Ceuta es una tierra pequeña con
problemas de urbe grande. Y en ella habitan personas
deseosas de que se haga sólo su santa voluntad. Emplean
todos los medios habidos y por haber para salirse con la
suya, pero si no lo logran es seguro que terminarán haciendo
uso de acciones directas para imponer sus caprichos.
Esas personas son muy conocidas. Y hasta se sabe quienes son
sus cabecillas. Tiempo hubo en que obstruían cerraduras de
comercios o rompían las lunas de los escaparates o hacían
pintadas denigrantes contra quienes consideraban enemigos de
sus ideas. Incluso creo recordar que dije que también
cobraban impuestos revolucionarios.
Sí, ya sé que de ello escribí hace pocas fechas. Cuando esas
personas decidieron repartir cuartillas arremetiendo contra
el presidente de la Ciudad y el delegado del Gobierno por la
construcción de la cárcel. Cuartillas cobardes. Cuales son
todas las que carecen de identificación, aunque sepamos
todos sus orígenes.
Los cabecillas de esos energúmenos viven obsesionados con
alterar el orden de la ciudad a cada paso. Se levantan cada
mañana pensando en cómo pueden combatir el orden
establecido. Se les nota a la legua que duermen poco y
follan menos. Algo que a la edad de ellos resulta una mezcla
explosiva y que les hace someterse a la voluntad de ese
Bakunin de vía estrecha que los asesora. Un Bakunin cuya
rigidez mental más que hacerlo peligroso lo ha convertido ya
en un ser despreciable. Y es que su egocentrismo,
incapacidad de ponerse en lugar de otro y de adoptar puntos
de vista diferentes a los propios, le está matando
lentamente.
Es verdad que después del ataque a Vivas y a
Fernández Chacón por lo de la cárcel, días atrás, se
esperaba otro numerito especial en cualquier parte de la
ciudad. Pero nunca a costa de usar a los inmigrantes. Eso ha
sido el colmo de la desvergüenza y un intento de sembrar
dudas en la población.
Anteayer, cuando paseaba por la ciudad, vi la plaza de los
Reyes tomada por muchísimos inmigrantes residentes en el
CETI. Portaban pancartas varias y reivindicaban derechos.
Pero lo peor era que denunciaban cómo la gripe A campaba por
sus respetos en el centro de acogida. Con el único fin de
meterles el miedo en el cuerpo a los ciudadanos.
Estaba claro que el motivo principal de la manifestación era
cundir el pánico en la ciudad. Y, desde luego, se veía a la
legua que los manifestantes habían sido aleccionados y
manipulados por quienes todos conocemos. De modo que
convendría, a quienes les corresponde, investigar a fondo
para descubrir a cuantos están detrás del hecho. Tan
lamentable como grave.
Las autoridades cuentan con medios suficientes para
conseguir que algún inmigrante se vaya de la lengua. De lo
contrario, si esconden la cabeza debajo del ala y hacen la
vista gorda, ya pueden ir preparándose para otra
manifestación urdida por ese Bakunin a quien habría que
recomendarle que se alegrara la vida aunque en el intento
tuviera que ingerir viagra. A ver si así se le quita de la
cabeza la cantidad de... problemas que tiene y que le hacen
pensar torcidamente. Cuando estoy a punto de entregar la
columna soy testigo de otra manifestación ante el
Ayuntamiento. Que obliga a cerrar las puertas del edificio.
Otro hecho de suma gravedad.
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