El presidente de la Fundación para una Cultura de la Paz,
Federico Mayor Zaragoza (Barcelona, 1934), fue durante doce
años director general de la Unesco (Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura),
cuyo centro de Ceuta le ha invitado al I Encuentro de
Centros, Clubes y Asociaciones Unesco del Mediterráneo, que
se celebra en la ciudad los próximos días 11 y 12. A Mayor
Zaragoza le gusta Ceuta porque “puede reflejar la
universalidad de la misión de la Unesco”. También valora la
iniciativa de que la reunión convocada en la ciudad sea de
ámbito mediterráneo, un mar que “tiene que ser el de todos”.
En su opinión, la paz tiene hoy, en medio de la crisis, una
nueva oportunidad de triunfar.
Pregunta.- ¿Cuál es el argumento central del mensaje que
desea transmitir en Ceuta? ¿Podrá finalmente acudir al I
Encuentro de clubes del Mediterráneo?
Respuesta.-Yo voy a intentar por todos los medios estar
allí, porque es un compromiso que adquirí hace mucho tiempo,
pero desde luego, lo que sí me he preparado es un guión para
mi intervención y si al final, como deseo, puedo ir lo
desarrollaré y si no lo enviaré un poco ilustrado. Lo que
quisiera es transmitir la oportunidad de que desde Ceuta
precisamente se haga ver que el mensaje de la paz es un
mensaje sin fronteras, sin nortes ni sures, si no que la
Unesco tiene una misión fundamental que es la de construir
la paz a través de la palabra, de la educación, la ciencia,
la cultura y la comunicación, y que ahora es el momento,
ahora en estos momentos de crisis es cuando debemos procurar
llevar a la práctica esta gran misión, este gran mandato de
la organización intelectual del sistema de las Naciones
Unidas.
P.- Cultura y Paz han sido dos conceptos de presencia
continua en su trayectoria, tanto al frente de la Unesco
como ahora con la fundación que creó. ¿Cómo vinculamos ambos
conceptos?
R.- Para mi la expresión suprema de cultura es el
comportamiento cotidiano, es el que resume nuestras
reflexiones, nuestras tradiciones, finalmente nuestros
grandes puntos de referencia éticos, y es en virtud de todo
ellos como actuamos o como deberíamos actuar, porque hay
veces que nos dejamos guiar excesivamente por determinadas
instancias de poder, mediático sobre todo, y entonces
actuamos al dictado, no en virtud de nuestro propio
pensamiento. Pero nuestra cultura ha sido durante siglos, no
hay que olvidarlo, una cultura de guerra y de violencia, de
imposición, donde unos cuantos mandan y los demás obedecían.
Ahora ya está bien, han pasado muchos siglos en esta
situación para que llegue el momento en el que digamos: toda
vida tiene el mismo valor, todos los vivos tienen derecho a
igual dignidad y a vivir en condiciones en las que esta
dignidad se respete.
P.- Y este es el momento.
R.- Yo creo que para esta transición desde una cultura de
fuerza y de imposición, violencia y guerra a una de
conciliación, diálogo y paz ha llegado el momento, porque
nos damos cuenta de que esta posibilidad que se ha querido
implantar a través de un sistema neoliberal y globalizador
para sustituir los principios democráticos por las leyes del
mercado y a las Naciones Unidas por un grupito de siete, de
nueve, de los veinte, del G-20..., me da igual cómo se
llame, todo ello es sustituir un sistema democrático por uno
plutocrático; después del fracaso estrepitoso al que nos ha
llevado, es el momento de decir que lo que necesitamos es
refundar el sistema de las Naciones Unidas y dar a todas sus
instituciones, pero particularmente a la que se encarga de
la palabra, que es la Unesco, todo el relieve necesario.
P.- La Unesco nació precisamente de un momento de crisis,
en el 45. ¿Hacía falta quizá otra crisis de estas
dimensiones para llegar a la conclusión de que no sólo está
vigente su mensaje, sino que es el momento precisamente de
ponerse de nuevo manos a la obra para lograr sus fines?
