La Cultura, término que, como
ocurre con la filosofía, pocos sabrían definir con cierta
exactitud pero al que muchos recurren en demasía sin atinar
en su verdadero significado y desgastando la palabra hasta
hacerla manida, puede ser el vehículo para alcanzar algo tan
exacto y concreto que todos sabemos definir: la paz. Decir
Unesco, que no es si no el acrónimo de Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura,
es decir sueño, la utopía, que por suerte algunos consideran
realizable, de lograr construir un mundo en el que esos
valores reinen y sirvan para erradicar la guerra, una
violencia que, como decía el prestigioso intelectual
Federico Mayor Zaragoza en la entrevista publicada hace tan
sólo dos días en las páginas de este diario, ha reinado
durante la mayor parte de la historia del hombre y es aún
hoy uno de sus mayores lastres. Mayor Zaragoza es el
inspirador de muchos de estos principios por cuya difusión
lucha la Unesco desde su creación, en 1945, cuando la
humanidad despertaba de una de sus peores pesadillas de
violencia. Ahora, dice, es el momento de volver a intentarlo
con más ahínco que nunca, de volver a reunir a todos
aquellos que creen en que, como reza una frase de más
reciente cuño, otro mundo es posible. Ceuta acoge desde hoy
y durante dos días un encuentro de algunas de esas personas
a las que podría tacharse de utópicas, pero que pertenecen a
esa clase de seres humanos que en medio de las peores crisis
imaginables han empleado la palabra (“Me queda la palabra”,
dijo el gran poeta Blas de Otero) contra las armas y las
crisis, contra el peso de la ignorancia, para sacar a la luz
lo mejor del ser humano. El Centro Unesco de Ceuta ha
convocado a personas que reflexionarán en estas dos jornadas
sobre todo ello, que intercambiarán su palabra, sus ideas, y
que se pondrán manos a la obra para hacer algo en pos de la
convivencia pacífica de los pueblos, para “construir la paz
en la mente de los hombres mediante la educación, la
cultura, las ciencias naturales y sociales y la
comunicación”, como rezan los principios de la Unesco.
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