún más
difícil con la nueva Ley de Extranjería, que el pasado
viernes superó el primer escollo en el Congreso al
rechazarse las tres enmiendas a la totalidad que PP, ERC-IU-ICV
y PNV habían presentado contra el texto promovido por el
Gobierno.
En el caso concreto del reagrupamiento familiar, uno de los
puntos más criticados por los Grupos de izquierda y las ONGs,
el proyecto de ley supone una revisión restrictiva de la
actual, al limitarlo a los ascendientes mayores de 65 años,
aunque por razones humanitarias podrá llevarse a cabo en
casos aislados. También se exige al solicitante un mínimo de
cinco años de residencia permanente en España.
“Salí de mi país hace cuatro años. He sufrido mucho. Entré
en Ceuta nadando hace dos años. No he venido para quedarme
aquí, necesito papeles para trabajar en Europa”. Este era el
testimonio de uno de los ocho inmigrantes que el pasado
sábado, prácticamente coincidiendo con la hora a la que
naufragaban los 60 ocupantes de la patera del Perejil,
relataban en la iglesia de África su historia. Lo hacían
ante una delegación de la organización católica ‘Justicia y
Paz’ que participaba en un encuentro centrado precisamente
en el fenómeno de la inmigración y a la que, según su
representante en Ceuta, afectó de forma especial el relato
del tiempo que los extranjeros pasan en el CETI.
De hecho, otro de los testimonios ofrecidos en primera
persona en el templo ceutí era terriblemente parecido:
“Llevo dos años en Ceuta. Salí de mi país por la guerra. He
perdido familia y propiedades”. Un compañero más del CETI
que se animó a subirse a la tribuna para explicar su caso,
aseguraba que cuando llegó a Ceuta estaba “contento” porque
pensó que “algo nuevo iba a pasar”. “Pero mi ilusión se va
apagando”, concluía al señalar que también lleva dos años en
el centro para inmigrantes. La cuarta historia, de una
mujer, seguía sin diferir de las anteriores: “Me marché de
Camerún porque me obligaban a casarme casi de niña. Hace ya
cinco años”.
Detrás de cada uno de los ocho cadáveres rescatados de las
aguas del Estrecho, de las once personas que sobrevivieron y
de los desaparecidos, de los que casi nunca se consigue
siquiera dar un número exacto, hay otras de estas historias
repetidas. Familias rotas, separadas por la muerte o por el
fracaso en la búsqueda de una vida mejor, por la miseria y
por las leyes.
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Las ONG, contra una reforma de la ley que
“vulnera” el derecho a vivir en familia
La Coordinadora de ONG de
Desarrollo (CONGDE) denunció la pasada semana que la reforma
de la Ley de Extranjería en marcha lesionará “gravemente” la
credibilidad de España y endurecerá las condiciones de vida
de los inmigrantes. Tras el rechazo en la Cámara Baja de
tres enmiendas a la totalidad a la futura ley, la CONGDE
afirmaba, según recogía Efe, que el proyecto supondrá un
grave retroceso en derechos. A su juicio, las restricciones
a la reagrupación familiar que plantea la reforma (limita la
llegada de los ascendientes) no sólo “vulnera” el derecho a
vivir en familia, sino que repercute en uno de los
principales mecanismos de desarrollo de los países de
origen: la cuantía de las remesas enviadas por los migrantes
es equiparable al presupuesto de Ayuda Oficial al Desarrollo
del conjunto de la Unión Europea.
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