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sociedad - SÁBADO, 19 DE SEPTIEMBRE DE 2009


fatima alí (I) y socorro castañeda. f.r.

HOMENAJE A LAS OCTOGENARIAS DE LA BARRIADA
 

Las reinas de La Reina

Fatoma Alí y Socorro Castañeda, musulmana y cristiana, son las veteranas de una barriada emblemática que ayer reconoció con un homenaje unas vidas llenas de lucha, casi paralelas, distintas, pero muy similares
 

CEUTA
Paloma López Cortina

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Cuando el matarife de Ceuta y su mujer, comadrona, decidieron formar una familia, Fatoma llegó al mundo. Corría el año 1921 y decenas de casas llenaban de vida la zona de las Murallas Reales. Nuestra primera protagonista jugaba por la playa junto a sus sietes hermanos y disfrutaba de una ciudad que ha enmarcado sus pasos hasta hoy. A pocos kilómetros, en el Castillejos del protectorado, el padre de nuestra segunda protagonista conseguía trabajo tras decidir abandonar su Málaga natal, como labrador junto a un terrateniente de la zona. Traía con él a su mujer y a sus cuatro hijos. Socorro era una de ellas. Fatoma no pudo estudiar y aún hoy se resigna a marcar con sus huellas dactilares los documentos oficiales. Socorro fue a la escuela. “Fuí afortunada. Por un lado los cristianos y por otro los musulmanes... y tuve suerte, porque la maestra del colegio me llevó a su casa a trabajar haciendo las labores domésticas”. Mientras ella trabajaba en Castillejos, Fatoma ya llevaba casada una buena temporada. Tenía 13 años cuando contrajo matrimonio, fue por conveniencia “pero aprendí a quererlo a medida que pasó el tiempo y fuí muy feliz a su lado”. No había tele, por eso tuvieron 18 hijos, dice sonriendo. Quedan 13. Cuatro ya se han muerto.

Fatoma tuvo que sacarlos adelante cuando falleció su marido. Era joven y nunca hubo otro hombre, “sólo me dediqué a ellos, a criarlos bien, y gracias a Dios ninguno ha sido malo ni borracho”. Muchos años limpiando pescado en la fábrica de Carraza y la de la Almadraba. “Me levantaba a las seis de la mañana y a veces no llegaba hasta las 2:00 o las 3:00 y otra vez a trabajar”. Recuerda cuando iba a Castillejos aún de noche, a recoger verdura y huevos y venir a venderlos a las calles de Ceuta. “Hice de todo por ellos y no aprendí a leer pero sí a contar”. Sus hijos lo saben y la adoran. “Lo pasó mal cuando enviudó porque éramos pequeños, pero su madre nos cuidaba y la hermana mayor mientras ella iba a ganar dinero”.

Socorro se casó enamorada, no tuvo que aprender con el tiempo a querer a Juan, su marido y al que conoció en sus años mozos cuando trabajaba en el Bar Plata de Castillejos mientras ella seguía con la maestra. Ennoviaron, casaron, y acabaron siendo los encargados del bar donde se conocieron. Tuvieron una hija “y dos abortos, pero mi hija tuvo tres hijas a las que también crié yo”. Salieron adelante pero cuando llegó la independencia de la zona del Protectorado “las cosas no fueron muy bien, ya no podíamos vender alcohol y decidimos venir a vivir a Ceuta y poner otro negocio”. Hicieron mudanza e iniciaron la vida en la ciudad poniendo un bar “donde la bolera hasta que nos jubilamos y la verdad que también nos fue bien”.

Socorro, viuda hace ya tiempo, vive ahora con su hija y con sus nietas en la misma barriada que Fatoma, que también vive su hija, sus nietos y una hermana que ha perdido la vista. Sus días son tranquilos, sin sobresaltos. Felices por estar al lado de los suyos pero echando mucho de menos a los que se han ido quedando por su camino. Una musulmana, la otra cristiana y las dos signo de la verdadera convivencia. Dicen que nunca tuvieron problemas en ese aspecto. Echan de menos las casas abiertas de par en par, el respeto de la juventud de entonces, la formalidad y la diversión sana que rigió en sus años mozos. Fatoma suspira y sus ojos azules se llenan de lágrimas cuando recuerda a los hijos que han muerto. ¿El secreto para salir adelante? pues lo único que les les ha enseñado la vida a ambas: trabajar.

Ayer la barriada les hizo un homenaje por ser ejemplo de vecindad y de vida. Y por ser, las reinas de La Reina.
 

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