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cultura - MIÉRCOLES, 9 DE SEPTIEMBRE DE 2009


federico mayor zaragoza. cedida.

Presidente de la Fundación para una Cultura de la Paz
 

F. Mayor Zaragoza: «Es en Ceuta donde se puede encontrar esa dimensión de paz sin fronteras»

Para quien durante 12 años dirigió la Unesco, la ciudad puede reflejar la “universalidad de la misión” de esta organización, cuyo club ceutí ha organizado el I Encuentro de centros del Mediterráneo
 

CEUTA
Tamara Crespo

ceuta
@elpueblodeceuta.com

El presidente de la Fundación para una Cultura de la Paz, Federico Mayor Zaragoza (Barcelona, 1934), fue durante doce años director general de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), cuyo centro de Ceuta le ha invitado al I Encuentro de Centros, Clubes y Asociaciones Unesco del Mediterráneo, que se celebra en la ciudad los próximos días 11 y 12. A Mayor Zaragoza le gusta Ceuta porque “puede reflejar la universalidad de la misión de la Unesco”. También valora la iniciativa de que la reunión convocada en la ciudad sea de ámbito mediterráneo, un mar que “tiene que ser el de todos”. En su opinión, la paz tiene hoy, en medio de la crisis, una nueva oportunidad de triunfar.

Pregunta.- ¿Cuál es el argumento central del mensaje que desea transmitir en Ceuta? ¿Podrá finalmente acudir al I Encuentro de clubes del Mediterráneo?

Respuesta.-Yo voy a intentar por todos los medios estar allí, porque es un compromiso que adquirí hace mucho tiempo, pero desde luego, lo que sí me he preparado es un guión para mi intervención y si al final, como deseo, puedo ir lo desarrollaré y si no lo enviaré un poco ilustrado. Lo que quisiera es transmitir la oportunidad de que desde Ceuta precisamente se haga ver que el mensaje de la paz es un mensaje sin fronteras, sin nortes ni sures, si no que la Unesco tiene una misión fundamental que es la de construir la paz a través de la palabra, de la educación, la ciencia, la cultura y la comunicación, y que ahora es el momento, ahora en estos momentos de crisis es cuando debemos procurar llevar a la práctica esta gran misión, este gran mandato de la organización intelectual del sistema de las Naciones Unidas.

P.- Cultura y Paz han sido dos conceptos de presencia continua en su trayectoria, tanto al frente de la Unesco como ahora con la fundación que creó. ¿Cómo vinculamos ambos conceptos?

R.- Para mi la expresión suprema de cultura es el comportamiento cotidiano, es el que resume nuestras reflexiones, nuestras tradiciones, finalmente nuestros grandes puntos de referencia éticos, y es en virtud de todo ellos como actuamos o como deberíamos actuar, porque hay veces que nos dejamos guiar excesivamente por determinadas instancias de poder, mediático sobre todo, y entonces actuamos al dictado, no en virtud de nuestro propio pensamiento. Pero nuestra cultura ha sido durante siglos, no hay que olvidarlo, una cultura de guerra y de violencia, de imposición, donde unos cuantos mandan y los demás obedecían. Ahora ya está bien, han pasado muchos siglos en esta situación para que llegue el momento en el que digamos: toda vida tiene el mismo valor, todos los vivos tienen derecho a igual dignidad y a vivir en condiciones en las que esta dignidad se respete.

P.- Y este es el momento.

R.- Yo creo que para esta transición desde una cultura de fuerza y de imposición, violencia y guerra a una de conciliación, diálogo y paz ha llegado el momento, porque nos damos cuenta de que esta posibilidad que se ha querido implantar a través de un sistema neoliberal y globalizador para sustituir los principios democráticos por las leyes del mercado y a las Naciones Unidas por un grupito de siete, de nueve, de los veinte, del G-20..., me da igual cómo se llame, todo ello es sustituir un sistema democrático por uno plutocrático; después del fracaso estrepitoso al que nos ha llevado, es el momento de decir que lo que necesitamos es refundar el sistema de las Naciones Unidas y dar a todas sus instituciones, pero particularmente a la que se encarga de la palabra, que es la Unesco, todo el relieve necesario.

P.- La Unesco nació precisamente de un momento de crisis, en el 45. ¿Hacía falta quizá otra crisis de estas dimensiones para llegar a la conclusión de que no sólo está vigente su mensaje, sino que es el momento precisamente de ponerse de nuevo manos a la obra para lograr sus fines?