R.- Su pregunta es buenísima, porque fíjese que en el fondo
siempre la reacción digamos civilizada, la que ha pretendido
acabar con la idea de la guerra como algo absolutamente
irremediable, la reacción que ha preconizado la justicia,
los derechos humanos, la existencia después de la guerra de
una sociedad de naciones, después de la del 45, de unas
Naciones Unidas... Siempre han sido crisis, grandes
crisis... Y tiene usted razón, y por eso me gusta mucho su
pregunta, porque es que hemos desperdiciado una gran crisis,
la gran oportunidad, que fue al acabar la Guerra Fría, en el
año 89. Aquel era un año fantástico, en el que se estaba
celebrando el bicentenario de la Revolución Francesa, de los
derechos del ciudadano y además, en que la Unión Soviética
gracias a un movimiento genial de Gorbachov termina
finalmente sin una gota de sangre. Se celebraba también la
paz de Chapultepec, para el Salvador, se inician las
conversaciones de paz en Guatemala y en Mozambique... Era un
momento en el que se acababa la guerra armamentística entre
las dos grandes potencias, por eso se le llamó el fin de la
guerra fría. Todos esperábamos que nos dieran los dividendos
de la paz, que se dejara de gastar en armas y se gastara en
comida y en energía barata... Y nos dijeron, no, llegaron la
señora Tatcher y el señor Reagan y dijeron no, ahora en
lugar de mandar todos vamos a mandar sólo los más ricos. Por
eso fue un gran desperdicio de una gran oportunidad.
P.- ¿Cómo después de tantos siglos de violencia y de
oportunidades desaprovechadas uno no se desalienta en la
batalla por la paz? ¿Cómo animar a quienes creen en esa
lucha a continuar en ella?
R.- Pues mire, toda batalla tiene que ser permanente y puede
perderse, pero quienes no luchan ya la han perdido. Tenemos
que hacer ver a la gente que ya está bien de ser
espectadores, de estar todo el día criticando. Lo que
tenemos que hacer es pasar a ser actores, y dejar de ser
súbditos y pasar a ser ciudadanos.
P.- Es importante quizá por eso el papel de los centros,
clubes y asociaciones de la Unesco, que se reúnan y que
tomen iniciativas. R.- Exacto, exacto.
P.- ¿Qué perspectivas de futuro ve a esta actividad
frente, como dice, a tantos siglos de violencia?
R.- Creo que finalmente muchas cosas están mejor de lo que
estaban, porque ahora es imposible imaginar una Operación
Cóndor en América Latina, que se cambie a un presidente por
un dictador. Y ya no es posible en Europa un nuevo
enfrentamiento entre Alemania y Francia; es imposible
imaginar que el poder otomano, que Turquía, quiera
imponerse, al contrario, ahora quiere integrarse en Europa,
es europea a mi modo de ver, debe integrarse y de esta
manera ya tenemos otro gran foco pasado de tensión
eliminado. Lo mismo pasa con Japón, no hay que olvidar lo
que ha representado en Oriente y en estos momentos también
es impensable que haya un predominio de Japón o una locura
de China. Creo que en general las previsiones son mejores,
por lo que hay que dejarse de soluciones por la fuerza que
no son las que nos han conducido a la situación actual.
Ahora vamos a buscar la solución por la palabra, vamos a
dejar de gastar dinero en armas y a hacer que nadie se muera
de hambre, que debería ser el primer objetivo de la gente
normal, luchar contra la pobreza.
P.- ¿Conoce usted Ceuta?
R.- Sí, hombre claro, cómo no la voy a conocer, no he estado
pocas veces, muchas. En Ceuta estuve en la época de UCD y
después cuando le dieron el premio al escritor Dominique
Lapierre (el Convivencia 2002); esa fue la penúltima vez que
estuve allí.
P.- Ceuta es precisamente una encrucijada de culturas, de
continentes, ¿puede tener por ello un papel importante en
esta búsqueda de la paz?
R.- Por eso a mi me interesa tanto hacer lo posible para ir,
porque es allí donde los clubes Unesco pueden encontrar esta
dimensión de paz sin fronteras, para que se vea que allí
tenemos al lado a Marruecos, que tenemos al norte, al sur,
al este, al oeste..., un poco como Constantinopla... (ríe).
A mi me gusta Ceuta por eso, porque puede reflejar esta
universalidad de la misión de la Unesco.
P.- Y puede jugar también un papel en el Mediterráneo, en
torno al cual se están creando algunas interesantes
alianzas.
R.- Creo que Mercedes Cuevas, la presidenta del Centro
Unesco de Ceuta, ha sido muy lúcida al decir: no, no, aquí
vamos a hacer el encuentro del Mediterráneo, no se trata
sólo de un lado o del otro, nosotros queremos que se vea que
estos no son sólo clubes y asociaciones españolas, sino del
Mediterráneo en su conjunto...
P.- ... de una y otra orilla
R.- Extacto, y además son las dos riberas. A mi me fastidia
siempre estar hablando del Mediterráneo norte y del
Mediterráneo sur. Aquí no hay un Mediterráneo y otro
Mediterráneo, sino el Mediterráneo, que tiene que volver a
ser no el Mare Nostrum o el vuestro, tiene que ser el mar de
todos, el mar común, y esto lo puede representar muy bien
Ceuta.
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