Sin lugar a dudas, en estos
momentos la auténtica realidad que nos encontramos en
cualquiera de las ciudades que visitemos, es que cuesta Dios
y ayuda poderlas cruzar por los itinerarios más normales,
puesto que, donde menos lo puede esperar uno, aparece una
zona en obras y la calle en cuestión está cortada.
Es el síndrome de remozamiento de las ciudades, la ilusión
de hacerlas más modernas, más cómodas y la forma de que
muchos ayuntamientos se hayan endeudado hasta las cejas.
El primer choque ante esta realidad nos lo encontrábamos
hace varios año en Madrid, que en busca de unos “posibles”
juegos olímpicos y con esa perspectiva, una carretera
nacional estuvo cortada no sé cuantos meses, un río se hizo
desaparecer y varios kilómetros de ruta se hacían
insoportables para la circulación.
Ahora, la obra faraónica de Ruiz Gallardón ya está
concluida, la comodidad es mucho más grande, la zona donde
hubo tantas obras y atascos se ha revalorizado, y como las
obras son caras y hay que pagarlas, una serie de radares
controlan “sin piedad” la circulación allí y el que se
extralimita de los 70 kilómetros por hora ya sabe que le
llegará a casa la “receta”. Hablan de más de medio millón de
denuncias ya por haberse saltado el límite de esos 70
kilómetros, con lo que una parte del coste de la obra ya se
ha recuperado. Con esto no quiero dar ideas a nadie.
Madrid, en todo, va por delante, pero los demás no se
quieren quedar atrás y aunque todos hablan de las
incomodidades, las obras se presentan como las incomodidades
necesarias para poder mejorar y me quedo en esto,
únicamente.
Ceuta no podía ser una excepción y eso cuando más se nota es
cuando comienza el curso escolar, especialmente a las horas
de entrada y salida a los colegio e institutos. A esas
horas, se viva donde se viva, a uno le resulta más rentable
en tiempo y en gasto, ir andando que ir en coche, porque los
atascos suelen ser monumentales y agravados por el hecho de
que en Ceuta no hay alternativas posibles de ir por otras
partes, para esquivar esos atascos del centro.
Para paliar, o intentar paliar, eso, desde la casa madre, se
intenta, ya desde estos días, que ciertas zonas, como el
distrito 1, se hagan más transitables, mirando especialmente
a los escolares en el comienzo del curso.
El comienzo del curso, pues, ha forzado al Gobierno de la
Ciudad a cumplir o a intentar cumplir sus compromisos,
coincidiendo con las horas de entrada y salida. Estas
calles, por tanto, aun en obras, se intentan hacer más
transitables y la circulación, mientras no comiencen las
lluvias se aliviará bastante.
Aquí estamos en el cumplimiento de un compromiso, pero si
hay obras, de verdad, ya veremos como se pueden atender las
dos alternativas de seguir con las obras y que la
circulación sea más ligera.
Me agradan las buenas intenciones, pero lo que no sé es si,
al mismo tiempo, se puede atender a dos situaciones tan
enfrentadas. Una multiplicación de los “panes y los peces”
que puede dejar con hambre a todos.
En esto, Ceuta, ni aunque lo pretenda, va a ser distinta de
Valladolid, con gran parte de la ciudad en obras o de
Salamanca que en plenas ferias tiene “levantado” el centro
de la ciudad. Es lo que traen las obras, primero molestias y
luego, si se hacen bien, comodidad.
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