Ya lo decía Onassis: hay que aprender a navegar con vientos
fuertes y eso es lo que están haciendo los alumnos del
velero escuela Pogoria que desde hace cuatro semanas navegan
desde el mar del Norte que riega la vieja Polonia hasta el
ancho Estrecho que salpica la son suficientes para poder
defenderse en un mar tranquilo, en esta ocasión, pero del
que pueden siempre surgir imprevistos. Hace apenas dos
meses, los profesores y alumnos de esta escuela de
navegación tuvieron que ser remolcados por el servicio de
salvamento finlandés hasta San Petesburgo cuando dos de sus
mástiles rompieron.
En total tiene tres, quince velas y 47 metros de eslora que
ilustran desde 1.980, a los amantes de la navegación en el
arte del timón. Maciej es uno de los profesores que viajan a
bordo del Pogoria. En total 45 tripulantes comparten la vida
durante todo este tiempo descubriendo lugares “increíbles y
gentes distintas allí donde hacemos escala”.
La mayoría de los que deciden embarcarse conocen ya los
entresijos de este tipo de viajes. Aún así, hay gente
inexperta y a todos les cuesta entender la mecánica de los
mástiles. Pero lo más complicado, “sin duda, es la convencia”.
Kasia es polaca pero tiene compañeros de Australia, Alemania
y otros rincones del mundo. Cruzando ya el meridiano de la
ruta, dice orgullosa que ya sabe leer las cartas de
navegación. Intentará volver a la costa francesa que le ha
fascinado. El profesor, se queda con el puerto de Cerdeña.
Cada uno, guarda sus rincones favoritos y sabe que
regresarán quizá capitanenado ellos mismos un velero. Junto
a ellos, otro de los alumnos descansa en cubierta, escribe y
saca fotografías. “Es una experiencia única, sin duda, lejos
de los paisajes y la vida del marinero, la convivencia te
hace ser más paciente y organizado para llevar a cabo todas
las tareas y hacer que exista un buen ambiente de trabajo”,
comenta el profesor.
Medio centenar de tripulantes
Desde la 10:00 de la mañana en que entraron en Muelle de
España hasta las 18:00 en que hizaron velas rumbo a Polonia
de nuevo, la tripulación recorrió los rincones más
emblemáticos de la Ciudad. Una ciudad mediterránea, el mar
en el que Pogoria pasa más tiempo desde que inició las rutas
de enseñanza. El mar que lleva a sus amantes a vivir
aventuras como las de Kasia y sus compañeros.
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