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OPINIÓN - DOMINGO, 13 DE SEPTIEMBRE DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

La foca ha perdido los papeles


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La foca se ha disgustado. Y en un acceso de ira ha dado muestras de vulgaridad. Y no ha hecho sino copiar (y ya se sabe el dicho: quien la copia la...) lo que la foca madre de un sindicato tiene por costumbre emplear como insulto. Pobre foca, pobres focas: las dos, a edad tan temprana, con sus tejidos adiposos tan desarrollados como para surtir de grasas a los japoneses.

La foca que dibuja en un medio escrito es muy conocida por mí. Porque en ese medio estuve yo muchos años pudiendo comprobar de qué manera suele actuar. Nunca una idea suya; incapaz siempre de tomar una decisión; en todo momento consultando a la dirección o al propietario, para hacer sus viñetas acordes con los caprichos de quienes mandan. Amén de que la foca que hace la tira corre que se las pela en cuanto divisa a un depredador.

La foca e Higinio Molina –director entonces-, durante una época de triste recuerdo para todos los que escribíamos en ese medio, iban cogidos de la mano. Y ambos decidieron, por su cuenta y riesgo, que había que poner el periódico al servicio del GIL. Y a esa tarea se entregaron los dos con ahínco, tratando por todos los medios de hacer proselitismo entre los compañeros. Y, claro, al negarme yo, hube de soportar las tarascadas de la foca que dibuja. Así, hasta que un buen día hice de tiburón y la foca corrió como suelen correr las focas.

La foca y el director consiguieron convertirse en elementos importantes al servicio de la causa de Antonio Sampietro. Cuando meses antes habían sido militantes acérrimos de la forma de ser de Jesús Fortes. Y no me gustaría tener que ahondar en el asunto para contar ciertas cosas que no serían de buen gusto en estos momentos.

La foca que dibuja vivió sus mejores tiempos a la vera de Sampietro. El que me dijo a mí, en la caseta de San Urbano, que si el dueño del periódico no aceptaba sus condiciones lo menos malo que le podía pasar es que le metieran el periódico por retambufa. Y esa frase tan distinguida causó tanta hilaridad en la foca que estuvo tres días con sus noches riéndose sin parar y teniendo que aguantarse la botarga con las manos. Pero le faltaron huevos para plasmarla en su espacio.

La foca se metió tanto en su papel de ‘gilista’ –por qué sería- que esperaba con impaciencia la llegada del sobre que enviaba el gabinete de prensa del Gobierno del GIL, diariamente, con las órdenes precisas para hacer los comentarios. En su caso, la tira. De esa manera se ganó el derecho a ser inmortalizada como pájaro.

Una inmortalización a la que puso broche de oro Juan Vivas. Porque la foca, en cuanto le fue comunicado que a Sampietro le quedaban dos días y medios, se puso al instante a las órdenes de Vivas con estas palabras: “A mandar, Juan, que para eso estamos...”. Mientras que yo me fui derecho a Jesús Fortes para comunicarle que le iban a dar matarile político.

La foca que dibuja no es racista, de ningún modo; pero hace unos chistes de la cosa que hace que mucha gente se desternille de risa. Pero todo es broma de alguien que se mira al espejo y no se gusta. Porque a su edad, y cubierta de adiposidades, quizá por dejadez, ya que vive doblada más que de pie, piensa y con razón lo que será de ella cuando cumpla setenta años. La foca, además, es lasciva. Con lo cual empeora su situación. La foca ha perdido los papeles.
 

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