R.- Su pregunta es buenísima, porque fíjese que en el fondo siempre la reacción digamos civilizada, la que ha pretendido acabar con la idea de la guerra como algo absolutamente irremediable, la reacción que ha preconizado la justicia, los derechos humanos, la existencia después de la guerra de una sociedad de naciones, después de la del 45, de unas Naciones Unidas... Siempre han sido crisis, grandes crisis... Y tiene usted razón, y por eso me gusta mucho su pregunta, porque es que hemos desperdiciado una gran crisis, la gran oportunidad, que fue al acabar la Guerra Fría, en el año 89. Aquel era un año fantástico, en el que se estaba celebrando el bicentenario de la Revolución Francesa, de los derechos del ciudadano y además, en que la Unión Soviética gracias a un movimiento genial de Gorbachov termina finalmente sin una gota de sangre. Se celebraba también la paz de Chapultepec, para el Salvador, se inician las conversaciones de paz en Guatemala y en Mozambique... Era un momento en el que se acababa la guerra armamentística entre las dos grandes potencias, por eso se le llamó el fin de la guerra fría. Todos esperábamos que nos dieran los dividendos de la paz, que se dejara de gastar en armas y se gastara en comida y en energía barata... Y nos dijeron, no, llegaron la señora Tatcher y el señor Reagan y dijeron no, ahora en lugar de mandar todos vamos a mandar sólo los más ricos. Por eso fue un gran desperdicio de una gran oportunidad.

P.- ¿Cómo después de tantos siglos de violencia y de oportunidades desaprovechadas uno no se desalienta en la batalla por la paz? ¿Cómo animar a quienes creen en esa lucha a continuar en ella?

R.- Pues mire, toda batalla tiene que ser permanente y puede perderse, pero quienes no luchan ya la han perdido. Tenemos que hacer ver a la gente que ya está bien de ser espectadores, de estar todo el día criticando. Lo que tenemos que hacer es pasar a ser actores, y dejar de ser súbditos y pasar a ser ciudadanos.

P.- Es importante quizá por eso el papel de los centros, clubes y asociaciones de la Unesco, que se reúnan y que tomen iniciativas. R.- Exacto, exacto.

P.- ¿Qué perspectivas de futuro ve a esta actividad frente, como dice, a tantos siglos de violencia?

R.- Creo que finalmente muchas cosas están mejor de lo que estaban, porque ahora es imposible imaginar una Operación Cóndor en América Latina, que se cambie a un presidente por un dictador. Y ya no es posible en Europa un nuevo enfrentamiento entre Alemania y Francia; es imposible imaginar que el poder otomano, que Turquía, quiera imponerse, al contrario, ahora quiere integrarse en Europa, es europea a mi modo de ver, debe integrarse y de esta manera ya tenemos otro gran foco pasado de tensión eliminado. Lo mismo pasa con Japón, no hay que olvidar lo que ha representado en Oriente y en estos momentos también es impensable que haya un predominio de Japón o una locura de China. Creo que en general las previsiones son mejores, por lo que hay que dejarse de soluciones por la fuerza que no son las que nos han conducido a la situación actual. Ahora vamos a buscar la solución por la palabra, vamos a dejar de gastar dinero en armas y a hacer que nadie se muera de hambre, que debería ser el primer objetivo de la gente normal, luchar contra la pobreza.

P.- ¿Conoce usted Ceuta?

R.- Sí, hombre claro, cómo no la voy a conocer, no he estado pocas veces, muchas. En Ceuta estuve en la época de UCD y después cuando le dieron el premio al escritor Dominique Lapierre (el Convivencia 2002); esa fue la penúltima vez que estuve allí.

P.- Ceuta es precisamente una encrucijada de culturas, de continentes, ¿puede tener por ello un papel importante en esta búsqueda de la paz?

R.- Por eso a mi me interesa tanto hacer lo posible para ir, porque es allí donde los clubes Unesco pueden encontrar esta dimensión de paz sin fronteras, para que se vea que allí tenemos al lado a Marruecos, que tenemos al norte, al sur, al este, al oeste..., un poco como Constantinopla... (ríe). A mi me gusta Ceuta por eso, porque puede reflejar esta universalidad de la misión de la Unesco.

P.- Y puede jugar también un papel en el Mediterráneo, en torno al cual se están creando algunas interesantes alianzas.

R.- Creo que Mercedes Cuevas, la presidenta del Centro Unesco de Ceuta, ha sido muy lúcida al decir: no, no, aquí vamos a hacer el encuentro del Mediterráneo, no se trata sólo de un lado o del otro, nosotros queremos que se vea que estos no son sólo clubes y asociaciones españolas, sino del Mediterráneo en su conjunto...

P.- ... de una y otra orilla

R.- Extacto, y además son las dos riberas. A mi me fastidia siempre estar hablando del Mediterráneo norte y del Mediterráneo sur. Aquí no hay un Mediterráneo y otro Mediterráneo, sino el Mediterráneo, que tiene que volver a ser no el Mare Nostrum o el vuestro, tiene que ser el mar de todos, el mar común, y esto lo puede representar muy bien Ceuta.
 


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