Estuve haciendo gestiones para
unos amigos que contrajeron matrimonio con personas
extranjeras no comunitarias.
Para ello me personé en la Delegación del Gobierno en
Catalunya, donde me dieron cita previa para presentar la
documentación en otra oficina bastante alejada.
Personados en esa oficina con la hoja de cita previa…, sí,
sí, cita previa que sólo sirvió para utilizarla en el
retrete.
Pasa que te dan un número, como a todo quisque que se
presenta en la oficina de extranjería. Luego de esperar un
rato bastante largo, durante el cual se podría visualizar la
serie “Cuéntame que pasó” íntegramente, nos presentamos ante
la mesa que anunciaban los televisores destinados a eso.
¡Oh!, en esa mesa solamente te miran los papeles y te dan
otro número para que te vuelvas a sentar en la enorme sala
de espera y mirar la televisión, no para ver “Amor en
tiempos revueltos” pero casi, esperando a que aparezca tu
número y la mesa donde te atenderán.
¿Para qué sirve la cita previa? Si encima en esa hoja de
cita previa te indican la hora exacta y el número de la mesa
donde atenderán…
Bueno, ya he pasado este mal trago de la espera un montón de
veces. No lo volveré a pasar. La próxima vez que un amigo me
pida que le ayude con las gestiones… ¡que se lo haga su
padre!
Escribamos ahora sobre lo que casi siempre escribo: sobre el
PP y sus aledaños.
Un psudosindicato, llamado “manos limpias”, que suele
presentarse en público con las palmas de las manos hacia
delante y a las que les siguen unos brazos extendidos en
alto… confundiendo al personal cuando no son más que
fascistas y falangistas que disimulan como pueden su rabia,
ha conseguido que el juez Garzón sea citado como imputado
por prevaricación. Por soliviantar las momias del régimen
franquista.
No se yo, pero me da la sensación que los miembros de ese
pseudosindicato no pueden con el miedo en su cuerpo. La de
diarreas que llevarán soltando esperando el momento cumbre
de la Memoria Histórica que levantará, de seguro, muchas
tapas de ollas incandescentes.
No se yo a cuento de qué salen Mariano Rajoy y la presidenta
pepera de la Comunidad de Madrid sobre los puños, cuando me
consta que él y ella son de los que gustan eso del brazo en
alto con la mano abierta, aunque digan lo contrario. Ignoro
si sabrán que este país no es Rusia y que la única ideología
totalitaria que masacró a una población y la mantuvo
terroríficamente bajo su régimen fue la del general
Francisco Franco. O sea los de la derecha. Digo los de
ultraderecha.
Los socialistas pueden cantar su himno y utilizar sus
símbolos sin complejos porque jamás sometieron al país a
ningún régimen totalitario.
¿Cómo son capaces los dirigentes peperos de hablar sobre la
justicia en referencia a Garzón?, cuando tienen encima a un
miembro de su ejecutiva a punto de ser imputado, más de
ciento cincuenta cargos públicos del PP bajo sospecha, un
presidente de Comunidad mintiendo en el Parlamento de su
soberanía… no me extraña que Mariano Rajoy y sus compañeros
de chirigotas se alarmen ante el homenaje que se dieron sus
archienemigos, los socialistas, que comieron y bebieron en
una especie de botellón, que el alcalde de Pozuelo de
Alarcón ignoraba que se organizó entre otras cosas porque no
se celebró en su municipio.
Municipio tolerante el de ese alcalde, el de Pozuelo, donde
los chavales celebraron un botellón de cuidado y con
resultado de diversos destrozos de consideración.
Ya vemos que el PP y algunos de sus correligionarios, que no
todos, cultivan la cultura impuesta por aquel general, amigo
de Franco, en su creencia de aglutinar todo el resumen
franquista en la frase “muera la cultura y viva la muerte”.
Para fiasco: Gallardón, ha efectuado un giro de ciento
ochenta grados y ha asumido el lema pepero de mentir
reiteradamente a los ciudadanos para sobrevivir… ya nadie se
cree que la candidatura de Madrid a organizar los Juegos
Olímpicos del 2016 sea la mejor presentada.
Si la Comisión del Comité Olímpico que supervisa los
proyectos de las peticiones de organización dice que tienen
defectos, es que lo tienen y punto.
Eso es un PUÑETAZO en toda la mandíbula, hijo.
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