No debería extrañarle al Gobierno de la Ciudad y a su
Consejero de Hacienda, que el Sr. Alí haga ruido y, en
cualquier caso, la respuesta debe ser sosegada, basada en la
razón y no en la descalificación, que ya bastante se
descalifica a sí2 mismo quien haciendo mucho ruido, sólo
provoca dolor de oídos, sin aportar ninguna armonía que
mejore el ambiente.
Si alguna vez Alí llega al Gobierno, será porque así lo
quieran los ceutíes y no porque sus explicaciones llenen de
satisfacción a los miembros del Gobierno de Vivas y, desde
luego, será interesante observar en el próximo pleno de la
Asamblea de Ceuta, como defiende Mohamed Alí su diatriba y
como le encara el Sr. Márquez, quien no debe perder de vista
que los debates plenarios son instrumentos al servicio de la
política, esa cosa que de hacerse bien, como en los toros,
cambia la sangre por el arte.
Es totalmente cierto que, de modo interesado, Mohamed Alí
mezcla las churras con las merinas, al agrupar en un todo
las operaciones de tesorería con los préstamos a largo
plazo, pero esto lo hace así el Sr. Mohamed, no porque sea
un pardillo, sino justamente por todo lo contrario, es
decir: porque quiere jugar como un pícaro y quiere exasperar
al Consejero de Hacienda, haciéndole mostrar su lado más
jacobino. Y es ahí, donde Márquez no debe caer en la trampa,
sino armarse de paciencia y de templanza y explicar en ese
lenguaje políticamente claro y directo que tanto agradece el
público, huyendo de lo farragoso, la verdad del asunto,
desenmascarando a Mohamed Alí y poniendo las cosas en su
sitio.
Márquez lleva razón frente al ataque político al margen de
los tecnicismos de Mohamed Alí, que quiere un debate ramplón
y reduccionista basado en datos posiblemente ciertos, pero
que tratados de modo inconexos fraguan una gran mentira.
En todas las administraciones públicas del mundo, ya sean
estatales, regionales o locales, las inversiones públicas se
financian con préstamos a medio y largo plazo y Ceuta no iba
a ser una excepción. Esto es tan cierto como la forma de
financiar en una familia sus propias inversiones, ya sea en
una vivienda o en otros bienes. Y esta forma de financiar
las inversiones, nos hipoteca a todos, ciertamente, pero
tenemos que elegir entre disponer de las dotaciones y
equipamientos necesarios o seguir viviendo en la edad media.
Para evitar esto último, existe el sistema financiero, las
previsiones legales sobre su utilización y los márgenes de
endeudamiento disponibles en el caso de las administraciones
públicas.
En este sentido, la Ciudad Autónoma tiene (y esto es
fácilmente constatable, incluso por Mohamed Alí) un margen
de endeudamiento suficiente como para que nadie se asuste y
para que nadie nos asuste.
Ahora bien, si ponemos en tela de juicio la imparcialidad de
los funcionarios, los consideramos unos vendidos al gobierno
de turno, sospechamos de complicidades casi delictivas entre
titulares de distintas administraciones e involucramos en el
debate a quienes nada tienen ni deben de apostillar en
cuestiones políticas, quedaremos únicamente expuestos al
juicio final y tendremos que apelar lo extrasensorial.
Se puede o no estar de acuerdo con la política de gastos del
Gobierno Vivas y también se puede criticar con rigor y
firmeza, pero esto es otro discurso distinto al que ha
iniciado el líder de la oposición en la Asamblea, que al
margen de pretender aumentar las cantidades destinadas a la
nueva renta de inserción, poco nos desliza respecto de las
que serían sus prioridades en el gasto, en la inversión
pública y en cómo buscaría la forma de financiarla.
Las pólizas que contrata la Ciudad con las entidades
financieras y que vienen a anticipar recursos comprometidos
por el Estado fundamentalmente, nada tienen que ver con los
préstamos para la inversión que hemos comentado
anteriormente, puesto que estas últimas se cancelan
inmediatamente que se produce el ingreso correspondiente por
parte del Estado y su única finalidad es disponer de esos
recursos con carácter inmediato para mantener de modo eficaz
el funcionamiento de los servicios públicos y atender gastos
corrientes, de proveedores, etc.
Naturalmente y dada la naturaleza de estas pólizas a corto
plazo, no incrementan la carga financiera de la Ciudad y,
siendo cierto que tienen costes, son inevitables dado el
sistema de pagos del Estado. Lo hacen todas las
administraciones públicas y esto, desde luego, no es ninguna
excusa, es la única manera que el sistema tiene para
financiar de inmediato lo que no puede esperar, como, por
ejemplo, la renta mínima de inserción.
Márquez tiene en el próximo pleno de la Asamblea, la
oportunidad de hacerle al Sr. Mohamed Alí unas cuantas
buenas preguntas o, por lo menos, una: ¿Qué manera conoce él
de financiar los servicios públicos, la política social, las
inversiones y, en definitiva, los muchos avances que ha
experimentado Ceuta en su conjunto y muchos de los
colectivos que la integran, sobre todo los más
desfavorecidos, al margen de la que está utilizando el
Gobierno de Ceuta, los del resto de Comunidades Autónomas o
el Gobierno de España?.
Que nos la cuente.
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